Contraplano | Grotesca y disruptiva crítica social de David Suárez

 

13/07/2024.- En una conversación laboral, una querida compañera, colega y amiga de Ciudad CCS me comentó que llegó a ver una película venezolana que le causó repulsión. Curioso ante el comentario, le pregunté por el nombre y me dijo: Pandemonium, la capital del infierno (Venezuela, 1997). En el mismo diálogo, me explicó que su reacción se debió a que sintió que había visto lo peor del ser humano condensado en 96 minutos. Esa descripción fue suficiente para despertar mi ánimo y ver esta película.

Admito que, sin haber visualizado la producción, erróneamente la llegué a subestimar. Me decía que, en este punto, pocas producciones en el cine me podrían causar repulsión o aversión. De hecho, fue así. Contrariamente a mi amiga —a quien respeto, aprecio y valoro—, al llegar a la escena de los créditos, consideré a Pandemonium, la capital del infierno como una de las cintas venezolanas que más me ha logrado cautivar y fascinar.

La historia, dirigida por Román Chalbaud (1931-2023), transcurre en la ciudad capital, momentos antes del Caracazo de 1989, en una construcción abandonada repleta de olvidados y marginados. En una parte de la estructura, y postrado en una cama por discapacidad, vive Adonai, un fracasado poeta que conduce un programa de radio —llamado Pandemonium—, que se transmite por parlantes localizados en la azotea. Junto a él están su ambiciosa y decadente madre, Carmín, y Demetria, una suerte de "hermana" y amante.

Pero Adonai no es el único hijo en esta familia. El cuadro lo completa el inescrupuloso Radamés, otro hijo de Carmín, preso por corrupción y malversación de fondos.

El caos en la trama se dispara cuando Demetria planifica, en complicidad con los lujuriosos Onésimo y Hermes, el robo de un maletín cargado de dinero que dejó en custodia Radamés a Carmín.

Violencia, decadencia política, corrupción, prostitución, incesto, venta de mujeres y amoralidad marcan esta grotesca historia con toques de fantasía, diálogos hilarantes y bastante crítica social de la época, que a muchos puede llegar a chocar.

Además de la perfecta dirección de Chalbaud, Pandemonium, la capital del infierno, resalta por las actuaciones de un extraordinario elenco, en el que brillan Amalia Pérez Díaz, Elaiza Gil y Miguelangel Landa.

Asimismo, esta película destaca por su descabellada historia —diría que es el mayor valor—, escrita, en parte, por David Suárez (1955-1995), uno de los guionistas venezolanos más importantes y, paradójicamente, más olvidados entre los amantes del cine nacional.

En 2008, el crítico de cine venezolano Rodolfo Izaguirre consideraba a Suárez como un contador de historias único en nuestro país:

Él es el primer guionista de cine que nace en el cine (…) porque hasta él, hasta entonces, hasta ese momento, todos los guionistas vienen o de la literatura o del teatro (…) y este [David Suárez] es el primero que piensa no con ideas, sino con imágenes.1

Ambientes corrosivos con personajes marginados, que rompen con convencionalismos sociales y que retan a toda autoridad, son marcas de Suárez; y eso es lo que abunda en Pandemonium, la capital del infierno, una de las películas más extraordinarias del cine venezolano que he visto.

Sin hacer spoiler, las escenas de la aparición de Satanás en el cementerio y del diálogo crucial entre Adonai y Carmín están entre mis favoritas.

Para intercambio de opiniones y conocer más sobre Pandemonium, la capital del infierno, puede escribir a columnacontraplano@gmail.com

 

Carlos Alejandro Martín

 

1 Cita tomada de Esté Peña, Juan Saim y Amira Victoria (s.f.) Vida y Obra de David Suárez. Tesis especial de grado.


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