Tinte polisémico | ¿Es verdaderamente inteligente la IA?

La capacidad de los ordenadores para resolver problemas y tomar decisiones autónomamente sin la intervención del ser humano, es lo que se conoce como la inteligencia artificial (IA) o el aprendizaje automático (machine learning).

Ya desde las décadas de los años 40 y 50 del siglo pasado, se trabajaba en el ámbito científico de lo que conocemos hoy día como la (IA). En 1943 Warren McCulloch y Walter Pitts hicieron conocer su prototipo de neuronas artificiales, el primer paso en la evolución de la IA.

La inteligencia artificial, surgió como disciplina en una conferencia de computación en el Dartmouth College (New Hampshire, USA) en 1956. Los pioneros en este nuevo campo fueron John McCarthy, de la Universidad de Stanford; Allen Newell y Herbert Simon, ambos de Carniege Mellon; y Marvin Minsky nacido en Nueva York el 09 de agosto 1927 y fallecido el 24 de enero de 2016, habiéndose desempeñado como catedrático del MIT.  

Ahora bien, ilustremos con algunos ejemplos, inclusive anecdóticos e históricos y en ámbitos muy particulares, donde normalmente se requiere la intervención de la racionalidad humana para dar respuestas a las situaciones problemáticas y en las cuales la IA hoy día, tiene dificultades para dar resolución emulando al ser humano.

Comencemos con los casos de Deep blue y Deeper blue, desarrolladas por IBM en los años 1996 y 1997 respectivamente; que se enfrentaron y alternaron victorias y derrotas, con el gran maestro y campeón mundial de ajedrez Gary Kaspárov.

¿Podrían haber sido capaces las creaciones de IBM, sin intervención humana, de jugar damas?

Otra consideración de índole estadístico y con implicaciones en el campo de la medicina, es la correlación estadística entre variables, no se encuentra necesariamente basada en la causalidad. Se hace imprescindible tener conocimiento profundo de la realidad, del fenómeno.

Resulta aún hoy, insustituible en el diagnóstico la participación del médico, su criterio de análisis, en otras palabras, tener acumulados en una supermemoria, todos los conocimientos actuales de biología celular y fisiología, no significa que el computador, sabe de la práctica médica, no sabe diagnosticar, no cuenta con el ojo “clínico”.

 ¿Se podrá examinar un cuerpo humano con la sensibilidad y percepción sensorial de un Homo sapiens, es sustituible en todas las circunstancias y situaciones por un “Sistema Experto”?

Así también, se habla actualmente de la IA buena (sistemas expertos), basada en la lógica, e IA mala, basada en la Big Data, cuyo estudio se encarga del análisis de copiosísimas cantidades de datos e información.

Surgen en las series de datos (asociados al tiempo), ciertos patrones de regularidad, lo que los hace adecuados, les dota de la cualidad, para hacer prognosis con la IA. Tenemos ejemplos típicos con los comportamientos y el tratamiento de los mercados financieros, a tal punto que dio origen a la escuela matemática estocástica de las finanzas corporativas.

Pero cuando surgen “Cisnes Negros”, es decir, que aparecen datos que no encajan en ninguno de los parámetros o expectativas, no se acoplan a los modelos formulados, no se logra explicarlos, la IA no puede precisar las causas o determinantes que originaron el fenómeno.

La IA no puede, al menos por lo pronto, identificar y establecer las diferencias entre los significantes y los significados, es una cualidad de los seres humanos.

Puedo transmitir a la máquina, la relación o las reglas de vinculación entre palabras como: mesa, con silla, madera, comedor, cena, desayuno y almuerzo, pero el ordenador, desconoce, no sabe, que es una mesa y que puede servir para poner un balón de básquetbol o un zapato para observarlo y dibujarlo, o también puede servir para hacer el amor, en un momento de intensa pasión.

La IA no tiene el conocimiento del mundo real, aunque se está trabajando en estos momentos arduamente, en centros de investigación y desarrollo, para que los ordenadores aprehendieran todo ese universo, que nosotros tenemos al alcance de nuestros sentidos, sensorio y del estudio sistemático, y como parte integral de ese cosmos que denominamos naturaleza.

Marvin Minsky se empeñó y creyó que era posible que las máquinas sintieran y pensaran como los seres humanos, a eso dedico su vida como académico, sin embargo, no puede dejar de observarse, desde el campo de las ciencias sociales, abordar la dimensión axiológica de la ciencia, y desde el sur global, plantearse, a pesar de las brechas y desigualdades, el tema de la pertinencia y la apropiación con criterios éticos de las nuevas tecnologías.

Concluimos con un caso e inquietud concretísima, contamos como región, desde nuestras realidades, por citar dos elementos, con los chips necesarios y el saber informático, para avanzar al ritmo de los grandes centros tecnológicos occidentales en IA, y para lograr convertirnos en una potencia regional.

¿Es a través del estudio disciplinado y acelerado, y el copiar adaptando, las rutas y caminos que han seguido naciones como China, Irán, Vietnam e India, entre otros, por el progreso social de todos nuestros pueblos?

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Héctor E. Aponte Díaz

Email: tintepolisemicohead@gmail.com

Caracas, 08 de mayo / 2024.

 

         

             

           

 


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