Decía el escritor Javier Marías, con toda razón, que el Internet y las redes sociales están llenos de tontería e imbecilidad en gran medida, el relato que nos presenta el documental El mochilero del hacha (Netflix, 2023) lo confirma e incluso expone lo peligroso que puede ser que algún personaje digital gane notoriedad.

En Internet cualquiera puede volverse famoso, no necesitas tener méritos ni talento. Las razones por las que un video se hace viral son como la vida misma, impredecibles. La exposición en redes sociales puede convertir a un tonto de capirote en celebridad o a un malviviente en redentor y brindarle prerrogativas que lo impulsen a un nivel inconmensurable.

Caleb Kai McGillvary era un muchacho perdido, sin planes, sin casa, y con un sinfín de problemas emocionales y mentales que no se hicieron conocidos hasta mucho después de hacerse famoso en Internet. En el 2013 gracias a una frase y un gesto tonto que pasó por memorable, los medios digitales lo convirtieron en héroe. El asesinato que cometió luego sorprendió al mundo y destapó la verdad sobre su personalidad.

El poder del Internet

Este audiovisual nos invita a reflexionar indirectamente sobre el poder del Internet, que puede ser maravilloso en muchos ámbitos, pero también ha generado la posibilidad de aumentar la visibilidad de gente que debería ser anónima y que gracias a esa fama pueden tener mayor facilidad en cometer acciones innobles.

No obstante, tal vez la responsabilidad no debería recaer sobre las herramientas, es la audiencia quién se encarga de otorgar fama inmerecida poniendo el foco sobre gente que termina siendo además de tonta, mala.

¿Qué buscamos online? ¿A quién seguimos? ¿Por qué las mayorías idealizan algunos personajes desafortunados o desagradables? Estos cuestionamientos serán algunos de los que nos hacemos al ver El mochilero del hacha.

El mundo digital actualmente es casi tan importante como el real, tiene un gran poder para bien o para mal. Precisamente por eso es vital ser responsable con el contenido que se consume y a quienes le damos visibilidad. La vida online da lugar al engaño y el deseo desmedido de algunos de obtener fama y fortuna fácil podría ser el comienzo de circunstancias no solo tontas también fatales.

Esta historia combina la tontería colectiva que reina en redes sociales, con la irresponsabilidad de una sociedad que proyecta la imagen de alguien sin medir las consecuencias.

Además expone la tragedia que termina siendo vivir sin ninguna orientación. El protagonista de esta historia se convierte en victimario y víctima de sí mismo probándonos lo importante que es tener algo (o alguien) de dónde agarrarse, al menos los primeros años de la vida siempre tan confusos.

Carmen Luisa Ugueto Liendo

@cluisauguetoliendo