Historia viva | Juan Lovera: la memoria pictórica documental

12/07/2023.- En estos días se ha reactivado el análisis sobre la pertinencia de la historia como tema cotidiano, del documento como fuente y —más allá de los "anacronismos positivistas"— la poesía, la literatura y las artes plásticas como fuente documental histórica. Aquí es cuando aparece uno de los ilustradores más significativos de la memoria histórica de la independencia, como lo fue el pardo caraqueño Juan Lovera.

Antes de Lovera, no hubo nadie que creara alguna imagen gráfica de lo ocurrido el 19 de abril de 1810 o del 5 de julio de 1811, hasta que el pintor caraqueño los ilustrara en 1835 y 1838, quizás por recomendación del general Carlos Soublette, quien fuera promotor de Lovera a cargos administrativos durante su mandato como vicepresidente de la República.

La ventaja de Juan Lovera fue haber presenciado ambos eventos. Incluso en el cuadro del 19 de abril de 1810, uno de los personajes del pueblo que está ubicado en primer plano, con sombrero de copa y apoyado en los balaustres, es el mismo Lovera.

Los jóvenes caraqueños nacidos a finales del siglo XVIII, como Juan Lovera (1776), de seguro escucharon las narraciones de la insurrección de Gual y España, develada en 1797, y las noticias del desembarco de Miranda en 1806. En 1810, cuando ocurrió la instalación de la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII y los eventos insurgentes frente a la Catedral de Caracas, entonces Lovera tenía 34 años y probablemente se mezcló entre los centenares de pardos, blancos de orilla, negros, indios y mantuanos que se agolparon frente al Cabildo para decirle al representante del rey, Vicente Emparan, que ya no lo querían como capitán general de Venezuela.

La abdicación de Fernando VII (1808) y las consecuencias de la invasión napoleónica en la península ibérica desataron un movimiento insurgente en América, que venía incubándose desde finales del siglo XVIII y ya había prendido la mecha revolucionaria en Coro con José Leonardo Chirino y luego con Gual y España y el español rebelde Juan Bautista Picornell en La Guaira, extraditado este último forzosamente desde la península. Picornell, junto a Andrés Bello, creó letras como la Carmañola americana, que fue cantada durante esos años de gloria revolucionaria entre 1810 y 1811, igual que la génesis de varias canciones patrióticas, una de las cuales fue la inspiración para el actual himno nacional venezolano.

Algunos pardos artesanos, artistas, músicos, comerciantes menores y revolucionarios radicales se reunían en la casa de Andrés Moreno, denominada el Club de los Sin Camisa, en Caracas. Juan Lovera era amigo de Lino de Gallardo (ambos pardos) y debió asistir con él a ese club para presenciar las tertulias sobre lo que acontecía en España y en el resto de América Latina, donde todavía se debatía sobre los derechos del rey Fernando VII, cuando en Caracas ya pensaban el salto a la República.

Lo mismo hacían los de la clase pudiente en la Sociedad Patriótica. Se reunían en la Casa del Vínculo para hablar, tomar vino y comer en medio de acaloradas discusiones, mientras la ciudad se estremecía de expectativas sobre el devenir del nuevo Estado-nación.

De Juan Lovera, dice Juan Calzadilla que

... no aprendió a pintar en academias de arte. Sus cuadros los hacía siguiendo los croquis de los dibujos y su memoria. El dibujo no está bien proporcionado y la perspectiva es casi simbólica. También hace uso de la desfocalización concéntrica (los personajes que están al fondo se ven borrosos). Él describe la escena como la describen los historiadores (Correo del Orinoco, 2011).

Es decir, que Lovera no pintó para lo meramente estético, sino para dejar un testimonio del hecho histórico. Aquí está su gran aporte al reconocimiento de los acontecimientos trascendentes de la independencia de Venezuela y sus personajes, que luego fue emulado por los pintores venezolanos Tovar y Tovar, Michelena y Tito Salas, en tiempos posteriores.

Su hermano Luis había heredado el oficio de su padre: hacer velas para vender. Era un conocido cerero e hizo fortuna con este comercio. Sin embargo, Juan era más dado al arte y por su vinculación con los Landaeta y Lino Gallardo se comprometió con el proceso revolucionario, a tal punto que en 1814 se fue en la Emigración a Oriente y vivió en Cumaná, Trinidad y Curazao huyendo en tanto era objetivo de los realistas.

En las notas escritas al fondo de las dos obras que ilustran las dos fechas de significación histórica, ofrece información descriptiva de estos eventos. En el caso del 19 de abril de 1810, escribió en la parte posterior:

Cuadro de la revolución acaecida el 19 de abril de 1810 en la ciudad de Santiago de León de Caracas, ahora capital de la República de Venezuela. El tumulto se efectuó entre el frontispicio de la iglesia Catedral y la balaustrada de la plaza hacia el oriente. Los personajes inmediatos al Capitán General son los ilustres cabildantes que le precisaron a pasar a la Sala Consistorial, donde quedó sellada la gloriosa revolución que ha dado independencia y libertad a casi todo el nuevo mundo.

Lo mismo hace en el cuadro sobre la Firma del Acta de Independencia de 1811, realizado por el pintor en 1838:

Honorable Congreso: Sin una grande elevación de alma, por una dulce e irresistible fuerza, todo hombre ama el suelo en que vio la luz primera. Tengo la dicha de haber nacido en Caracas, que fue cuna de la libertad del Nuevo Mundo, y la madre también de los Ustáriz, de los Roscio, de los Miranda y otros insignes y venerables varones, cuya memoria nunca acabará.

Era la pasión revolucionaria de la independencia. Lovera no solo los pintó, sino que los describió, ofreciendo para la posteridad información histórica trascendente. En su casa instaló una prensa litográfica donde reprodujo ideas revolucionarias.

Finalmente, Lovera es el vivo ejemplo de cómo la pintura se hizo medio para transferir información histórica.

 

Aldemaro Barrios Romero

venezuelared@gmail.com


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