Juegos Olímpicos de nuestra era renacen en Grecia su cuna original (I)

Para efectuar los primeros en Atenas en 1896 se realiza una colecta pública

En la carrera de los 100 metros planos el atleta adaptaba la posición de su agrado.

 

15/07/24.- Luego de la reunión convocada el 23 de junio de 1894 por el barón Pierre Fredy de Coubertin y realizada en el Rectorado de la Sorbona, la histórica Universidad de París, con representantes de Alemania, Bélgica, Francia, Grecia, Noruega, Estados Unidos, Inglaterra,  Suecia y Suiza, a los cuales convenció con un breve discurso para reanudar los Juegos Olímpicos, se precedió a constituir un comité, que en adelante se encargaría de la organización del certamen.

En el otro punto de la agenda se aclaró, entre otras situaciones, que los competidores deberían ser aficionados, que los premios de los primeros lugares deberían ser honoríficos y no económicos. Todos los países deberían tener las mismas oportunidades para actuar en los juegos, sin distinción de credos, religiones, razas u otras consideraciones de orden político o social. Las Olimpíadas tendrían un ciclo, como en la antigüedad, de cada cuatro años y sus juegos se celebrarían en una ciudad diferente en cada ocasión. Ahora se realizan en países, en cuya capital sitúan la sede principal y en su interior hay varias subsedes.

Coubertin señaló que como reconocimiento a sus investigaciones, y con el apoyo del Gobierno francés, proponía a París como sede, pero el delegado de Grecia, Demetrius Vikelas, quien fue nombrado como primer presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), expuso razones históricas y éticas, las cuales convencieron al resto de los delegados.

La determinación de la sede para Grecia provocó una crisis ministerial, porque se alegó que era muy costosa la celebración del certamen, y aunque ese país exhibía muchos escenarios los mismos estaban en ruinas, que más bien servían para la admiración de los turistas y no para competir.

Al conocerse la noticia se inició una colecta pública en todo el país y gracias al donativo de un millón de dracmas (moneda griega para la época) hecho por un griego residente en Egipto, Jorge Averoff, se pudo construir en Atenas una réplica del excepcional Estadio de Olimpia.

ENCENDIDO DE LA LLAMA

Tal como en la antigüedad, los primeros rayos del sol hacen contacto con un espejo cóncavo en el antiguo Estadio de Olimpia y encienden una vara impregnada de una grasa inflamable, sostenida por una espartana. La llama es transferida a un tazón de cerámica que tiene entre sus manos otra doncella. Enseguida se enciende la antorcha y comienza su traslado por medio de relevos de atletas, hasta el estadio de las competencias.

Este encendido, de una costumbre antigua, se inició en esta era en 1936. El fuego ha sido enviado dondequiera que se efectúen los juegos y en esta oportunidad llegó a París este 14 de julio, en el cual se celebra el Día de la Bastilla y es Fiesta Nacional en Francia, en conmemoración del 14 de julio de 1789, cuando los manifestantes salieron a las calles parisinas, con la finalidad de expresar su oposición a los reyes. La multitud fue en aumento y atacó la Bastilla, una fortaleza y prisión, lo que provocó la caída de la monarquía.

La llama, rumbo a París, portada por atletas, realizó un recorrido por varios puntos de Grecia, luego fue trasladada en la embarcación el "Belem" por otros tantos países europeos, y su llegada a París trasmitió el contundente mensaje de "libertad, igualdad, fraternidad", palabras con que se identifica a la Revolución Francesa.

De acuerdo a la información del Comité Organizador, la llama transportada por atletas de varias disciplinas, recorrerá importantes sitios como los Campos Elíseos, atravesará el Jardín de Luxemburgo un oasis verde de 25 hectáreas, situado en el corazón de la ciudad. El Gran Palacio y el Pequeño Palacio, la Plaza Vendôme, el museo Louvre y el Centre Pompidou, entre otras muchas zonas históricas y turísticas, antes de llegar a su destino final el día de la inauguración de los Juegos París 2024.

