Punto de quiebre | Crimen monstruoso

Sexagenario apuñaló a su mecánico de confianza luego de una discusión

24/09/2024.- Amílcar Guzmán nunca pensó que iba a ser precisamente la mujer quien le opondría resistencia; pero, sí, fue ella quien lo enfrentó, a pesar de sus cincuenta y pico de años. Lo hizo armada con un cuchillo. Guzmán era el vigilante del edificio. Él no sabía lo que había hecho aquella pareja, pero sí sabía que se trataba de algo malo, porque venían corriendo desde el sitio donde él escuchó los gritos y, además, estaban manchados de sangre.

"Alto ahí, deténganse", alcanzó a decirles poco antes de que la hoja metálica brillara a mitad del pasillo. Los ojos de la mujer cincuentona también brillaron, pero de rabia, de miedo, de nervios.

La mujer se le abalanzó sobre el vigilante, mientras le decía —más bien, le ordenaba— a su compañero que huyera del lugar. Sin embargo, el vigilante no se amilanó y logró sujetar a la fémina por la muñeca del brazo donde tenía el cuchillo. Forcejearon por varios segundos hasta que el arma cayó al suelo.

El vigilante le dio una patada al cuchillo y soltó el brazo de la mujer, lo que aprovechó esta para salir corriendo del lugar. Amílcar Guzmán tuvo intenciones de perseguirlos, pero recordó que él había acudido al sitio orientado por unos gritos, y que todavía no averiguaba qué había pasado, quién gritaba y si esa persona necesitaba ayuda, por lo que decidió continuar escaleras arriba.

Se percató de que el apartamento del señor Samuel Jaime Machado, de 65 años de edad, quien vivía solo, tenía la puerta abierta y decidió llamarlo para ver si esa era la fuente de origen de los gritos. A esa hora casi no deambulaban vecinos en la residencia Cotoperí, en la avenida El Paují, de la urbanización Los Naranjos, al sureste de Caracas.

Lo llamó por su nombre, pero el señor Samuel no contestó. Medio empujó la puerta y vio algo de desorden. Al escrutar bien el sitio, se percató del cuerpo inerte en la entrada de la cocina. Se acercó y de inmediato lo reconoció, incluso con toda la cara llena de sangre.

La policía determinó que el infortunado había sido asesinado de múltiples puñaladas. En el lugar no faltaba nada, por lo que el móvil del robo fue descartado. La profundidad de alguna de las heridas determinó que las mismas le fueron ocasionadas por un hombre, no por una mujer.

Luego se supo que la pareja ingresó a las residencias Cotoperí tras decir que iban al apartamento del señor Samuel, ya que ellos eran mecánicos suyos y venían a finiquitar el pago de una reparación realizada días atrás.

El Cicpc inició las investigaciones, mientras agentes de la policía municipal de El Hatillo realizaron un rastreo por toda la zona y lograron establecer que una pareja con características similares se había internado en un área boscosa. Tres horas después, ya caída la noche, dieron con su paradero, logrando capturarlos. Fueron identificados como Judith Carolina Ufre Bello y el mecánico Daniel Alfonso Hernández Bazán.

La pareja y la víctima tenían una amistad de varios años, ya que Bazán Hernández siempre lo socorría reparándole su auto. No obstante, se supo que el móvil del crimen fue una deuda que la víctima tenía con el victimario por uno de los arreglos y el segundo pretendía cobrar una suma diferente a la acordada.

 

Wilmer Poleo Zerpa


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