Punto de quiebre|Varios vecinos furiosos vengaron el honor de Yusselit

25/07/2023.- Si algo no perdona el hampa es a un violador. Pueden ser los más malos malísimos del mundo, pero la violación no está permitida. Es una especie de código de honor no escrito, por lo menos acá en Venezuela. De hecho, son pocos los violadores que han salvado la vida o que se han librado de ser violados tras ser capturados por las autoridades y remitidos a una cárcel.

Me explicaba la tía Felipa que en muchas ocasiones la colectividad puede mostrarse a favor de que la gente se tome la justicia por su mano e incluso aupar y aplaudir un hecho de esta naturaleza. A su juicio, eso es sumamente peligroso, porque se vulnera el Estado de derecho, ya que nadie, absolutamente nadie —aseguraba Felipa— está por encima de las leyes. Además, corren el riesgo de cometer errores que no se pueden enmendar. Aseguró, una vez más, que definitivamente esa no era la solución para el problema.

 

Enclave cultural

Todo este drama-rollo ocurrió en la parroquia San Agustín del Sur, una de las comunidades culturales más importantes del país, que ha visto nacer a numerosos salseros, tamboreros y grupos musicales y culturales en general, entre ellos nada menos que el tristemente recordado grupo Madera. San Agustín, que fue una de las pocas parroquias capitalinas, integrada por barrios, que nunca sucumbió a las llamadas "modas criminales" (que si los Menores, que si los Plateados...). De hecho, el uso de armas de fuego ha sido casi que insignificante en comparación al resto de las parroquias; incluso hubo un tiempo en que la mayoría de los delincuentes, que en esos lares habitaban, usaban solo armas blancas.

Dicen los que por allí se la pasaban que la misma comunidad organizada se encargó de corretear a los antisociales y llevarlos a que su accionar quedara circunscrito a las adyacencias de las residencias Hornos de Cal y al cerro ubicado en la parte posterior a estas.

 

Al acecho

Kobe no debía llegar a los diecisiete años de edad. Su contextura siempre fue delgada y su tez morena. Vivía de hacer uno que otro mandado o como él mismo siempre solía decir: "A menudo sale una vuelta por ahí". Hay quienes dicen que vivía en las residencias San Agustín, otros afirman que era en Hornos de Cal. No hay certeza. Lo cierto es que con frecuencia deambulaba por las adyacencias de los pasajes o por el bulevar Leonardo Ruiz Pineda.

Ya llevaba varios días detrás de Yusselit, una hermosa chiquilla del barrio que debía tener más o menos su misma edad, pero Yusselit no le paraba. Hasta que una vez escuchó un comentario que le cambió su vida y le estampó el sello de "no retorno".

"Tan bella esa negrita y nunca se le ha conocido novio…. Y es valiente, no le da ni miedo quedarse sola en esa casa, pues sus papás ya llevan como quince días en Colombia", escuchó decir Kobe a uno de los señores que se la pasaba en la esquina.

Yusselit Alexandra había quedado sola en su casa por aquellos días. Era una negrita muy querida en el barrio y los hombres la veían con malicia, pero al mismo tiempo con respeto. Se dice que sus padres estaban de viaje con motivo de las festividades de fin de año, pero otra versión indica que estaban fuera del país.

 

La última tentación

Lo cierto es que aquella tarde, Kobe vio la puerta de la casa entreabierta y no lo pensó dos veces. Disimuladamente, se fue caminando por la acera y, tras cerciorarse de que nadie lo estaba viendo, entró de sopetón en la vivienda de la adolescente.

De lo que pasó dentro de la vivienda, muy poco o nada se sabe, porque los que podían echar el cuento ya no están. Pudiera ser que Yusselit sorprendió a Kobe dentro y quiso gritar en demanda de ayuda, pero Kobe la golpeó, la sometió, la violó y finalmente terminó estrangulándola. Pudiera ser que primero la mató y la ultrajó después, a sabiendas, o no, de que ya la chica nada sentía.

En fin, no se sabe si hubo o no resistencia, aunque arañazos el joven no tenía. Lo cierto fue que luego de un rato, Kobe salió de la vivienda y una vecina lo vio. Era tanta la prisa que él llevaba que la puerta abierta dejó. La mujer se acercó a husmear y, como no vio a la chica, decidió llamar. Como no recibió respuesta, decidió entrar a ver. Y ahí la vio, desnudita y despeinada, tirada a un costado de un mueble, en el piso. No tuvo fuerzas de verificar si muerta estaba, sino que salió corriendo a pedir ayuda a los vecinos. En cuestión de minutos, la casa se llenó de gente y la conmoción reinó. Cuando la vecina dijo que había visto a Kobe saliendo de la casa, la ira se apoderó de todos los presentes.

Varios salieron en moto a buscarlo y por allá lo vieron casi llegando a Hornos de Cal. Lo golpearon con saña y, como pensaron que solo se había metido a la casa para robar, le metieron un plomazo en cada mano. Allí, tiroteado, lo dejaron, pero cuando se marchaban llegaron otros motorizados que manejaban información más fresca, es decir, que la infortunada había sido violada y asesinada. Todos se devolvieron a buscar a Kobe y por allá lo vieron tratando de encontrar quién le curase las manos, pero no hacía falta ya. Le dieron varios plomazos por todo el cuerpo. Como si poco fuera, le echaron candela y lo quemaron.

 

Wilmer Poleo Zerpa 


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