31/08/2023.- En la sociedad venezolana actual hay individuos y grupos que se creen merecedores de "todo" y otros que creen y aceptan que esos individuos y grupos lo merecen "todo". Es parte de la cultura de la exclusión, donde unos tienen privilegios y otros se los mantienen.

Considero que viene también del pensamiento colonial, donde los ciudadanos son categorizados, siendo los de "primera clase" los grandes merecedores, que tienen entre sus prerrogativas menciones especiales para cumplir la ley o no.

Lo que es cierto es que ese tipo de conciencia ciudadana de "unos sí y otros no" nos aparta del bien común como máxima de la convivencia social.

El caso no radica siquiera en el contexto legal, y menos en el plano constitucional, pues tenemos, sin duda, una de las constituciones más garantistas del mundo. El tema es cómo nos vemos y nos reconocemos socialmente.

En ese merecer de algunos importa cómo luces, dónde vives y qué tanto consumes y de ahí parten los méritos para entrar en el selecto grupo de los "unos sí". Y eso no está mal. No digamos que son privilegios: llamémoslo inclusión. Es el ideal social. Lo malo es la resignación de los "otros no" a que el mundo es así e incluso a justificarlo con falsos paradigmas.

Además, este pensamiento nos convierte en una sociedad proclive al desconocimiento de la ley: unos porque merecen no cumplirla, otros porque se ven al margen de ella. También abre las puertas al opresor porque es un reconocimiento tácito de este.

Urge descolonizar nuestro pensamiento si queremos un Estado pleno de derecho y de justicia. No es solo un tema del accionar de las instituciones, pasa también por la conciencia ciudadana de hacer exigibles nuestros derechos sin complejo alguno y convencidos de que es posible ejercitarlos sin más limitaciones que las que puedan derivar de la ley.

No podemos resignarnos a las sociedades desiguales. Eso sería honrar poco o nada nuestra doctrina bolivariana, echar por tierra todas las gestas independentistas de las que somos herederos y por las cuales seguimos, pese al ataque imperial, empeñados porque seamos "todos" y no "unos sí y otros no".

Carlos Manrrique