Micromentarios | Una lámpara con genio incluido

05/09/2023.- Pase lo que pase, hágase lo que se haga, siempre habrá quien se queje de cualquier acción humana que se realice, incluso si la misma pretende eliminar cualquiera de los problemas que nos atormentan desde los primitivos tiempos en que nuestros antepasados vivían sobre los árboles de las praderas, instalados en las ramas de estos como frutos de la desmesura.

Pondré dos ejemplos. Primero, imaginemos que vamos por un camino cualquiera, urbano o rural. En cierto momento, nos topamos con una lámpara como la de Aladino, con un genio en su interior. Tan pronto lo liberamos, este nos concede aquello que le pidamos.

Mi petición sería que se solucionase el problema del hambre en el planeta. Que nadie más volviese a padecerla.

El genio me complacería y, a partir de entonces, todas las personas, de cualquier condición social, económica o psicológica, cualquier color de piel, cualquier ideología o fe, cualquier nacionalidad y edad, cualquier preferencia sexual, podría hacer cuantas comidas desease cada día. Cada porción estaría compuesta por los platillos más afines a su gusto.

Al instante, los medios de comunicación masiva y las redes sociales rebosarían no de mensajes de agradecimiento, sino de insultos y amenazas emitidos por personas que se sentirían afectadas negativamente por el prodigio.

En primer lugar, estarían aquellos cuyas vidas dependen de la no satisfacción del problema: los politiqueros. A ellos no les convendría una solución definitiva, sino que aquel permaneciera latente para mantener su negocio. Quise decir para seguir creyéndose importantes y necesarios. Luego estarían los productores, los distribuidores y los vendedores de alimentos, dado que las comidas eludirían los circuitos regulares para su adquisición, al aparecer ya preparadas en los platos.

Igualmente, se sentirían molestos los medios de comunicación, cuyo funcionamiento es financiado por la publicidad de alimentos y chucherías. A ellos se agregarían los publicistas y quienes actúan, filman o graban los anuncios de televisión y cine; los diseñadores de avisos, los fabricantes y vendedores de equipos domésticos… y pare usted de contar.

Un segundo ejemplo tiene más fuerza y concisión que lo expuesto hasta ahora: la mayoría de los agricultores reza para que llueva fuerte y el agua se esparza benéficamente por sus terrenos. Solo no lo hacen quienes cultivan tomates, ya que las cosechas de estos se dañan al ser golpeadas a mansalva por el agua celeste.

Cosas como estas me producen cortocircuitos cuando pienso que, se haga lo que se haga, alguien va a encontrarle algo maligno o negativo a nuestras acciones, aunque no la tengan.

Por supuesto, esto no quiere decir que debamos cruzarnos de brazos y de cerebro y dejar de luchar y soñar con un mundo mejor o el mejor de los mundos posible. Por mi parte, seguiré mirando el suelo mientras camino, vaya por donde vaya, para ver si hallo la lámpara con genio incluido y pedirle a este que nadie más sufra por hambre, en ningún lugar del planeta.

 

Armando José Sequera


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