Punto de quiebre | El crimen de Carla continúa impune
A más de tres años
11/03/2025.- La mujer de 39 años fue asesinada de dos disparos por su ex, quien se dio a la fuga y nunca más se supo de él.
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Carla Ríos era considerada una mujer ejemplar por quienes la conocieron. También se dice que era muy buena hija y madre. Toda una guerrera, que nunca se amilanaba ante las dificultades. Una mujer entregada a sus dos hijos, una hembrita y un varón, con quienes se había trazado como meta salir adelante.
También era por todos conocido que se esmeraba en ayudar al prójimo. Además, siempre estaba atenta de sacar tiempo libre para su familia, a fin de que todos pudieran encaminarse.
Con esfuerzo, se graduó como licenciada en Administración y poco después comenzó a laborar en el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat), donde estuvo varios años.
Su constancia y perseverancia, así como su entrega al trabajo, comenzaron a brindar frutos. Pocos meses después, logró comprarse una camioneta y un modesto apartamento en la parroquia La Pastora, municipio Libertador, al noreste de la ciudad de Caracas.
Tuvo dos hijos, hembra y varón, de una primera relación sentimental que no prosperó, por lo que ella continuó sola con sus dos muchachos.
El carácter guerrero de Carla Ríos se puso una vez más de manifiesto cuando le diagnosticaron cáncer del estómago. Lejos de amilanarse o echarse a morir, emprendió una lucha sin cuartel con la que consiguió superar de manera exitosa tan fatídica enfermedad.
Ríos se dedicó posteriormente al comercio, rubro en el que no le fue nada mal.
Un día lluvioso de 2014, conoció en un local nocturno de la urbanización Las Mercedes, al sureste de la ciudad, a Edward Felipe Chacón, un hombre dos años mayor que ella, de cerca de 1.80 metros de estatura, corpulento, de piel morena y ojos y cabello castaños.
A partir de ese momento, Edward Felipe le enviaba notas de voz y mensajes de texto todos los días y se mostraba muy atento con ella. Era evidente que había quedado deslumbrado con su belleza. Tanto dio hasta que se hicieron novios y salían para la playa, el cine, la discoteca o con grupos de amigos.
Meses después, decidieron convivir y así permanecieron por espacio de seis años. Edward Felipe nunca mostró actitudes ni conductas groseras o violentas hacia Carla. Era un hombre, por lo menos en apariencia, normal y centrado. No solo conquistó el corazón de ella, sino también el de su mamá, la señora Carmen, a quien acudía, ocasionalmente, cuando él y Carla sostenían alguna discusión por tonterías, a fin de que la señora intercediera para que su hija lo disculpara.
En 2019, la hija mayor de Carla Ríos cumplió dieciocho años. Carla la envió a Estados Unidos, a casa de unos familiares, para que perfeccionara su inglés y continuara los estudios. Ella se quedó sola con su hijo de quince años y Edward Felipe. Cuando Carla fue a Estados Unidos a visitar a su hija, permaneció varios meses con ella, por lo que Edward Felipe intentó viajar al país del norte ese octubre para visitarla, pero los servicios de inmigración le negaron la entrada. En ese momento, Carla regresó a Venezuela para apoyarlo y reevaluar con calma la posibilidad de emigrar juntos.
Las cosas cambiaron de manera drástica y la estabilidad de la pareja comenzó a tambalearse cuando Carla tenía 39 años y Edward Felipe, 41. Él sacó a relucir el hombre celoso que llevaba por dentro. Asumió conductas tóxico-obsesivas y se la pasaba interrogando a Carla, le prohibió algunos amigos, le revisaba el celular y aparecía de imprevisto en su trabajo.
La convivencia se tornó tensa y las discusiones aumentaban cada día. Luego venían los supuestos arrepentimientos, las disculpas, los juramentos de que iba a cambiar, solo para que el ciclo se repitiera. Incluso llegó un momento en que el hombre utilizó la violencia física, hecho que fue presenciado por el hijo adolescente.
Fue en enero de 2020 cuando Carla decidió contarle el drástico cambio sufrido por Edward Felipe a su mamá. Le explicó que tenía una actitud controladora, insegura y siempre la estaba celando. Había ocasiones en que, si asistía a la casa de ella, o la de su papá, él le preguntaba con quién estaba y hasta la seguía. Comenzó a exigirle que se reportara.
Un día, Carla se hartó. En vista de que la convivencia se había tornado insostenible, le planteó la separación. Fue un día del mes de febrero de ese año 2020. Resolvieron hacerlo de manera amistosa, en honor a los momentos felices que habían compartido juntos, y mantener el contacto.
