Letra veguera | Dormir sin el enemigo

26/07/2023.- El título expresa una confusión que ha venido rodeándonos, inducida por distintos voceros mediáticos que se arrogan, a veces, el derecho a hablar en nombre de todos, de representarnos o, mejor dicho, de sustituir nuestra presencia en las decisiones que deslindan la República Bolivariana de Venezuela del casi extinto Estado puntofijista. Ese Estado modélico para la burguesía parasitaria y su exquisita cultura confiscatoria de Reverón; de la clásica guzmancista; de Billo's y La Estancia; de la otrora Gente del Petróleo y la Fundación Bigott; de carrozas carnestolendas, caviar y whisky con Pepsi Cola.

La adjetivación se hace indispensable en esta Babelia tecnointelectual creada por la postmografía sociológica de las últimas décadas del siglo pasado. Las categorías impuestas por academias bélicas son psicóticamente repetidas por los memes opinantes de WhatsApp, Facebook y cualquier artilugio de psicoguerra aplicado a la inteligencia humana por la invasora inteligencia del Pentágono. Es decir, hacia estas coordenadas geoestratégicas, quienes determinan tal difusión memética son los globalizadores imperiales.

Cualquier improvisación de los discurseadores criollos obedece a la inconsciencia esquizoide de sus emisores. No se cansan, aunque cambien la cachimba editorial, sobre todo esos ajados (por sempiternos escuálidos odiadores de Chávez) venidos a "conciliadores" sutiles con Nicolás Maduro en El Universal, algunos caraqueñizados por su pasado cuartarepublicanos en AD y el MIR de Moleiro y otros de la Mérida que han hecho gala y desfile en la cohorte del cardenal Porras; sí, el mismo que ruega a Dios por más sanciones a cambio de ver al gobierno completo en una celda yanqui.

 

La falsa autoridad democrática

De este lado, tenemos a quienes se erigen como autoridad: las funcionarias y los funcionarios relativamente empeñados en razonar —y sostener— su figuración pública, aunados a los cabecillas de la desbandada ultraderecha. Tiempo perdido, porque de cierto lado opuesto tenemos al señor Florido, al ilustrado Andrés Caleca, al inefable Capriles, al filósofo Manuel Rosales, quienes son metabólicamente ineptos para el racionio. Carecen de las premisas elementales para la construcción de un primitivo pensamiento silogístico que vaya más allá del diálogo entre sordos. Y en eso andan, en el más perfecto, infértil, fastidioso y escandalosamente peligroso diálogo de sordos, estimulado por los habilidosos laboratorios de guerra sucia norteamericanos.

Insistir en legitimar a algunos zombis como representantes de una mayoría popular enfrentada al presidente Maduro es una estupidez; es la respuesta de los derrotados por la máxima goebbeliana de la mentira repetida cien veces, esa mentira avalada con idiotez por los autoproclamados líderes de la nada. Ya la paz fue sellada por el pueblo venezolano el 30 de julio de 2017 y la verdadera autoridad democrática se demostró ese día a punta de votos.

Ya el pueblo venezolano logró establecer de manera relativa la paz junto a Chávez, y luego con Maduro, junto a mujeres y hombres inmolados durante las guarimbas MUDaicas. Ya el pueblo decretó el diálogo con la Constituyente en Asamblea; para eso fue y es plenipotenciario Jorge Rodríguez. El único foro para todo diálogo con cualquier interlocutor es la Asamblea Nacional; para eso están subordinados a ella todos los poderes públicos y todos los funcionarios, por altos que sean sus cargos.

 

Orden en la fiesta

¿O es que el sarcófago opositor tiene suprapoderes, otorgados por quién y por qué? ¿O acaso hay quienes ejerzan poderes distintos para la toma de decisiones? Si es así, vamos a reordenar de una vez por todas esta embriaguez de poderes alocados, dispersos e indefinidos.

Refundar la República —justo en tiempos de decadencia civilizatoria vaticana y norteamericana— no es soplar para sacarle ruido a las botellas, como acostumbra la diplomacia de cocteles y peletería.

Porque resulta que el imperio sí sopla el ruido de misiles, de ametralladoras, de ejércitos mercenarios y bombas de racimo. Documentales hay bastantes sobre Hiroshima y Nagasaki. Transmisiones en tiempo real abundan desde Siria, Libia, Irak, en esta era después de Chávez y sus advertencias respecto a las universales agonías del capitalismo y a las patadas de ahogado que nos puede atinar si nos dejamos seducir con filigranas de oropel, con ofertas fondomonetaristas, con diálogos, acuerdos, negociaciones, entendimientos comunes e insípidos.

Los pactos entre caballeros templarios, que los firme el conquistador de piras humanas en Altamira, Leopoldo López, o sus socios.

Nuestros verdaderos amigos no nos están invitando a pactar porque no nos consideran un peligro. Reconocen y respetan nuestra democracia participativa. Nuestros verdaderos amigos saben que no enfrentamos crisis derivadas del "Estado fallido", que la crisis les estalló hace rato a los liberalistas neocoloniales como Macri, Temer, Peña Nieto, Duque, Bolsonaro y Kuczynski, porque desconocen la vergüenza histórica.

Nuestros verdaderos amigos saben que la oposición no tiene forma ni contenido, que su cascarón vacío no tiene —nunca ha tenido— espacio ni tiempo social o político. Sigue siendo la MUD, pero con añadidos de siglas, y se limita a un puñado de sujetos que de vez en cuando se huelen el ombligo unos a otros desde un auditorio sordo, ciego, mudo y, para rematar, acéfalo.

Es indispensable la reflexión, minuto a minuto, sobre lo que decimos y lo que hacemos; para ensayar la síntesis, para acercarnos sin prisa, pero sin pausa, a eso que llaman teoría, es decir, combinar en forma armoniosa lo pensado, lo dicho y lo hecho. Conciliar la coherencia con lo cotidiano es la única cura en salud para no arribar definitivamente a la esquizofrenia política.

 

Federico Ruiz Tirado


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