Cívicamente | ¿Y dónde están mis vacas?
A través del chiste, el capitalismo ha logrado de forma certera posicionar su doctrina
17/08/2023.- En días recientes, entre todo lo que circula por redes sociales, me llamó la atención una publicación ilustrada que intentaba, de modo tendencioso y "humorístico", caracterizar los modelos económicos con dos vacas. Palabras más, palabras menos, decía:
En socialismo, tienes dos vacas, y el Gobierno te obliga a que le des una a tu vecino. En comunismo, esas dos vacas el Estado te las quita, y te da algo de la leche que produzca con ellas. En capitalismo, tienes dos vacas y vendes una y compras un toro y los reproduces y ganas luego mucho dinero comercializando con ellos.
Aunque eso ya lo había leído antes y se suponía que debía darme risa, porque se supone que es un chiste... Pero ¿lo es? Porque, en verdad, en lo que me puso a pensar fue en cuántas vacas tiene quien posteó ese contenido y cuántas tienen los que, en los comentarios, se solidarizaron con eso.
Evidentemente, a través del chiste, el capitalismo ha logrado, de forma certera, posicionar su doctrina. Claro, si lo hiciera desde la seriedad, estimularía la razón e iría en contra de sus fines.
Entonces, me quedé con la interrogante, que disipé de inmediato, al recordar que es cierto, que en capitalismo puedes comercializar con las vacas, pero no todos podemos hacer eso. Solo pueden los que controlan los medios de producción y tienen monopolios, que son unos pocos. Y tiene que ser así porque, dentro de esa lógica, si todo el mundo tiene vacas, ¿quién le va a comprar a quién?
Pero, volviendo al chiste, es hasta muy torpe, ¡porque es que no veo a nadie con sus vacas! ¿Dónde están mis dos vacas, esas por las cuales pelear para que el régimen no me obligue a compartirlas con mi vecino y menos que me las quite?
Aunque, pensándolo más, si en socialismo todo aquel que tiene una vaca la comparte; y, en comunismo, el Estado se las reserva y te da de lo que produce con ellas, estos sistemas sigues siendo mejor opción que el capitalismo, donde no tienes ninguna vaca, pero tienes que trabajar cuidando las de unos pocos, a quienes, además, debes comprarles la leche. Y, en la mayoría de los casos, lo que te pagan por cuidar sus vacas no alcanza, tanto que hasta una organización mundial existe para diseñar estrategias contra el hambre, en un mundo donde se supone que cada quien tiene dos vacas...
Carlos Manrrique