Historia Viva | La estética necesaria

Un breve repaso por la historia del arte contemporáneo en Venezuela

A propósito de las críticas a las instalaciones y “esculturas” evocativas al cacique Guaicaipuro, ubicadas en la autopista del mismo nombre a la altura de Bello Monte, es bueno apuntar algunas precisiones para llegar al fondo del asunto.

La obra en cuestión, según un reportaje de Edys Glod, de Últimas Noticias, el 14 de julio de 2022, señala que fue realizada por el ingeniero Juan Rodríguez, con la intención de “cumplir el objetivo de embellecimiento y descolonización de la autopista Gran Cacique Guaicapuro”. Sin embargo, en mi criterio, la misma adolece de valoraciones de orden estético, forma y contenido, entiéndase, proporción, armonía en movimiento y creatividad, elementos básicos que fundamentan una obra de realización plástica profesional. Por las características de los elementos expuestos, su realizador intentó una aproximación realista con la obra; sin embargo, el resultado fue otro.

Más que hacer valoraciones particulares sobre los elementos allí colocados, el tema de fondo es la estética chavista. Particularmente creo que esa muestra no es el estilo que caracterice una estética revolucionaria venezolana; sin embargo, se trata de obras que tienen una alta exposición pública y que generan una percepción, que ofrece información que más bien contradice lo que pudiera caracterizarse como “embellecimiento” o "descolonización" para esta ciudad.

El debate público de estos temas es escaso. En un barrido indiciario en internet encontramos pocas noticias sobre este tipo de discusiones y casi siempre las encontramos en conversaciones personales o en grupos interactivos. Puedo estar equivocado, pero así parece.

 Hay que reconocer que ese tipo de obras expuestas en sitios públicos de alto tránsito de personas generan mayor respuesta negativa que positiva desde el punto de vista comunicacional, por lo tanto, los gestores políticos deben entender que el asunto trasciende no solo lo meramente artístico, sino también lo comunicacional.

La estética revolucionaria chavista no es tampoco lo que algunos críticos de la derecha han tratado de "impostar" en sus redes y otros medios como la “fealdad chavista con figuras amorfas”, que la han caracterizado o categorizado como el “deformalismo”.

En un breve repaso por la historia del arte contemporáneo en Venezuela, después de la segunda mitad del siglo XX, encontramos obras artísticas colocadas en áreas públicas de alta rotación con una clara influencia “internacional", como el caso de los Disidentes de los años cincuenta, con artistas como Alejandro Otero, Cruz Diez, Mateo Manaure, Jesús Soto. Era el abstraccionismo geométrico que enamoró a los políticos del puntofijismo y que en algún momento generó críticas como las expuestas por Miguel Otero Silva. Sin embargo, la Revolución Bolivariana los preservó y recuperó.

El periodista Roberto Malaver, en un foro titulado Medios y Estética, realizado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura en agosto de 2015, señalaba que: “'El chavismo tiene que sorprender' en lo comunicacional, debe ser creativo e imaginativo”. Desde antes de esa declaración, estamos en deuda con resolver ese asunto, pero creo que debe hacerse en un escenario de debates colectivos que permitan la diversidad para generar una identidad estética chavista.

Recientemente las redes sociales se encendieron por una crítica, de manera ácida, a un mural realizado en Mérida, donde apareció una imagen que intentó evocar a Yulimar Rojas, lo que motivó que los creadores replanteasen la figura un poco más real de la atleta.

Si bien es cierto que las oportunidades para una nueva estética revolucionaria no se decretan, sino que se origina desde las fuentes mismas de los creadores, la colocación de obras de arte de este tipo debe normarse en tanto estén ubicadas en espacios públicos. 

La creación chavista ha sido fecunda, así como la música con La canción necesaria, la literatura, la narrativa, la poesía, la prosa poética e incluso la historia como relato derivado de la investigación social, no están exentos de un estilo que los identifica y le da fortaleza al ideario de una estética chavista y bolivariana.

El mismo comandante Hugo Chávez fue un creador nato, como lo debe ser todo político, y para muestra un botón: la idea del mausoleo detrás del Panteón Nacional, trazado con líneas básicas por él. Sin embargo, debió ser un arquitecto quien llevó a cabo la obra final en ese contexto urbano. Por ello, nuestros gestores políticos deben asumir que las obras públicas con componentes artísticos no son simplemente creaciones especulativas, sino que llevan implícita información también política positiva o negativa.

Y para que se entienda que se trata de una crítica constructiva, estoy de acuerdo con la propuesta hecha por el profesor y pintor Manuel Espinoza, en el sentido de que la Asamblea Nacional, a través de la Subcomisión de Cultura presidida por el diputado Cristóbal Jiménez, proponga una comisión integrada por arquitectos, artistas e historiadores para elaborar un reglamento que norme la estatuaria y obras públicas de simbología oficial.

Aldemaro Barrios Romero / venezuelared@gmail.com

 


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