Tinte polisémico | ¿Cultura financiera?
Un carácter de habilidad personal central para la vida
Comprender qué abarca el mundo particular de las finanzas y sus relaciones con la economía, la administración, la contabilidad, el derecho, los negocios domésticos e internacionales, los impuestos, la banca, los seguros, los títulos valores y las divisas, sería un enfoque de naturaleza académica y transdisciplinaria.
Visualizar las finanzas, considerando los distintos actores: particulares, institucionales, gubernamentales, intermediadores, reguladores, certificadores, entre otros, así como desentrañar los objetivos, intereses y motivaciones que los dinamizan a cada uno de ellos en los distintos mercados, es lo que podría denominarse “la cultura financiera” desde una perspectiva profesional.
No obstante, como toda área del conocimiento humano, existen otras aristas, y podemos destacar en esta oportunidad, la que refiere el conjunto de conocimientos, creencias, actitudes, aptitudes y comportamientos que tiene un individuo acerca de las decisiones económicas y financieras. Puede inferirse, en esta definición, que tiene una intima relación con la educación financiera.
Organismos internacionales, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Banco Mundial (BM), manejan el concepto de cultura financiera al referirlo a los consumidores e inversores en cuanto al nivel de comprensión de los productos y servicios, los riesgos y la información disponible; todo ello orientado a tener mejores juicios ante las oportunidades y decisiones de inversión y procura de préstamos, así como saber asesorarse al respecto. Es decir, le confieren a la cultura financiera un carácter de habilidad personal central para la vida y participación en la sociedad.
En noviembre de 2013, el BM publicó un trabajo (N° 82 mil 134) titulado Capacidades financieras en México: resultados de la encuesta nacional sobre comportamientos, actitudes y conocimientos financieros, firmado Rekha Reddy, Miriam Bruhn y Congyan Tan, cuyos resultados se basaron en una encuesta técnica realizada a más de 2 mil mexicanos. El estudio contó con el apoyo del Ministerio de Finanzas de la Federación Rusa, a través del Russia Trust Fund, Financial Literacy & Education.
Así, el estudio en referencia considera variables cualitativas para el análisis de la cultura financiera, entre las cuales resaltamos: planificación, presupuesto y seguimiento del gasto familiar, vivir de acuerdo a sus posibilidades, uso de servicios financieros e información, no gastar en exceso, cobertura de imprevistos, ahorro e inversión, actitud respecto al futuro, comportamiento no impulsivo al consumo y orientación al logro de objetivos.
Cabe destacar que otros análisis de orden estadístico, realizados en países suramericanos (Colombia, Perú), arrojan resultados que establecen correlación positiva entre los niveles educativos y las capacidades y conocimientos de tipo financiero, por ejemplo, las nociones de aritmética para el cálculo del interés, valor del dinero en el tiempo, diversificación de inversiones, entre otros. También han servido para correlacionar las capacidades financieras con el emprendimiento.
Considero útil y valioso el documento antes referido y preparado por el Banco Mundial, por su aplicación al contexto latinoamericano, por quienes contribuyeron en su financiación y para considerar algunos aspectos y factores que se toman en cuenta en el análisis de la cultura financiera de una población y sus impactos para el desarrollo económico y social.
En virtud de lo antes expuesto, me permito proponer la incorporación en el pénsum de educación media asignaturas que apunten a formar y dotar a las y los jóvenes de sólidas nociones de orden financiero, que se conviertan en herramientas para su vida personal, acometer emprendimientos, descifrar la intencionalidad de las tendencias (como los criptoactivos), comprender la globalización financiera y contar con el marco teórico y técnico, que les permita analizar críticamente el sistema capitalista.
Proponer una arquitectura socioeconómica más justa y humana demanda descifrar la lógica de la cultura financiera imperante y de esta forma proponer modelos no basados en la especulación, repensar en la opción de un orden socialista para el siglo XXI.