Letra veguera | Los libros de Hugo Chávez

19/07/2023.- Hugo Chávez fue haciéndose libro desde el ser telúrico que era.

Hay libros escritos en voz alta, de cuya resonancia nacen hombres y mujeres que, en estado de niños y en la adolescencia temprana, los escriben tan naturalmente como sucede la vida de los árboles.

Se sabe que la naturaleza habla y de ese modo también surge la escritura antecedida por la palabra silvestre, por el lenguaje de señas, y así se convierte en expresión dialéctica: sus vocablos perduran, como los gestos humanos, y son música, metáforas, decires, comunicaciones lúdicas y consonantes, que van creando los límites de la tribu y, más allá de ellos, un país, una nación libre desde la lengua.

Existen textos que poseen la inusitada capacidad de poder demarcar la construcción del tejido histórico. Hay otros papeles que, por su parte, generan un incisivo sentido de la actualidad, desde su capacidad propositiva y en su calidad de denuncia, haciendo gala de su poderoso carácter documental. Pero también están aquellos postulados que, auscultados desde su eclosión, poseen una oportuna nitidez para el instante, dotados de la propiedad de trascenderlo, colocándose en la perspectiva privilegiada que interpreta la curva del devenir.

Leer la realidad de los procesos sociales que vive la América del Sur, desde su nacimiento en las trincheras populares de las décadas del ochenta y noventa, y las subsecuentes victorias electorales de inicio de este siglo, tiene no solo un efecto revelador a la luz de los postulados teóricos que los iluminaron y siguieron de cerca. También genera un poderoso efecto-látigo al hacer —dichos postulados— de profecías autocumplidas, al calor de las nacientes luchas que en el, hasta ahora, conocido mundo desarrollado, se libran en las calles de Madrid, París, Roma, Manhattan, Dublín o Atenas.

Si quienes vivieron el 27F y el 4F en la Venezuela de los ochenta intuyeron en las tesis de muchos autores unas líneas de comprensión y revulsión a las dinámicas que ya instituían las tramas del imperio, quienes leímos con interés el movimiento de los Indignados —que además de recorrer las calles de Europa, debatió y se profundizó en las redes sociales— no dejamos de pensar en los axiomas marxianos. Estos no cesan de apuntar a la determinación inapelable de los procesos sociales e históricos, que son uno, y que tienen también destino y propósito único: la Revolución.

En muchos países sudamericanos se han sucedido en los últimos años movimientos proletarios e indígenas, cambios de gobierno que no repiten la fisiología del recambio interno de las elites dominantes. O del golpe autoritario e imperialista y que, por el contrario, establecen una relación abierta, productiva, con nuevas composiciones sociales y políticas de las clases subalternas.

Ello hace de este tiempo histórico un momento especialmente propicio para pensar la política sobre la base de nuevas configuraciones conceptuales. Como sostienen Negri y Cocco en su libro Global, vivimos un interregno histórico —que se caracteriza por la crisis del poder soberano—, un interregno como lo fue aquel que determinó el paso del Medioevo a la Modernidad y que exige, en tanto instancia de transición, mantener abierta cada síntesis, conceptual o material, y desembarazarse de todo dogmatismo, aun cuando este se presente como revolucionario.

Es allí donde aparece con fuerza la figura de Hugo Chávez y su propuesta de la Revolución Socialista Bolivariana. Y no solo Chávez como líder y protagonista de procesos sociales de cambio, sino como lector e intérprete de los mismos.

Lo hizo muchas veces —siendo él mismo catalizador de un buen número de las tesis— jugando el rol de anticipación a varios de los textos que ahora, en un magistral ejercicio de articulación y síntesis, nos presenta Nelson Montiel Acosta en su libro Las lecturas de Chávez.

Esta obra del historiador y miliciano Nelson Montiel se la entregué en sus manos al presidente Maduro, cuando aún el cuerpo de Hugo Chávez dormía ese sueño de guerrero en la capilla ardiente de la Academia Militar. Fueron días de la Filven más dolorosa, la del año 2013.

Un libro nacido de ese otro gran libro que fue y es Chávez, edificado con temáticas palpitantes y arteriales: el latinoamericanismo, la categoría pueblo-sujeto histórico, el poder comunal, el buen vivir frente al estado de bienestar, son propuestas que el socialismo bolivariano interpretó en sus fuentes primarias y revisitó en la lectura incesante de Hugo Chávez.

Entonces, Enrique Dussel, István Mészáros y Álvaro García Linera no se nos hacen ajenos al trasluz de la experiencia socialista venezolana. Más aún, Marx, Lenin, Zapata, Sandino, Martí y, sobre todo, Bolívar y Simón Rodríguez, reaparecen con un nuevo brillo en una revolución que se lee a sí misma, para mirar al futuro.

Esa hora de releernos con Chávez debe motivar a las reediciones del libro de Nelson Montiel, de las antologías 4F: un puñado de pájaros contra la gran costumbre y Un día para siempre. Treinta y tres ensayos sobre el 4F, de la extinta Red Nacional de Escritores de Venezuela y obras fundamentales de Kléber Ramírez, Reinaldo Iturriza López, José Sant Roz, por citar algunos.

No hacerlo sería tanto ver pasar la página como los ardores sustanciales y primigenios del chavismo.

 

Federico Ruiz Tirado


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