La miss Celánea | Ciencia ficción tropical

Bitácora planeta Tierra. Año catorce mil 10°30′00″N 66°56′00″O

26/08/2023.- La destrucción empezó a finales del segundo milenio con la invención del cinematógrafo, la radio, el teléfono, el televisor; la modernización de las imprentas hasta producir montañas de papel interminables diariamente; las guerras con armas y las guerras de la palabra; las promesas rotas de aquellos cuya palabra tenía precio.

Los amos ricos compraron el tiempo de los esclavos que se creyeron libres porque un día pudieron comenzar a trabajar desde sus casas, y el dueño de la información se encargó de vender el producto de ese tiempo a otros esclavos que se creían más libres todavía y terminaban esclavos de una necesidad extraña porque otros les contaran lo que estaba aconteciendo en el mundo. Cuentan que muchos ni siquiera se asomaban a la ventana a corroborar si lo que les decían era cierto o no; realmente no les importaba demasiado.

La inmediatez desmenuzó las horas hasta que ya estas no alcanzaron para nada más que abarrotar palabras destinadas a un olvido inmediato, y encontró la información aplicaciones nuevas que aseguraron suculentos ingresos a los amos de la comunicación y a todo el resto de los poderosos.

La hija de quien envenenaba el alimento se casó con el dueño de los medios, y así multiplicaron las riquezas hasta que se les fue la mano con el cine, la violencia en la tele y la venta de armas: un ejército de gente que había visto ya demasiadas películas sobre invasión alienígena salió a la calle arrecha, y aquello fue como el barbarazo.

Los que quedaron se movieron hacia el monte, huyendo del desértico cemento citadino, donde no crecía ya ni un pequeño aguacate, y aprendieron a vivir desde el principio, a construir sus cosas y sus casas, a ser autosustentables.

Amasaron esa creatividad duramente atrofiada, y entonces recordaron aquello de la paz planetaria, el equilibrio y otras palabras raras que habían leído en un librito llamado Plan de la Patria, que encontraron unos arqueólogos en cierto territorio que según las escrituras se llamaba Venezuela. Comenzaron a vivir en armonía y aprendieron a aplicar los saberes de la era tecnológica con más sabiduría.

Entonces se vio claro: la utopía era posible, pero para alcanzarla se debía derrumbar el sistema completo.

 

Malú Rengifo


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