Punto de quiebre | Secuestraron a un comerciante

El plagio fue perpetrado sin realizar un solo disparo

Aquella camioneta venía a gran velocidad y se detuvo bruscamente justo al frente del Bodegón Costa Norte, ubicado en la calle Rondón de Puerto Cabello. Cinco hombres armados hasta los dientes se bajaron de la misma y uno quedó al volante. Todos llevaban chalecos antibalas, que los identificaban como presuntos integrantes de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim). Tenían gorros y cubiertas las caras con tapabocas y pasamontañas, pero eso es normal ahorita, porque mucha gente anda todavía cubriéndose por medidas de seguridad, porque el virus de la covid-19, que tanta gente mató en el país y en el mundo entero, no se ha ido del todo. Dos de los hombres se dirigieron a paso rápido hacia el bodegón, que a esa hora no tenía casi clientes, dos quedaron justo en la puerta del local, mientras el otro deambulaba por las adyacencias.

Una señora que estaba sentada en un banco fue conminada a ingresar al bodegón: “Pero para qué voy a entrar si yo no tengo nada que buscar allí, yo lo que estoy es esperando a mi sobrina, que entró a la tienda a comprar un papel de regalo”. “¡Que entre, señora!, no se da cuenta de que somos de la policía y andamos en un procedimiento especial”. “¡Y qué tengo yo que ver con que usted sea de la policía!”. “Nada, señora, nada, pero es mejor que entre, no vaya a ser cosa que se presente un tiroteo aquí afuera y usted esté allí en el medio de la balacera”. “¡Ay, no!, eso sí que no, ¡Ave María Purísima!, así sí que me voy para dentro”.

Otro señor mayor y un joven de unos 25 años iban pasando frente al bodegón y se percataron del movimiento de hombres armados y también fueron conminados a entrar en el bodegón. Otro señor de unos 35 años iba a entrar al local y cuando vio el movimiento extraño, tuvo intenciones de devolverse, pero uno de los sujetos que había quedado afuera le ordenó, con cara de bravo, que terminara de entrar.

 

Resistencia

Afuera la situación estaba totalmente controlada. Dentro, los dos supuestos policías habían logrado controlar al personal del establecimiento, pero el que sí ofrecía cierta resistencia era el comerciante ferretero de nacionalidad portuguesa, Antonio José Gómez Macedo, conocido en la región como Jóvito Gómez, de 55 años de edad, quien, además del bodegón, tenía negocios inmobiliarios y de ferretería.

“¿Pero por qué los tengo que acompañar si tengo todos mis documentos en regla? Tiene que decirme, primero, de qué se me acusa y si tengo que ir a la comisaría en calidad de testigo o como victimario. Toda mi vida he estado al lado de la ley y nunca, pero nunca, he pisado una sede policial, ni siquiera de visita. Además, veo que ustedes vienen aquí a allanar, porque vamos a estar claros, esto es un allanamiento a mi propiedad sin orden judicial alguna”, esgrimía el comerciante en un intento infructuoso por convencer a los supuestos policías de que no tenía nada que temer.

Pero el que fungía de jefe de la “comisión”, que ya estaba perdiendo la paciencia, le dijo en tono grueso que si no tenía nada que temer, debía acompañarlos para aclarar la situación y que ellos debían llevarlo por las buenas o por las malas, porque solo cumplían órdenes. Estas palabras retumbaron en el local y le dejaron claro a Gómez Macedo que hablaban en serio y que tan solo era cuestión de segundos para que lo golpearan, lo esposaran y lo sacaran a empujones, por lo que accedió acompañar a los hombres.

 

Hipótesis

Los empleados se comunicaron con la policía y notificaron la detención ilegal de su jefe. Numerosos policías y curiosos comenzaron a llegar al sitio. Todos los empleados fueron interrogados y los funcionarios colectaron todas las cámaras de grabación que había en la calle Rondón.

“Nosotros pensamos que se trata de un secuestro, porque así no actúa la policía. De todas formas, ya nos estamos comunicando con la Guardia Nacional, el Sebin, el Dgcim y las policías locales para ver si saben algo de este procedimiento, pero de igual forma ya ordenamos cerrar la zona, de tal manera que no puedan salir del puerto. Ya sabemos que tomaron hacia la vía de las playas de Gañango a bordo una camioneta marca Toyota, blanca, placa A03DK4k”, informó al encargado del local uno de los jefes de la comisión del Cicpc, que se encargó de las averiguaciones.

“Es realmente injusto que estas cosas ocurran. A la gente buena, cristiana, no deberían ocurrirle estas cosas. Son pruebas que nos va poniendo Dios en el camino y nosotros, como buenos cristianos, debemos encomendarnos a Dios nuestro Señor y dejar en sus manos nuestra suerte, porque, en definitiva, el dueño de nuestros destinos es Dios". Palabras más, palabras menos, salían de la boca de un sacerdote aragüeño que conocía desde hace varios años al comerciante Gómez Macedo y que se acercó al tener conocimiento de que lo habían secuestrado.

 

La huida y liberación

El grupo armado, que al parecer no pertenece a ningún cuerpo de seguridad del Estado, se apoderó del comerciante y huyó hacia las playas de Gañango, donde eran esperados por una lancha de dos motores, que se encargó de sacarlos de la entidad. Sin embargo, la policía se comunicó con todas las autoridades de los estados costeros, que incluía Aragua y Falcón.

El hombre que manejaba la camioneta Tacoma se dirigió hacia Patanemo, quizás para despistar a las autoridades, pero en una de las curvas se estrelló y optó por dejarla allí abandonada.

A las tres de la madrugada de ese mismo día, el comerciante Jóvito Gómez fue dejado en libertad en un sector de la población de Tucacas, en el estado Falcón. Al parecer los delincuentes optaron por dejarlo libre ante la imposibilidad de moverse con soltura debido al cerco policial.

 

 

 


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