Cine para llevar | La presencia de Eduardo Palomo
El actor mexicano Eduardo Palomo falleció en 2003
Por su naturalidad, por su fuerza, por su talento, Eduardo Palomo ha sobrevivido al paso del tiempo. Su presencia no ha desaparecido de las pantallas, por el contrario, ahora podemos verlo no solo en la televisión, también en el teléfono u otras aplicaciones digitales, gracias a un sinnúmero de personas que comparten los capítulos de las producciones en las que participó en todos esos años de su corta, pero inolvidable, carrera artística.
En estos días no es raro ver en TikTok episodios completos de la que terminó siendo la producción más popular de su carrera, la telenovela Corazón salvaje que salió al aire en 1993. Su personaje, Juan del Diablo, es el alma de esta ficción que ha sido retransmitida incontables veces en televisión y ahora puede verse en diferentes medios.
Juan del Diablo tiene vida propia, forma parte del imaginario colectivo de la televisión en América Latina, aunque fue representado por Palomo hace treinta años.
Algunos actores no necesitan respirar para mantenerse vivos, al menos no en la pantalla ni en la memoria del público. Eduardo Palomo, nacido en Ciudad de México, el 13 de mayo de 1962, es uno de esos intérpretes que siguen generando reacciones, aunque ya no sean parte de este mundo material.
La distancia no es necesariamente el olvido cuando hablamos de artistas que realmente han construido una obra memorable.
Un verdadero actor
Eduardo Palomo no se quedó en el arquetipo de galán, admiraba a Robert de Niro y le interesaba expresarse a través de los roles que representaba. La fama solo fue una consecuencia de su talento. Aunque su obra en la televisión es la más conocida, el actor mexicano también hizo cine y sobre todo teatro, donde comenzó su carrera.
Más allá de su muerte prematura y el impacto que genera casi siempre en la imagen de un actor su desaparición a temprana edad, lo que ha convertido a Eduardo Palomo en un referente son sus cualidades histriónicas. No es un actor del montón, su voz, su forma de expresarse, el dominio que tenía de sus personajes y su capacidad de hacerlos verosímiles generan placer al verlo en escena.
Ver a Palomo actuar es como escuchar a un buen cantante, no cansa, sobrecoge, enamora. Esto último no tiene que ver con sus atributos físicos, su brillo viene del interior, de lo que transmite su personalidad, la que prestaba a cada uno de los roles que le tocó interpretar.
En televisión tuvo gran éxito en La pícara soñadora (1991), telenovela que protagonizó con la también desaparecida Mariana Levy; de igual modo en Huracán (1997) o Ramona (2000), entre tantas otras producciones. Actuó en películas como El misterio del Trinidad (2003), Un día sin mexicanos (2004), por nombrar dos de sus últimos trabajos.
En 2003, antes de morir, dijo lo siguiente en una entrevista por el estreno de El misterio del Trinidad: “Hace como dos años planeé algo que se viene a realizar ahora y es que ya puedo sustentar, apoyar y trabajar más dentro de la columna vertebral de mi carrera, que ha sido el cine y el teatro. Quería regresar a México, así como lo estoy haciendo, con una buena película”.
Lamentablemente su vida terminó muy pronto y ya no pudimos seguir viéndolo para descubrir qué más era capaz de hacer.
Como cuando un periodo feliz de la vida termina, Palomo nos dejó con las ganas de volver a él, a su talento y a sus personajes. Lo que ha sido bueno tras la pérdida se convierte en inolvidable, seguro por eso escribo este perfil sobre uno de los mejores actores del mundo.
Carmen Luisa Ugueto Liendo
@cluisauguetoliendo