Vitrina de nimiedades | ¿Cómo ser adivino en tiempos electorales?

25/05/2024.- Uno de los principales alimentos de las expectativas es nuestra visión de futuro. Así, lo que aún no ha pasado, o jamás pasará, es potente combustible para el presente, donde sufrimos por anticipado o celebramos silenciosamente mientras va pasando el tiempo, listo para calificar nuestras habilidades para leer los hechos por venir. Pero en épocas electorales, las tentaciones futuristas se salen de control, quizás para hacerle más fácil el camino a la emotividad.

Seguro saltará alguien a advertirnos que no se trata de adivinar cosas y, en todo caso, hay profesionales calificados para plantear los escenarios con rigor científico. Eso se sabe, como también se conocen algunas leyendas urbanas del mundo electoral: las verdaderas encuestas están en los comandos de campaña y nadie más las conocerá, existen estudios pagados, las empresas encuestadoras están alineadas con tal o cual candidato, entre otras afirmaciones que, de acuerdo con las circunstancias y los actores involucrados, pueden echar por tierra el impacto de unos resultados en términos de opinión pública. A la par de las elucubraciones también se desarrolla un debate académico sobre la confianza y acierto de estos estudios.

Si las encuestas son puestas por varios sectores en tela de juicio, ¿qué se necesita entonces para prever con bastante exactitud cuál será el resultado? Un termómetro para muchos son las redes sociales, con la consabida crítica sobre la influencia de los algoritmos y el descrédito endilgado a los medios tradicionales. En una plataforma en la cual es mucho más fácil acercarse y “dialogar” con quienes piensan igual a nosotros, ¿es posible aproximarnos un poco a la realidad?

Ver el mundo electoral desde las plataformas digitales también exige ese sexto sentido para distinguir lo real de lo manipulado. La proliferación de fake news, fenómenos advertidos por académicos como la llamada “cámara del eco” y los mensajes amplificados de forma artificial parecen indicar que la pretensión de avizorar posibles resultados no es factible por esa vía. Se necesita una amplia alfabetización mediática y un poderoso discurso para plantear una nueva mirada sobre lo que circula en estos entornos, con la guía de actores “neutros” (un término que tampoco escapa de señalamientos). 

En ese debate, no pueden dejarse de lado las políticas de manejo establecidas por las propias plataformas y la emergencia de la inteligencia artificial (IA) como un poderoso instrumento en casi todos los terrenos posibles. Ya en el Festival de Cannes se vio una muestra con la biopic de Vladimir Putin hecha con IA. Si con un presidente en ejercicio pasa eso, ¿qué no podríamos hacer con algunos candidatos?

Parece que la verdadera bola de cristal está en la calle: bastaría salir con el genuino deseo de leer lo que ocurre en los espacios públicos. Pero también aparecen los riesgos de sesgo: ¿Dónde nos movemos? ¿A quién escuchamos? ¿Cómo recibimos sus palabras? ¿Cómo evitar ser arrastrados por nuestras propias expectativas? En tiempos electorales, quizás, urge más entender que adivinar…

Rosa E. Pellegrino 

 


Noticias Relacionadas