Historia viva | Paz, convivencia y no violencia
29/01/2025.- Europa todos los años en esta época conmemora la violenta tragedia provocada por los nazis a las víctimas del holocausto en Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora mira sin vergüenza la tragedia provocada por el sionismo de Israel al pueblo palestino de Gaza ocho décadas después, mayor que los genocidios de los años cuarenta del siglo XX.
Ya todos conocemos la capacidad de destrucción que tiene Israel en el enclave del Medio Oriente, igual que el servicio que presta a las élites occidentales en la preservación de sus intereses estratégicos, energéticos y en la proyección de políticas genocidas sobre la población árabe o los miles y millones de seres humanos en el Medio o Lejano Oriente.
Los nazis llamaron a aquel lugar lúgubre y atroz Konzentrationslager Auschwitz, que traducido al castellano sería "campo de concentración" pero en realidad fue de exterminio, tal cual lo está haciendo el sionismo en Gaza y en Palestina. Paradójicamente, los que financian a Israel con las armas usadas para este exterminio del pueblo palestino son los gobiernos de Estados Unidos, que no habla de paz, sino de negocios, tal y como lo señaló Donald Trump hace poco: "Casi todo está demolido y la gente está muriendo allí. Así que preferiría involucrarme con algunas de las naciones árabes y construir viviendas en una ubicación diferente, donde quizás puedan vivir en paz alguna vez".
El empresario inmobiliario, ahora de nuevo presidente de Estados Unidos, piensa cómo negociar la rentabilidad de construir ciudades en la Franja, adosando los costos a algunos socios petroleros árabes para construir casas, paraísos fiscales, hoteles y una que otra factoría de provecho para sacarle dinero a los trimillonarios sauditas. "Limpiemos eso", dijo el nuevo regente de la Casa Blanca, como si se tratara de una basura.
En Gaza, ya no puede haber convivencia porque todo está destruido. Solo la paz de los sepulcros se presenta entre los vientos de soledad y tragedia humana, donde nada más hay escombros, polvo y desolación.
La retórica hipócrita de la paz y los derechos humanos de nuevo tiene ocupado a los voceros de los gobiernos de las potencias occidentales, haciendo gimnasia de la mentira y dando vueltas en un trampolín que no llevará al abismo de las mentiras porque ya no les queda cómo ocultar sus responsabilidades en esa guerra.
Les queda la fanfarronería revanchista de Trump para hablar de ultimátums, según él, para acabar con la guerra sionista contra el pueblo palestino, o la atropellada derrota de Zelenski en una Ucrania que vuelve a sus orígenes culturales y donde se ubica la génesis del pueblo ruso. La aplastante derrota de la OTAN, que trata de ocultar Trump con maquillaje de payaso grotesco, da cuenta de una aventura de ocupación estratégica diseñada por ellos para ocupar territorios estratégicos de Rusia.
Así, los conceptos de paz, convivencia y no violencia se ven atropellados por una narrativa revanchista, agresiva y supremacista que tiene a contracorriente las luchas de los pueblos por la democracia verdadera, la justicia social y la estabilidad política. De este modo lo hacemos los llamados a fortalecer el Eje del Buen Vivir en nuestra América y el Caribe: Bolivia, Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Nuestros pueblos han aprendido a fortalecer su voluntad de resistencia para luchar en términos creativos, construyendo independencia productiva y neutralizando a los enemigos por donde sea que ataquen. Hemos aprendido duras lecciones de gobiernos agresores a los que se les enredó la trampa en el tobillo y están atrapados en sus propias cuerdas de bloqueos y medidas coercitivas. Dado los déficits energéticos en esos países, no es tiempo de ambigüedades ni de pandereteos escurridizos.
Sin embargo, a la luz de los nuevos escenarios de una mentalidad líquida y hasta gaseosa, donde nos han llevado las tecnologías de la información, parodiando a Zygmunt Bauman, tenemos que desarrollar una nueva epistemología de la paz y la convivencia que aprecie las circunstancias humanas actuales y futuras. Esperemos que el dominio de la racionalidad y la conciencia humana sean las líneas orientadoras para que la sociedad no sucumba ante la pérdida de la memoria, de los afectos, de la identidad y la pertinencia cultural; que no perdamos el sentido del espacio y el tiempo donde se desenvuelven los imaginarios simbólicos de la memoria histórica.
Las amenazas y debilidades que nos tratan de imponer los revanchistas fanfarrones de la guerra cognitiva debemos convertirlas en fortalezas y oportunidades con planes patriotas, unidad de los pueblos, estudio y creación política fecunda, paz cognitiva y profundización de los derechos humanos al conocimiento de nuestras historias para desarrollar la inteligencia natural, usando las herramientas de la inteligencia artificial, con racionalidad para la conciencia histórica y el bien humano.
Aldemaro Barrios Romero
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