El legendario deportista Julio César León cumple 100 años de edad
Este domingo 2 de febrero será motivo de un merecido homenaje
31/01/25.- El deportista Julio César León cumple, este domingo 2 de febrero, un siglo de feliz existencia, por lo cual se le realizará, ese mismo día, un merecido homenaje en la sede del Comité Olímpico Venezolano (COV), situado en la calle Estadio de la parroquia El Paraíso.
Escribir sobre un personaje a quien se le han volcado cientos de páginas de sus actuaciones en el ámbito deportivo, como ciudadano ejemplar y admirado por varias generaciones, resulta difícil, porque Julio César León Aranguren puede ser señalado, sin temor a equivocaciones, como una figura mitológica en el deporte o un verdadero miembro del Olimpo.
Recuerdo que en 2023, cuando cumplió los 98 años, le realizamos una visita y en esa oportunidad escribimos, de manera objetiva, todo lo relatado por él en su casa de habitación, en una clara mañana sabatina, acompañado de la periodista Milagros Rodríguez y los dirigentes deportivos Joel Marín Medina (fallecido en fecha posterior) y Efraín Velásquez.
Julio César León, como es conocido en el ámbito mundial, nos recibió en compañía de sus hijos Carmen y Julio, en una acogedora sala, donde se aprecia entre otros ornamentos la pintura de una bella dama identificada como Carmen Elisa Cubillán, su fallecida esposa, la cual tiene presente, tanto en su mente como en el corazón, en todo momento.
Antes de dar inicio a su relato ofreció un mensaje dirigido a todo el país, o con más claridad a todo el mundo: “El deporte tiene muchas cosas bellas y una de ellas es que sirve para unir y debe ser utilizado para buscar soluciones a todos los problemas que se presenten, tanto en lo personal, como en las organizaciones y además es un vehículo muy efectivo para las comunicaciones”.
Su primera bicicleta
Entre sus recuerdos señala que su primera bicicleta se la regaló, cuando tenía apenas cuatro años de edad, su tío paterno Pedro, con motivo de las festividades de los Reyes Magos y agrega con muy buen humor, que sirvió para solucionar un problema familiar, porque él con sus escasos conocimientos de la vida en esa época, se la pasaba peleando con su papá, para que le suministrara una.
De ahí su costumbre de trasladarse a muchas partes, como asistir a clases, para realizar las diligencias que le encomendaban, salir de paseo a diario y antes de cumplir los quince años ya conocía los pueblos situados en su natal Trujillo como Valera, Boconó, Betijoque, Pampán, Pampanito y Escuque entre otros. Llegó un momento en que conocía todos los caminos o carreteras de la zona.
En plena adolescencia conquistó sus primeros lugares en las carreras ciclistas, realizadas en su patria chica, donde llegó a ser campeón imbatible por un tiempo bastante prolongado hasta que decidió viajar a Caracas, donde su hermano Francisco José León estudiaba primer año de medicina en la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Es necesario recordar que el doctor Francisco José León fue el fundador del servicio médico del Instituto Nacional de Deportes, institución donde laboró por mucho tiempo y se dio a conocer como un protector de aquellos atletas que acudían en busca de auxilios en cualquier momento y lugar.
A Julio César León, en su decisión de viajar a Caracas se le ocurrió, de acuerdo con su relato, realizar el enorme recorrido desde Trujillo a la capital con una bicicleta bien acondicionada, porque ya estaba en excelentes condiciones físicas y mentales para llegar a su destino en su vehículo, el cual ya lo sentía como parte de su humanidad.
Su viaje, en junio de 1944 (no recuerda el día) comenzó en Trujillo, en horas de la madrugada y su primera escala fue en Barquisimeto, luego de un agotador esfuerzo, donde llegó a mediados de la tarde y se quedó en una pensión. Al día siguiente arribó a San Felipe, estado Yaracuy, localidad donde vivían algunos de sus familiares maternos. Descansó hasta la madrugada para seguir rumbo a Valencia, donde durmió toda una noche y desde esta ciudad siguió a Caracas, donde se encontró con su hermano Francisco.
Proyección a la fama en Caracas
Residenciado en Caracas, aún provinciana pues no pasaba de los 300 mil habitantes y todo el mundo se conocía con sus habilidades y defectos, volvió a las competencias que se realizaban con aficionados, entre los cuales Julio César León impuso su categoría de buen ciclista en las pruebas que se realizaban en jornadas dominicales.
En Caracas se tenían las avenidas La Paz y O’Higgins, en la zona de El Paraíso, como una especie de velódromo para carreras en las que impuso su clase hasta el punto que no tuvo rivales en las competencias de velocidad que se realizaban en esa localidad.