GRANDIOSO ESPECTÁCULO

El 5 de abril de 1896 se llevó a cabo el acto de inauguración en la recién construida réplica del Estadio de Olimpia, en Grecia. Fue presenciado por alrededor de 80 mil personas, que como en la antigüedad arribaron de varias partes de Grecia, a pie, a caballo o en coches tirados por bestias.

En la superficie de mármol blanco del estadio se efectuaron espectáculos musicales, se presentaron obras de teatro, en tragedias y comedias, además de otros referentes al folclor de las diferentes regiones griegas.

Tanto los competidores como los asistentes cantaron, de pie, el himno olímpico, composición que estuvo a cargo de los griegos Kostis Palamas (letra) y Spyros Samara (música). Antes se había cantado por primera vez el 25 de marzo (Día de la Independencia de Grecia) de 1896, y en el inicio del certamen fue interpretado por un coro formado por miembros de todas las sociedades musicales de ese país en el Estadio Olímpico. Años más tarde, en 1958, se estableció como himno oficial del Comité Olímpico Internacional.

Se escuchó el himno nacional griego y de inmediato el desfile de 241 atletas, representantes de 13 naciones. Se compitió en las disciplinas de gimnasia, atletismo, esgrima, lucha, tiro, ciclismo, equitación, halterofilia y tenis. En ese mismo acto se estableció que en adelante los desfiles deberían ser encabezados por la delegación griega y por orden alfabético el resto de las naciones participantes.

COMPETENCIAS Y LA GRAN HAZAÑA

Las competencias se llevaron a cabo en las nueve especialidades citadas y en la superficie del estadio –aunque demasiada larga y angosta– fueron realizadas las pruebas correspondientes a las carreras y los saltos, en las cuales los estadounidenses se impusieron en 9 de las 15 pruebas, además ganaron en tiro, mientras que los franceses dominaron en ciclismo y esgrima, los alemanes en gimnasia y lucha, Escocia y Dinamarca en halterofilia, Hungría y Austria en tenis, y natación efectuada mar adentro.

Los griegos saltaron de alegría cuando en la última prueba, el maratón, que se llevó a cabo en esa oportunidad sobre 39 kilómetros y 995 metros, se impuso Spiridon Loues (en otras fuentes se halla escrito el nombre Spyros Louis).

Esa prueba fue considerada la más espectacular en esos primeros juegos. Se corrió en honor al mensajero Filípides, quien de acuerdo al historiador Herodoto fue enviado antes de la batalla (no después) a Esparta (no a Atenas), para anunciar la llegada de las tropas del rey persa Darío I y solicitar refuerzos, ayuda negada por los espartanos, quienes alegaron que estaban en celebraciones religiosas.

Sucedió que los atenienses vencieron a los persas en los campos y en las playas de Maratón, victoria que terminó con la primera guerra médica en el año 490 antes de nuestra era.

En aquella época no existía el sistema métrico decimal, por el cual nos regimos en la actualidad, y las distancias se medían por leguas, pero con el correr del tiempo se midió la distancia entre esos dos lugares y resultó un aproximado de 40 kilómetros, distancia inicial de la prueba.

SEMBLANZA DEL FUNDADOR

Pierre Fredy de Coubertin, cuyo título de nobleza era barón de Coubertin, entró en la historia como el iniciador de los Juegos Olímpicos de la era moderna.

Nació en París, Francia, el 1° de enero de 1863 y falleció en Ginebra, Suiza, el 2 de septiembre de 1937. Se distinguió como docente e historiador. En Inglaterra incrementó sus estudios sobre Educación Física, materia por la cual buscó la perfección espiritual a través del deporte. Luego se dedicó a divulgar sus métodos en Francia, donde creó sociedades atléticas y fundó una revista dedicada a las actividades del músculo y la mente, reconocida por el Gobierno de su país.

Fue tanta su pasión por el deporte que se desmayó en la inauguración de los Juegos de 1896. Fue reanimado con tónicos y luego declaró que fue producto de la emoción del momento histórico.

JULIO BARAZARTE / CIUDAD CCS


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