Punto de quiebre|Visita a cárcel de Boleíta fue un saludo a la bandera

31/07/2023.- Tras la fuga y el motín, ocurridos recientemente, las autoridades fueron al recinto. Horas después se marcharon, pero dejaron allí, sin tocar, numerosos problemas y graves violaciones a los derechos fundamentales.

El pasado domingo en la madrugada se fugaron ocho reclusos del Centro de Control y Resguardo del Detenido ubicado en Boleíta, municipio Sucre (Miranda). Dos días después se desató un motín en el interior del recinto carcelario.

Era obvio que algo estaba pasando puertas adentro. Al establecimiento, que depende de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), llegaron representantes del Ministerio del Interior, de Derechos Humanos del Ministerio Público y de la Defensa Pública, quienes instalaron un equipo multidisciplinario.

Las palabras "justicia" y "soluciones" comenzaron a estremecer todos los rincones. Pero solo duraron veinticuatro horas. Al día siguiente, sí, se recuperó la "normalidad", pero el equipo disciplinario lo que hizo fue, a decir de decenas de afectados (prisioneros y visitantes) dar un "saludo a la bandera", cumpliendo un mero requisito burocrático.

La falla fundamental estuvo en que los prisioneros no tuvieron ni voz ni voto en las reuniones con el equipo multidisciplinario, por lo que sus peticiones y demandas fueron dejadas de lado.

Es más, dichas peticiones y demandas fueron ridiculizadas y las autoridades dejaron circular la especie, entre algunos medios de comunicación y redes sociales, de que los presos exigían tener acceso al wifi y que los dejaran salir de vez en cuando a la calle.

Nada se dijo y, por lo tanto, nada se hizo para poner finiquito a las irregularidades sobre la matraca de los funcionarios, quienes cobran en divisas hasta por el derecho a respirar, los atropellos y vejámenes a las visitas y a los detenidos, así como la violación de los derechos fundamentales de los prisioneros, muchos de los cuales tienen meses allí, depositados, sin que los trasladen a los tribunales respectivos.

Hay presos cuyas causas están abiertas en el interior del país y las autoridades nada hacen por trasladarlos a un recinto carcelario de la respectiva región, violando su derecho a la defensa.

Y, lo más grave, fue que nadie mencionó, ni de mecha, la existencia dentro de la cárcel de un tenebroso sector, ubicado en el sótano de las instalaciones, conocido como "el inframundo", donde reina la oscuridad, la falta de aire y de agua y la insalubridad.

Cohabitan en "el inframundo" los presos del eslabón más bajo de la cadena, los "mamandos", los que no tienen —y sus familiares tampoco— ni un dólar en el bolsillo para tener acceso a una celda un poco más cómoda, una colchoneta, un poco de comida y agua.

Los representantes del equipo disciplinario se marcharon de la cárcel, al igual que las decenas de policías, y la "normalidad" retornó, aunque muchos saben que allí quedaron la Constitución, el Código Penal y el COPP pisoteados. Siguen los atropellos y la matraca por parte de los policías y continúan los cohabitantes de "el inframundo" intentando sobrevivir.

 

Wilmer Poleo Zerpa


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