En esas lides se impuso como campeón distrital, luego comenzó a competir en las pruebas de carretera y la primera que ganó fue la Caracas-Valencia, en julio de 1945. Su racha ganadora estuvo por mucho tiempo, hasta que fue calificado como monarca nacional y cuando incursionó en las pruebas internacionales llegó a convertirse en un líder suramericano. Igualmente, en las carreras de velocidad derrotó a los mejores desde México hasta Argentina. Señala también que los estadounidenses no cultivaban la disciplina del ciclismo.
Cubrió toda una época como competidor ganador en infinidad de carreras, tanto de pista como de carretera y recuerda sus primeras competencias en Caracas, efectuadas en la zona donde residía conocida como El Rosal, la cual era una hacienda con casitas pequeñas y acogedoras. Igualmente señaló que los premios consistían en medallas y trofeos, porque no aceptaban dinero por el temor de ser considerados profesionales.
"Mi estadía en Caracas fue muy agradable y aún lo es, pero en mi época me reconocieron periodistas de la calidad de Pancho Pepe Cróquer, Juan Antillano Valarino, quien firmaba como A.V. Jota, Herman 'Chiquitín' Ettedgui, Abelardo Raidi, Andrés Eloy Delinger, Franklin White y Andrés Miranda. Todos ellos me invitaban a sus sitios de labores, para realizarme entrevistas cada vez que ganada alguna carrera y ¡fueron muchas!"
A mediados de 1945 se impuso en una prueba de fondo, en Trinidad-Tobago, que lo proyectó internacionalmente y consiguió el apoyo desinteresado de los dirigentes del ciclismo de esa nación para sus futuras actuaciones.
Camino lleno de proezas
Se puede asegurar, sin temor a equivocaciones, que la vida de Julio César León está llena de éxitos, supo sortear muchos obstáculos que se le presentaron en el camino y hay un episodio en el cual fue víctima de la envidia y salió ileso de todas las trampas que le colocaron.
Cuando tuvo la noticia de la celebración de los XIV Juegos Olímpicos de 1948, que se realizarían en Londres, inicio una serie de gestiones para competir en tan magno evento. Se acercó a las autoridades deportivas y a las instituciones oficiales, en la búsqueda de apoyo para el viaje hacia la capital de Inglaterra.
Cuando dio a conocer su propósito, enseguida dirigentes del ciclismo, algunos deportistas y uno que otro incluido en el ambiente deportivo combatieron su idea, pero era solo por la envidia que provocaba su comportamiento como buen deportista y ciudadano ejemplar.
Tuvo contacto con miembros de la Embajada Británica en Caracas y ellos le ofrecieron apoyo para su traslado a Londres, pero personas, conocidas de Julio César León, poco confiables buscaron entorpecer esas relaciones con los diplomáticos ingleses, sin resultado alguno.
En esa época de la década de los 40, las sedes diplomáticas recibían suministros de sus países y en la oportunidad que llegó un avión británico a traer productos a su sede en Caracas, le avisaron al atleta que podía viajar a Londres cuando la nave regresara.
No tenía dinero, pero el viaje (de acuerdo a lo que nos señaló) en compañía de su esposa Carmen Elisa, lo realizó en un avión bombardero Lancaster de la Real Fuerza Aérea de Gran Bretaña. En el compartimiento de carga colocaron a su bicicleta marca Red Hawk.
A su esposa la colocaron en la cabina del operador de trasmisiones y a Julio César León en el sitio donde situaban a los que portaban las ametralladoras. El trayecto comenzó en Maiquetía, pero hubo escalas en las islas Trinidad-Tobago, Bermudas y Jamaica, donde los tripulantes debían llevar suministros a sus representantes diplomáticos.
El viaje demoró 48 horas y al llegar a Londres lo primero que hizo fue comunicarse con representantes del Comité Organizador de los Juegos. De Inmediato le informaron, en mensajes recibidos desde Venezuela, que no estaba autorizado para competir.
Después de varios días, con ayuda de dirigentes trinitarios, pudo comunicarse con los dirigentes Julio Bustamante y José Beracasa, presidente y secretario general del Comité Olímpico Venezolano (COV), respectivamente. Ellos viajaron a la capital londinense, donde se procedió a formalizar su inscripción.
El otro obstáculo o, mejor dicho, los otros que tuvo que vencer fueron la consecución de una bandera venezolana para presentarla en el desfile inaugural de los Juegos. Cuando se presentó en la Embajada de Venezuela en Londres no quisieron atenderlo e igual sucedió cuando visitó al cónsul venezolano.
