Libros libres | Reynaldo Pérez Só: para vivir su sueño

03/08/2023.- Recuerdo que un día de los años setenta estábamos en mi casa, en San Felipe, un grupo de poetas y artistas de Valencia, conversando: Adhely Rivero, Rafael Garrido, Luis Alberto Angulo y Wladimir Zabaleta, y yo les leí allí, en la sala, poemas de una selección, que acababa de salir, de los libros de Reynaldo Pérez Só Para morirnos de otro sueño (1971) y Tanmatra (1972). Allí mismo pudimos apreciar sus extraordinarios textos, leyendo cada uno de nosotros algunos de los poemas, valorando cómo un escritor, empleando tan pocas palabras, podía decir tanto a la sensibilidad, conformando imágenes sugestivas, pobladas de figuraciones prístinas con rasgos a la vez sublimes, sutiles, desarrolladas en espacios abiertos donde participaban animales, hojas, ríos, cielos, murmullos. Vientos y elementos: casi podían respirarse los vocablos cuando se los leía o se los pronunciaba en voz alta. Se trataba, en efecto, de un arte supremo, donde reinaban imágenes límpidas, pobladas de movimiento, color y una gran serenidad.

Viajábamos con frecuencia a Valencia a visitar a nuestros amigos poetas como el propio Reynaldo y Eugenio Montejo, Alejandro Oliveros o José Barroeta, la mayoría de ellos reunidos en torno de la revista Poesía en la Universidad de Carabobo, una de las publicaciones más relevantes de nuestro país en el siglo XX y que hace poco acaba de cumplir medio siglo de existencia. Esta contaría luego con la coordinación de escritores como Luis Alberto Angulo, Adhely Rivero y, en una posterior generación, con la edición de jóvenes como Víctor Manuel Pinto, en formato digital. Asimismo, la revista de cultura de la universidad, Zona Tórrida, acogía nuestros trabajos narrativos, periodísticos o ensayísticos, creando ambientes propicios junto a otros escritores como Teófilo Tortolero —a quien tanto admiramos—, Laura Antillano y Orlando Chirinos.

Además de su labor como poeta, ensayista y traductor, Reynaldo se hizo médico y atendió por mucho tiempo en la Misión Barrio Adentro a numerosos pacientes, realizando así una labor social encomiable. Trabajó en la Cruz Roja en el año 2000 y en el Instituto Social de la Marina. Amigo de los amigos y dueño de un finísimo humor, Reynaldo fue, como bien ha dicho la poeta venezolana Celsa Acosta, un hombre de paz, un hombre sosegado y cercano al pensamiento oriental. Fiel a su voz interior y dado a la meditación, su trabajo literario y humano fue reconocido con varios galardones nacionales como el premio José Rafael Pocaterra, el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal, el Premio de Cuentos de El Nacional, el Premio Municipal de Literatura y finalmente nuestro mayor galardón nacional en las letras: el Premio Nacional de Literatura. Otros de sus libros notables son 25 poemas (1975), Matadero (1986), Rx (1996), Solonbra (1998) Rosae rosarum (2011) y Solo (antología, 2021). Su personalidad humana y su obra serán permanentes en nosotros, sus lectores y admiradores, mientras vivamos. De eso estoy seguro, Reynaldo, amigo mío.

 

Gabriel Jiménez Emán


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