Al año siguiente, llegó la pandemia del covid, que se regó por todo el país. Carla salía únicamente para visitar a su mamá, y en una de esas visitas se encontró con una amiga. Luego, ambas se toparon con un conocido que era dueño de una licorería y decidieron compartir un rato con él en su local, luego de lo cual, Carla se marchó para su casa.
Al rato, la señora Carmen fue llamada por teléfono por su nieto, quien le notificó que Edward Felipe había ido para la casa, estaba discutiendo fuertemente con su mamá y le había dado un golpe en la cabeza con el celular. Cuando la señora llegó, los encontró encerrados en el cuarto, peleando. Como la discusión estaba subida de tono, la señora tomó un cuchillo y lo confrontó. Edward Felipe pidió perdón y la señora le dijo que saliera a tranquilizarse, pero él lo que hizo fue encerrarse en otra habitación. Más tarde, Carla y su mamá entraron y lo vieron tirado en la cama con una pistola en las manos. Al verlas, arrojó las municiones, volvió a pedir perdón y se marchó de la vivienda.
Las dos mujeres decidieron que había llegado la hora de poner fin a la situación, metieron algunas cosas en una maleta y se marcharon del apartamento, junto con el adolescente, hacia la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) para colocar la denuncia.
Carla se mantuvo dos meses escondida donde unos amigos y, en ese tiempo, Edward Felipe dejó de acosarla. Ni siquiera le escribía.
En abril, Carla regresó a su apartamento. Por supuesto, cambió las cerraduras del mismo, pero lejos estaba de imaginar que Edward Felipe se hallaba oculto en un clóset de la vivienda. Después que la señora se fue, salió con un arma de fuego y un cuchillo y se la llevó obligada para un hotel, con intenciones de ultrajarla. No cometió el crimen porque Carla lo convenció de que la policía la estaba siguiendo y que en cualquier momento vendrían a detenerlo.
Carla volvió a acudir, acompañada de su madre, a la sede del Cicpc y también al Ministerio Público, donde pusieron la denuncia. En esa oportunidad, se emitió una orden de restricción en contra de Edward Felipe, quien al cabo de dos meses comenzó a escribirle otra vez, suplicándole que volvieran juntos. En una ocasión, subió un video a sus redes sociales en el cual le pedía la reconciliación a Carla mientras portaba un arma de fuego, con la que la amenazó de muerte si no volvían. Ella no se inmutó y lo bloqueó el contacto en su teléfono celular.
El hombre comenzó a montarle cacería y el 31 de julio, a eso de las siete y media de la noche, mientras Carla organizaba el cumpleaños de su hijo, se apareció en la puerta de su edificio en La Pastora. Tras una breve, pero agria discusión, sacó un arma de fuego, ya no para amedrentarla, sino para dispararle en dos ocasiones, luego de lo cual huyó corriendo de la zona.
Malherida, Carla Ríos fue auxiliada por unos vecinos y familiares. La trasladaron hasta el hospital Vargas, a poca distancia, pero llegó sin signos vitales.
Desde entonces, nunca más se supo de Edward Felipe Chacón. La policía ha dado muy pocas muestras de querer ubicarlo, pese a la insistencia de los familiares de la infortunada, así como de varios grupos defensores de los derechos humanos. La familia maneja la versión de que una mujer con la que estuvo saliendo Edward Felipe es la que lo protege porque tiene influencias, pero se desconoce su identidad.
Las autoridades emitieron una notificación azul de Interpol, que significa que están tratando de conseguir más información sobre la identidad de una persona, su paradero o sus actividades delictivas en relación con una investigación penal. No fue sino luego de tres años cuando lograron, a través del fiscal general de la República, Tarek William Saab, que emitieran la alerta roja de Interpol.
Hay una versión de que el feminicida aún está en el país e incluso hay quienes aseguran haberlo visto en la parroquia 23 de Enero, pero existe otra versión de que logró escapar hacia Colombia a través de los llamados caminos verdes, que son trochas irregulares no vigiladas ni por las autoridades de Venezuela ni por las de Colombia, sino por grupos de paramilitares.
Han pasado más de tres años y el femicidio de Carla Ríos, de entonces 39 años de edad, sigue en la impunidad, como otros tantos similares ocurridos en el país. Su familia continúa luchando por encontrar esa justicia en la que aún confían.
Wilmer Poleo Zerpa