Hablemos de eso | Nueva Política Económica

19/08/2023.- "La mayoría del Comité Central y yo personalmente hemos sustentado el punto de vista de que estas concesiones son necesarias y vamos a rogar a ustedes que respalden con su autoridad este punto de vista". ¿A qué concesiones se refiere? Pues, a concesiones a empresas extranjeras. Y argumenta por qué "necesitamos desde todo punto de vista" esos convenios:

... nuestra crisis económica es tan profunda que, de no recibir del extranjero utillaje (equipamiento, maquinaria) y ayuda técnica, no podremos restaurar con nuestras propias fuerzas la economía en ruinas. La simple importación de este utillaje es insuficiente. Se pueden entregar concesiones en condiciones más vastas, quizá, a los principales consorcios imperialistas —la cuarta parte de Bakú, la cuarta parte de Grozni, la cuarta parte de nuestras mejores reservas forestales— para asegurar así la obtención de utillaje y crear la base necesaria según la última palabra de la técnica...

Y para saber de qué está hablando, recordamos que Bakú es la capital del actual Azerbaiyán y Grozni de Chechenia, es decir, que habla de "concesiones" sobre más de medio millón de kilómetros cuadrados.

De este modo, podríamos alcanzar, por lo menos, en cierto grado… a los modernos consorcios avanzados de otros países. Nadie que examine con un criterio algo realista el actual estado de cosas puede dudar de que sin eso nos encontraremos en una situación muy difícil...

No hay ingenuidad en el planteamiento:

Las negociaciones con algunos de los mayores trusts del mundo han comenzado ya. Está claro que, por parte de ellos, eso no es un simple servicio que nos prestan: lo hacen pura y exclusivamente para recibir ganancias fabulosas (…) el capitalismo contemporáneo es un bandolero, un trust de bandoleros (…): se embolsa ganancias de varios centenares por cien, aprovechándose de su situación monopolista en el mercado mundial. Claro que eso nos saldrá muy caro; pero como la revolución mundial se hace esperar, no hay otra salida.

Esas palabras forman parte del discurso de Vladímir Ilích Uliánov, conocido como Lenin, líder indiscutido de la revolución socialista en Rusia; hablaba el 8 de marzo de 1921 en el X Congreso del Partido Comunista de Rusia.

Apenas nacía la primera revolución socialista exitosa de la historia. En 1917, los obreros, campesinos y soldados rusos tomaban el Palacio de Invierno para entregar todo el poder a los sóviets, los consejos en que deliberaban y empezaron a gobernar, con el partido bolchevique, el partido de Lenin, al frente. Las potencias imperialistas vislumbraron la amenaza para todo el sistema de dominación capitalista que había llevado a la cruenta Guerra Mundial (la Primera).

Apenas pudieron, los ejércitos imperialistas invadían Rusia: 50 mil efectivos checoslovacos, 40 mil británicos, 28 mil japoneses, 24 mil griegos, 13 mil estadounidenses, 12 mil franceses, 12 mil polacos, 4 mil canadienses, 4 mil serbios, 4 mil rumanos, 2 mil 500 italianos, 2 mil chinos, 150 australianos. Una guerra cruel y prolongada como guerra civil. Durante más de tres años, la naciente República Soviética tuvo que enfrentar la guerra con todos sus medios, con un altísimo costo en vidas y la destrucción de su economía.

En palabras de Lenin:

Durante varios años, el país volcó sus esfuerzos exclusivamente en las tareas militares, ayudó al cumplimiento de estas tareas con todos los medios a su alcance, sin escatimar nada de lo poco que quedaba, de sus escasas reservas y recursos. Solo al terminar la guerra hemos podido ver hasta dónde llegan la ruina y la miseria, que nos condenan por mucho tiempo a dedicarnos simplemente a restañar las heridas. Pero no podemos siquiera dedicarnos por entero a restañar estas heridas. Las dificultades técnicas de la desmovilización del ejército muestran en grado considerable la magnitud de la ruina, de la que dimana, entre otras cosas, una serie inevitable de crisis de carácter económico y social.

El contexto en que se crea la Nueva Política Económica (más conocida como NEP) es el de una nación en ruinas, asaltado por la destrucción de sus capacidades productivas, el hambre, las carencias de todo tipo, entre otras la de combustible, cosa llamativa en uno de los mayores productores de carbón y petróleo de la época. Las heridas de la guerra se manifestaban también en el crecimiento del "bandidaje", como lo llama Lenin.

