Historia viva | Enseñanzas de Boyacá, 1819

09/08/2023.- ¿Cómo fue posible que un ejército de soldados patriotas hambrientos, famélicos, mal vestidos y peor abrigados alcanzara las alturas andinas de Boyacá y triunfara victoriosamente sobre las tropas realistas y las dificultades logísticas en agosto de 1819?

Atrás había quedado José Antonio Páez con sus llaneros del cajón apureño en defensa de la retaguardia y con la orden del Libertador de girar hasta Cúcuta, como estratagema para engañar al ejército realista. Mientras que más de dos mil almas, venidas del llano alto de lo que hoy es la franja norte costera llanera venezolana, con los centrales, los orientales, los guayaneses —con los cuales el general en jefe Manuel Piar derrotó a los españoles en San Félix en 1817—, a los que se agregaron los bravos del Casanare y los descamisados de la Nueva Granada, se sumaron al ejército popular libertador en Tame, al pie de la cordillera andina.

Eran hombres diestros en moverse con caballos por terrenos quebrados, porque las pampas de donde venían estaban conformadas por bosques de galerías, quebradas y terrenos irregulares. Iban montados en caballos criollos pequeños, que podían llevar a los llaneros hasta donde el pecho de las bestias alcanzara, cruzar ríos y andurriales intrincados por el barro y fango de las vegas del río Arauca y de todos los aluviones que bajaban desde las alturas andinas, sobre todo en tiempo de invierno.

Apenas unos meses antes, el Libertador había pronunciado el discurso del Congreso de Angostura. Como una centella iluminó y dibujó ese gran e inmenso país continental que se llamó Colombia y que fuera la primera "amenaza inusual y extraordinaria" que hizo temblar las rodillas de los protoimperialistas norteamericanos.

Pero ya el 15 de agosto de 1818, con la mira de sus catalejos estratégicos, observó el objetivo de la liberación de la Nueva Granada y había emitido su proclama a los neogranadinos al señalar:

¡Granadinos! El día de América ha llegado, y ningún poder humano puede retardar el curso de la naturaleza, guiado por la mano de la Providencia. Reunid vuestros esfuerzos a los de vuestros hermanos: Venezuela conmigo marcha a libertaros (...) Ya nuestra vanguardia cubre con el brillo de sus armas algunas provincias de vuestro territorio, y esta misma vanguardia, poderosamente auxiliada, arrojará en los mares a los destructores de la Nueva Granada. El sol no completará el curso de su actual período sin ver en todo vuestro territorio altares levantados a la libertad.

Un año antes, Francisco de Paula Santander, de apenas veintiocho años, recibió la orden del Libertador para levantar a los casanareños, pertrechar fuerzas y logística para uno de los episodios más estoicos librados por el ejército libertador hasta ese momento, por cuanto sus soldados en su mayoría eran hombres forjados en tierras calientes y no en las gélidas temperaturas de alturas andinas.

En la retaguardia de aquellos más de dos mil guerreros iba en comando José Antonio Anzoátegui, de Barcelona, arengando a los cansados y heridos y protegiendo a las mujeres soldadas que se ocupaban de los arreos, la logística, la comida y la asistencia en la salud, pero también diestras en el uso de las armas.

Las tropas de Santander habían embocado la batalla con las primeras escaramuzas del ejército patriota dividido en tres cuerpos. Anzoátegui le siguió con sus reservas y Bolívar, al ver el desgaste de las fuerzas patriotas, estuvo a punto de llamar a retirada. Entonces, apareció por un costado el coronel Juan José Rondón de Santa Rita de Manapire en el hoy Guárico, quien, bajo la arenga de Bolívar y la conducción de Anzoátegui, persiguió con ímpetu y desde un terreno bajo a las tropas del general realista Barreiro, poniéndoles en retirada y logrando la victoria del ejército libertador.

¿Qué nos enseñaron los soldados de Boyacá? Que la moral y el espíritu libertario deben sobreponerse a las adversidades y a entender el contexto general de una crisis para reconocer nuestras propias fuerzas, que deben mostrarse con la firmeza que exigen las agresiones y los tiempos duros.

Hoy las "fuerzas" negativas del imperialismo no han cesado de acosar a Venezuela. Muchos se confunden cuando un salario no da para cubrir una dieta básica, pero no piensan que el dólar como imposición coercitiva es el gran enemigo a vencer. El mensaje de la derecha internacional es descalificar la gestión bolivariana, destruir lo construido a fuerza de la resistencia popular de un tejido social organizado como nunca en la historia social y política de Venezuela.

 

Aldemaro Barrios Romero

venezuelared@gmail.com


Noticias Relacionadas