Estoy almado | La Cota Mil prestada

Otra Caracas bulle los domingos en la Cota Mil

05/08/2023.- Yo no conocía la Cota Mil a pie. En mis 23 años en Caracas siempre la recorrí en carro. Por eso, cuando la caminas por primera vez, eres precavido al principio, incluso te mantienes alerta para que no te atropelle un auto a 120 km/h. Pero con los minutos te convences de que la avenida está reservada solo para peatones, como ha ocurrido cada domingo desde 1980. Es gratificante ver el gentío caminando y trotando por el canal rápido, por el lento y por el hombrillo, y sobre todo a los niños que corretean y "juegan" a esquivar viandantes mientras conducen raudos sus bicicletas, monopatines y patinetas.

Caminé la Cota Mil desde el extremo oeste, al final de la avenida Baralt. Desde ahí es usual ver jóvenes y adultos mayores empujando carretillas cargadas con tobos y pimpinas de agua extraída de las faldas de la montaña. Se dirigen hacia los sectores Sabana del Blanco y Mecedores. Ellos son los únicos que andan en son de trabajo y no de esparcimiento como todos los demás.

En este desfile peatonal, algunas familias se trasladan con toallas, morrales y cavas cerca del comienzo de la avenida Baralt. Van hacia lo que se conoce popularmente como "playa Los Túneles". Se trata de una cavidad de concreto usada como piscina improvisada. Forma parte de la construcción paralizada de lo que serían los túneles de la Cota Mil hacia La Guaira y viceversa. Allí muchos se bañan, lavan carros y motos y disfrutan un día en familia y con amigos. Por ahora, ese es el uso que tiene esa estructura abandonada.

Cuando te adentras en el asfalto de la avenida Boyacá (su nombre formal) se respira un ambiente distendido, de tregua con las exigencias de la semana. Pareciera que cada quien olvida por unas horas (de 6:00 a. m. a 01:00 p. m. la Cota Mil está cerrada para los carros) los avatares que alberga esta ciudad divergente de lunes a sábado. En cualquier tramo de la avenida puedes ver como algunos juegan fútbol o pelotica de goma; otros, incluso, se lanzan en rapel de los pisos superiores de esta importante arteria vial.

Hasta los perros intentan pasarla bien, de no ser por el asfalto caliente que les quema las almohadillas de las patas y el calor abrasador que los hace jadear y sacar sus lenguas sedientas. Menos mal que los árboles, situados en la orilla de la montaña, ofrecen sombra y un descanso para reponer energías, tanto para los perros como para los humanos.

La experiencia de la Cota Mil no se resume en caminar y adueñarse del asfalto, propiedad de los carros entre semana. También puedes subir la montaña. Hay varios accesos. El más cercano de la avenida Baralt es aquel que se dirige hacia Galipán. Antes era un botadero de basura y escombros. Ahora tiene un bonito mural y unos banquitos. Toda el área fue recuperada por la Alcaldía de Caracas para el disfrute de peatones y visitantes.

Desde ese lugar puedes subir el camino empedrado. A diferencia del movimiento peatonal en la avenida, arriba en la montaña se puede disfrutar de una vista natural que ningún selfie con filtro de Instagram puede igualar. Tanto es así que una pareja no se resistió a estacionar su moto para comerse algo mientras contemplaba aquel verdor inspirador del Waraira Repano.

En la ruta te das cuenta de que la montaña da para todo. Un grupo religioso aprovechaba el esplendor de la naturaleza para bendecir un niño en brazos. Un señor, con una espátula, escarbaba en una ladera para llevarse un matica y un poco de tierra de abono en una bolsa de plástico. Hay trotadores y ciclistas que usan ese sendero para sus entrenamientos. Tal vez el smog de los carros, que bajan y suben hacia Galipán por la vía de San José de Cotiza, desentona con el olor a carrizo y árboles frondosos que te envuelve cuando sigues andando.

Cuando ya los pies piden un descanso, te topas con el puesto de guardabosque Llano Grande. Está resguardado por efectivos de la Guardia Nacional. Puedes entrar y caminar hasta el fondo, pasando los puestos de estacionamiento. En una loma se encuentra una pequeña casa hecha de madera, ideal para sentarse a comer y disfrutar de una vista panorámica de Caracas. Es un lugar especial y desconocido que no figura en guías turísticas ni en videos de TikTok.

Desde ahí, desde la casita de madera del puesto Llano Grande, puedes ver abajo, en la Cota Mil, a los peatones orillándose hacia la montaña, despejando por completo todos los canales de la autopista. Claro, ya faltan minutos para que el reloj marque la 1:00 p. m. Dentro de poco, la avenida será reabierta y devuelta a sus dueños naturales: los conductores. Será hasta el próximo domingo cuando podamos volver a disfrutar de la Cota Mil prestada.

 

Manuel Palma

@mpalma


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