Ad libitum | Suerte de principiante. Parte 2

02/09/2024.- El rock dio la oportunidad para que muchos jóvenes con inquietudes musicales y conocimientos rudimentarios sobre música se reunieran por las tardes en sus casas para tocar las canciones que escuchaban en la radio. Alexis era uno de esos muchachos que cantaba en las fiestas con sus vecinos y coleccionaba los discos de Elvis Presley. Un amigo suyo, Carlos Cisneros, quien tocaba el piano y se había unido a Los Supersónicos, le dio la oportunidad de asistir a un ensayo.

Ese sábado fui presentado con cada uno de los miembros de la banda. Eran un grupo de muchachos de la Escuela Técnica Industrial, amantes de la música. Trajeron un amplificador marca Premiere, una guitarra de la misma firma, una batería con tambores y platillos de diferentes marcas y un bajo construido por ellos en los talleres de la escuela. El sonido me impactó y me hice amigo de Los Supersónicos; entonces, me permitían estar en los ensayos y yo los ayudaba con los parlantes y los cables.

Al poco tiempo la banda recibió una invitación para hacer una presentación en un programa de televisión.

Por alguna razón que nunca supe, hubo una discusión y el que tocaba la segunda guitarra abandonó el grupo. Entonces me preguntaron si era capaz de aprender a tocar guitarra para actuar en el programa de televisión. Armando Veitia, el primer guitarrista, sería mi instructor. Practicamos dos horas y al final de la tarde estábamos sonando en conjunto. La presentación fue un éxito y me pidieron que me uniera al grupo. Yo por supuesto les dije que sí.

Más adelante Alexis pasó a tocar el bajo, y entró en el grupo Enrique Piñero en la segunda guitarra. De tal manera que la formación inicial de Los Supersónicos contaba con Esteban Ruiz como cantante, Armando Veitia en la primera guitarra, Augusto Pablo Díaz (Ivo) como segunda voz y Nelson Ruiz en la batería.

La banda ensayaba los sábados por la tarde y asistía gran cantidad de jóvenes. Llegó un momento en que eran tantos que ya no podían ensayar. Así surgió la idea de los conciertos en las calles, lo cual trajo como consecuencia, arrestos y la intervención de las autoridades.

Tal era el escándalo, que la gobernación nos concedió un permiso para que tocáramos en el anfiteatro del parque La Paz y la concha acústica, allí podíamos invitar a todo el que quisiera escucharnos. La noticia de lo que sucedía llegó a la Facultad de Psicología de la Universidad Central de Venezuela, y para saber qué era lo que estaba pasando nos hicieron una entrevista tratando de averiguar si se trataba de algún fenómeno social. La verdad es que la juventud estaba muy controlada por los mayores y prevalecían los prejuicios. Existía un sentimiento ahogado entre nosotros en busca de escape y Los Supersónicos sin saberlo ayudamos a que explotara.

Los conciertos callejeros no solo llamaron la atención de las autoridades, el locutor Alfredo José Mena, quien tenía un programa en Radio Caracas Radio, se interesó en el grupo y los presentó en su espacio. Luego pasaron a la televisión y comenzaron a grabar discos, hacer giras nacionales y al exterior; una aventura que terminó en 1969 con siete discos y miles de admiradores que hoy recuerdan sus canciones.

Luis Armando Ugueto 

 


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