No le quedó otra solución que visitar, junto con su esposa, una tienda de telas donde compraron varios retazos de telas amarilla, azul y roja, para confeccionar el estandarte. Las estrellas fueron hechas con los pequeños manteles que estaban en el comedor de los atletas. Consiguieron un palo de escoba, al cual le pegaron con tirro el emblema nacional para desfilar.
No conocía la dimensión de un velódromo, porque no existía en Venezuela, pero su mejor actuación en Londres fue en la prueba de los mil metros de velocidad. El 7 de agosto de 1948, en el sexto heat del primer round, perdió ante el argentino Clodomiro Cortoni, quien marcó 12 segundos y 4 centésimas. Aventajó a Julio César León por dos segundos.
En el repechase de ese mismo día, ganó en el cuarto heat con 12,6 ante el trinitario Compton Gonsalves, quien perdió por un segundo. Posteriormente, el 9 de agosto de 1948, volvió a ver acción en las instancias de la segunda vuelta, donde fue eliminado de esa prueba, al caer en el primer heat ante el italiano Mario Ghella, quien marcó 12.0 y Julio César León perdió por cuatro segundos.
Al final, Mario Ghella se quedó con la medalla dorada, seguido del inglés Reginald Harris y el danés Axel Schandorff.
La prueba del kilómetro contra reloj fue ganada por el francés Jacques Dupont, con crono de un minuto, 13 segundos y 5 centésimas. Segundo, el belga Pierre Nihant, con 1:14:5 y el bronce fue para el inglés Tommy Godwin, con 1:15:0. Julio César León, se ubicó en la posición 14, con 1:18:1. Fue el tercer mejor suramericano, por detrás del uruguayo Carlos Tramútolo, con 1:17:5 y del argentino Jorge Sobrevila con 1:17:9.
Reconocido por todos
A su regreso al país no le quedó más remedio a los intrigantes y envidiosos que reconocer su estatura y calidad de competidor mundial del ciclismo, que dio a conocer y colocó el nombre de Venezuela en las élites mundiales del deporte.
En el país se mantuvo como ganador en las competencias, tanto de pista como en carreteras. Sobre su trayectora hay varios episodios dignos de reseñar. Por ejemplo uno ocurrido en 1956 en el velódromo Teo Capriles, donde demostró que siempre tenía en mente ganar por encima de cualquier dificultad.
Ese día fue una competencia de persecución por equipos. Leo compitió en la justa junto a Domingo Rivas y Antonio Montilla y le correspondía ser el rematador. Cuando estaba en fase de calentamiento en lo más alto del peralte, resbaló y al caer se fracturó la clavícula y su hermano, el médico Francisco José León le colocó un juego de vendas y le dijo que no podía competir, pero Julio César le respondió “quiero ganar” y cuando le tocó su turno partió y venció con una enorme ventaja.
Sobre ruedas
Julio César León continuó en las competencias en carreras de carros y motocicletas. Actuó en pruebas nacionales como las llamadas mecánica nacional que se competía en automóviles normales que eran modificados para las pruebas de carreteras.
En una oportunidad, cuando se celebró la Vuelta a Aragua en automovilismo, cayó en la Laguna de Taiguaiguai. Quedó encerrado abajo en el carro. sin embargo, pudo abrir una de las ventanas y por la dirección de las burbujas que provocó pudo subir a la orilla y se salvó gracias a su habilidad física.
Asimismo, en una práctica de automovilismo con su esposa Carmen Elisa como copiloto tuvo un volcamiento en una curva del circuito de Los Próceres, en Caracas. Ambos salieron ilesos. Ese accidente no lo desaminó y siguió en la competencia por varios años más, aunque su esposa le expresó que no continuara más porque ponía en riesgo su vida.
También compitió en motociclismo en pruebas nacionales pero nunca abandonó su pasión por el ciclismo. Por otra parte, en sus actividades como dirigente, protegió y fue benefactor de infinidad de ciclistas y motociclistas a través de entrenamientos, ayudas materiales y orientaciones sobre el arte de la concentración y el espíritu para salir vencedores en todas las pruebas.
Mini biografía
Julio César León Aranguren nació el 2 de febrero de 1925 en el estado Trujillo, donde completó sus estudios de primaria. Se inició en la conducción de bicicletas cuando apenas contaba con cuatro años de edad.
En su adolescencia se residenció en Caracas. Allí se dio a conocer como un excelente ciclista, tanto de ruta como de pista. Estudió Ingeniería en la Universidad Central de Venezuela y luego de retirarse de las competencias se dedicó a su profesión y a proteger a los atletas.
JULIO BARAZARTE / CIUDAD CCS