Las decisiones económicas no podían ser las que hubieran correspondido a un tiempo de paz. Por ejemplo:

El Consejo de Comisarios del Pueblo acordó el 1 de febrero de 1921 comprar en el extranjero 18 millones 500 mil puds de hulla, pues ya entonces se barruntaba nuestra crisis de combustible. Entonces se puso ya en claro que tendríamos que gastar nuestras reservas de oro no solo en la adquisición de maquinaria. Esta maquinaria elevaría nuestra producción hullera; desde el punto de vista de nuestra economía, sería mejor adquirir en el extranjero máquinas para fomentar la industria hullera que comprar carbón; pero la crisis era tan grave que hubo necesidad de renunciar a este método, mejor en el aspecto económico, y pasar a otro peor, desembolsando medios en la compra de hulla que hubiéramos podido extraer en nuestro propio país. Aún tendremos que ceder más a fin de comprar artículos de consumo para los campesinos y los obreros.

La Nueva Política Económica (NEP) comprendía, entre otras medidas, el arrendamiento de fábricas del Estado para que fueran administradas por capitalistas nacionales o extranjeros, el libre mercado para la producción campesina, la promoción de pequeñas y medianas empresas privadas, la libre convertibilidad de la moneda y la atracción de capital extranjero a través de concesiones.

El 23 de noviembre (de 1920) se promulgó un decreto del Consejo de Comisarios del Pueblo en el que se expone este problema en la forma más aceptable para los capitalistas extranjeros. Cuando en los medios del partido hubo algunos malentendidos al respecto o una comprensión incompleta del problema, se celebraron varias reuniones, con personas que desempeñan cargos de responsabilidad, en las que se discutió el asunto. En general, este problema no ha originado discrepancias, aunque han llegado hasta nosotros no pocas protestas de obreros y campesinos. Se ha dicho lo siguiente: "Hemos expulsado a nuestros capitalistas y ahora se quiere llamar a capitalistas extranjeros" (…) Pero, en todo caso, con este decreto hemos dado un paso para iniciar relaciones basadas en el establecimiento de concesiones. Es preciso decir que, en la práctica —y esto no hay que olvidarlo nunca—, no hemos conseguido establecer ni una sola concesión. Nuestras discusiones giran en torno a si debemos esforzarnos por lograr establecerlas a toda costa. Que lo consigamos o no depende del capital internacional, y no de nuestras discusiones. El 1 de febrero de este año, el Consejo de Comisarios del Pueblo dictó otra disposición sobre las concesiones.

El primer punto dice: "Aprobar en principio la entrega de concesiones de petróleo en Grozni y Bakú y en otros yacimientos en explotación y dar comienzo a las negociaciones, llevándolas con celeridad".

Acentúa Lenin: "La mayoría del Comité Central y yo personalmente hemos sustentado el punto de vista de que estas concesiones son necesarias y vamos a rogar a ustedes que respalden con su autoridad este punto de vista".

Algunas fuentes de propaganda capitalista señalan la NEP como el momento en que Lenin reconoce la superioridad productiva del capitalismo. Nada más lejos de la verdad. El torturador acusa a la víctima. Las decisiones de aquel momento ayudaron a mantener al único Estado socialista, con independencia de lo ocurrido posteriormente. Lenin definía que la responsabilidad revolucionaria es actuar conforme a las limitaciones y posibilidades de las situaciones concretas.

Los paralelismos y las distancias con la Venezuela actual los dejamos para la discusión. Solo acentuamos que, en nuestras condiciones actuales, es menester explicar y hacer un llamado a tierra, tanto para reconocer las condiciones que nos obligan como para no olvidar las consecuencias de la producción y consumo capitalistas que hoy generan explotación, guerras y comprometen la vida en el planeta.

Un tema indispensable es profundizar y no dejar caer la organización popular. En dificultades y tiempos difíciles, es el pueblo el que tiene que asumir las riendas, nuestro poder popular, nuestras comunas, para discutir y ejercer gobierno, para controlar y generar conciencia, pero, sobre todo, para hacer posible con su protagonismo una nueva economía, fundada en el desarrollo de formas de producción y consumo alternativas, que apunten a una sociedad nueva.

 

Humberto González Silva

 

Referencia:

Lenin, V. I. (1987). Obras completas. Tomo 43: marzo-junio de 1921. Moscú: Progreso.  


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