Psicosoma | Autoconocimiento
La única confianza requerida es saber que cuando hay un final, habrá otro comienzo.
Clarissa Pinkola Estés
Al final, todos morimos, a menos que cambies.
Mr. Fox
18/03/2025.- Pocas películas de animación con marionetas en stop-motion abordan la dinámica familiar con tanta belleza y profundidad psicológica como Fantastic Mr. Fox. En ella se exploran los movimientos internos del ser, como la identificación, el ego, la naturaleza, el condicionamiento, el alter ego, la supervivencia y la diversidad.
El público paciente y curioso puede elegir el ángulo de su preferencia para disfrutar, discernir y observar con detenimiento escenas sublimes de Fantastic Mr. Fox, del director Wes Anderson, estrenada en 2009.
La película es una adaptación del cuento infantil del escritor Roald Dahl, publicado en 1970. En ella, la familia de zorros, encabezada por Mr. Fox, atraviesa fricciones adolescentes entre su hijo y su sobrino, ambos de doce años, y él, que enfrenta la andropausia. La madre, comprensiva, pero firme, tiene en rigor al esposo. En sus años juveniles, la pareja se dedicaba a robar granjas, pero todo cambió cuando la esposa quedó embarazada y decidieron ser responsables y adaptarse a sus nuevos roles: él como articulista en un periódico y ella al frente de las labores caseras. Sin embargo, hasta en las mentes más racionales se dispara la idea de un actuar peligroso. ¿O acaso se trataba de un instinto reprimido de su naturaleza "salvaje", inclinada a robar gallinas, aves y sidra, que reaparece sin importar la promesa hecha a la esposa?
En las comunidades terapéuticas, las "recaídas" son frecuentes e incluso deseables, ya que indican que las terapias están surtiendo efecto en los procesos significativos de aprendizaje, con sus niveles y frecuencias para cada individuo. Una de las claves es el acompañamiento. El dolor no es lo mismo que el sufrimiento, y el cambio se logra con autoconciencia al reconocer las heridas ocultas. Así, cuando esas "debilidades" son abrazadas, el individuo se fortalece en el proceso del autodescubrimiento, alcanzando su humanidad, en lugar de solo “hacer por hacer”.
Recuerdo refranes y cuentos que niegan la posibilidad del cambio, y a priori quienes los utilizan se creen hasta doctos para predecir conductas y psicopatologías con verdades absolutas: “Árbol que nace torcido…”, “La cabra siempre tira para el monte”, “Así es mi naturaleza”, “Loro viejo no aprende a hablar”… ¿Por qué la tercera es siempre la vencida? ¿Por qué el perdón y la compasión parecen estar fuera del entendimiento y se prefiere juzgar? ¿Siempre existirá la oveja negra y el chivo expiatorio?
Somos humanos, amantes de la razón, pero hemos creado nuestros propios infiernos y echamos la culpa al diferente. En esta película antropomórfica, se refleja nuestra naturaleza depredadora a través de los granjeros y, al mismo tiempo, se muestra cómo las diferencias pueden conjugarse en salidas y convivencias al asumir que formamos parte de un todo, tanto interna como externamente. Nada de lo que sucede afuera es ajeno a los movimientos psíquicos, al inconsciente colectivo ni a los signos y símbolos de los tiempos.
Desde la experiencia clínica y con una mirada heurística, puedo percibir y creer en la naturaleza salvaje del ser humano, con sus contradicciones, sombras y luces. También veo, sin embargo, cómo la reflexión puede redimirlo y orientarlo hacia el bien, cultivando virtudes que apacigüen las almas tormentosas. El amor transforma a los pacientes. Como dice el refrán, “el amor todo lo cura” o, como en toda la pasión y delirio que encierra la poesía mística de San Juan de la Cruz, “el alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa”.
El poeta Jorge Luis Borges agrega: “Puedo darte mi soledad, mi oscuridad, el hambre de mi corazón; / estoy tratando de sobornarte con incertidumbre, con riesgo, con derrota”.
¿Por qué nos avergonzamos y negamos nuestra naturaleza animal, salvaje?
Somos un todo con la madre Pachamama, pero hemos sido escindidos por el proceso de "progreso civilizatorio". Muchos prefieren vivir en una violencia sutil e inconsciente, desconectados de su entorno y ajenos a su propio accionar. Les son indiferentes los animales, la tierra, los planetas; sin embargo, en el fondo, los carcome el miedo. Necesitan un enemigo, un peligro constante. Temen escarbar en sus instintos, sus impulsos, su fuerza innata y el mundo desconocido, onírico:
"Apenas tocamos la naturaleza salvaje, / aullamos en noches de luna llena. / En oscuridades, nos bañamos / en arenas gruesas, o sea / hablas en cada terrón / y vamos al hundido cuerpo lunar" (Anna Bue).
En Fantastic Mr. Fox es imposible no perderse en la ternura de sus imágenes, en las expresiones humanas de los personajes, en las pelambres suaves, en las colas, las ropas, en los tonos pasteles que amainan las crisis, las luchas y la muerte. Todo se complementa con la música folk, jazz y rock de los Rolling Stones, con las marionetas humanizadas de Ian Mackinnon y Peter Saunders, y con ese silbido cómplice de Mr. Fox que invita al espectador a unirse. Yo misma me entreno en silbar a los pájaros, los caballos y a los cerros, en una serenidad absoluta. En la quietud, una enorme lagartija me observa desde quién sabe hace cuánto tiempo…
Todavía me invade la ternura al recordar las conversaciones entre el zorro, la zarigüeya, los conejos y los demás animales en su reunión comunal, donde buscan defenderse de los granjeros que exigen la cabeza de Mr. Fox. La clave está en la diversidad de habilidades de cada uno, que les permite elaborar estrategias tras un proceso de autoconciencia y reconocimiento de errores. El zorro, con sus caprichos, sus fallas como líder, arriesgó a su comunidad y su familia. ¿Cuántas "cabezas calientes" pierden su vida por una noche? ¿Cuántos líderes globales condenan a pueblos enteros a una muerte lenta por chantajes políticos y económicos? ¿Cuántas parejas sucumben ante el chantaje afectivo?
Es fundamental aprender a reconocer nuestra naturaleza y el arquetipo salvaje. Releer Women who run with the wolves: myths and stories of the wild woman archetype (1992), de Clarissa Pinkola Estés, reafirma mis décadas de lucha. Como loba solitaria e independiente, siempre hui de la sumisión. Al ver la película, descubro mi propio duelo: el dolor de no tener a Pilar, la loba mayor que me impulsaba a seguir aullando, bailando, poetizando, amando y cocinando. En un estado de profundo aullido, casi agónica y afónica, siento cómo crece en mí una raíz umbilical que une las estrellas del universo. Soy Vasilisa la Bella, la muñeca rosa, telúrica. Soy fuego ancestral y agua simiente en reposo.
"Sin la muerte, no hay lecciones; sin la muerte, no hay oscuridad sobre la cual pueda destacar el fulgor del diamante. / Nada que complementar. / Es la muerte la maestra de la vida y es la vida la maestra de nosotros". (Clarissa Pinkola Estés).
Rosa Anca