Al derecho y al revés | ¡Agárrenme, que lo mato!

12/07/2023.- No es necesario componer canciones para enterarse de que la vida da sorpresas y que, por tanto, hay ocasiones en las que algún adversario nos puede ayudar, aun sin proponérselo...

Corolario de lo anterior es que en, esas raras ocasiones, el beneficiado o beneficiada de tan inesperada ayuda no la agradece.

Un campo en el cual se supone que esas rarezas no ocurren —muchos lo creen así— es la política, siendo que esa actividad implica la lucha por el poder entre ciudadanos (y ciudadanas), muchos de los cuales se creen perfectos o llamados por los dioses.

En esa actividad se supone que todo paso es analizado bajo varios escenarios —como el gran maestro de ajedrez—, a veces guardando "cartas bajo la manga", preparadas de antemano para que nada falle en el campo de los ganadores.

En nuestro caso venezolano, la realidad, más terca que las mulas, afirma lo contrario.

Si en la política no privaran muchas veces los arrebatos pasionales, generados por prejuicios que son la base de toda ambición desmedida, odios generadores de sanciones o la simple ignorancia, nuestro país, en vez de estar hoy día entre los más pobres, sería una especie de Bélgica —sin tener que masacrar al Congo—, merced al petróleo que nos permitió comprar democracia como en otros escenarios se adquiriría un kilo de queso.

Si no fuesen erróneos muchos de los cálculos políticos, quizás nuestro signo monetario aún sería de plata.

Y en vez de huir al extranjero, siguiendo los consejos de periodistas y políticos tan ambiciosos como enemigos de la patria —y no me refiero en solitario a los venezolanos, sino que incluyo en esta crónica a los haitianos, que antaño empujaban carritos de helados—, en vez de ese panorama, digamos que por las aduanas nuestras estarían ingresando europeos huyendo de la guerra entre EE. UU. y Rusia para desempeñar labores modestas, que el criollo no haría ni amarrado.

Bien, todos saben que no es así, es decir, que los políticos a veces se equivocan, ¡y bastante!

Un ejemplo ajeno a la geopolítica y las ideologías que desconocen hasta los directivos de partidos es el caso de la inhabilitación de María Corina Machado Parisca, a quien desde la Contraloría y el CNE le han hecho el mejor regalo de su vida que es ahorrarle una derrota.

A mi entender, MCM, a pesar de llevar lo que va de siglo en la política opositora —para no mencionar el mal carácter—, carece de la experiencia mínima como para enderezar una sociedad tan polarizada como la nuestra.

Pero eso es solo una apreciación mía, que seguramente a muchos los va a enervar.

Algo subjetivo dirán, pero hay otros detalles imposibles de ocultar, y es que MCM no tiene tantos votos y menos organización, lo que quedó patente no solo en sus giras, sino hasta en el acto de su inscripción para esas primarias clandestinas.

Cuando se detallan las fotos que a diario envía lo mejor que MCM tiene, que es su equipo de propaganda, se ve que en muchas localidades junta más gente un candidato desangelado como el ciudadano Prosperi, pero que tiene tras de sí un partido con la historia y know how como es Acción Democrática (y no le estoy haciendo propaganda a quien ni conozco).

Al acto de inscripción de María Corina no asistieron mil personas, lo mismo que cuando Prosperi se anotó para las primarias, y un poco más que los niños que llevó Henrique Capriles.

Y eso es un indicador para las primarias.

Nada nuevo… con Irene Sáez sucedió algo similar el siglo pasado...

Pero volviendo al principio de estas líneas: no creo que los poderes contralores del Estado, al inhabilitar a María Corina, estuviese pensando en hacerle a la dama un buen presente. Sin embargo, como se dice en Caracas, si era así, "el tiro salió por la culata".

Solo que ese disparo no mató a nadie, sino que benefició a quien no lo va a agradecer.

María Corina, a pesar de la campaña mediática para convencer de lo contrario, es muy posible que pierda las primarias, donde no la deberían dejar participar por inhabilitada.

Pero en caso de que siga el plan dictado desde el norte, que no es equilibrar Venezuela con elecciones, sino desestabilizar nuestro país para dividirlo con Mari Cori a cargo de un trozo, eso será algo que no va a ocurrir. Sin embargo, mientras llega la hora de la verdad, ella podrá actuar como aquellos borrachitos impertinentes que, coleados en una fiesta, finalmente son sacados y, en la puerta, a punto de caer de la pea, apoyados en la única amistad que los acompaña en tan penosa situación, gritan, haciendo uso del derecho al pataleo: "Agárrenme, que lo mato".

Papel para el cual está ensayando con el nuevo lenguaje malandreado, retando a debates que, si se dan, los va a perder.

 

Domingo Alberto Rangel


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