Retina | La madre de todos los fraudes

15/07/2024.- Cuando no hay política, hay guerra. Es disparatada esa idea de que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. La guerra es la negación de la política. La política debe ser el arte del perfeccionamiento de la felicidad en convivencia.

Un modelo claro de las consecuencias de la desaparición de la política, es la vida cotidiana en casi todas las cárceles del mundo, como lo fue también en los campos de concentración. Aunque nombro dos formas de apresamiento humano que dependen del Estado, en lo que ocurre dentro de los límites de sus cercas o paredes, el Estado ausente. Como bien lo señaló Primo Levy, allí el poder no es ya una decisión colectiva y se deriva de la fuerza, de la capacidad de infringir daño. Predominan los más fuertes, los salvajes, los psicópatas y los más mafiosos.

Los modelos democráticos, cuando cumplen con su cometido, producen un Estado que es la sujeción del poder y la fuerza a la voluntad colectiva. Dado que la posibilidad de un consenso permanente es casi imposible, estos modelos hacen que prevalezca la voluntad de la mayoría, mientras que la minoría tiene la responsabilidad de respetar la decisión que se ha tomado y, si así lo quieren, continuar promoviendo su propuesta.

La locura en sustitución de la política, la incapacidad de procesar información histórica y relevante, produce un efecto narcótico de desesperación, alucinación y paranoia.

Pregunten a alguien de la oposición por alguno de los candidatos que han tenido en el pasado y verán que les tocará defenderlo, pues en su memoria, todos les resultan cobardes, brutos, vendidos o corruptos.

Pero nosotros recordamos todas esas campañas y siempre, en cada una de ellas, su candidato era defendido como brillante, colosal y poderosamente carismático. No importaba que declarara que su formación política la había adquirido de las telenovelas.

Ahora les ocurre lo mismo, pero con novedosas formas de alucinación. No saben ni siquiera quién ocupa la candidatura.

Tienen a la maldad de pelo largo. Un ser tan enfermo que les hizo creer que hubo unas elecciones primarias en las que habría votado mucha gente y que, como no ganó ella, pues era su equipo el que organizó el show y luego quemó las pruebas de su fraude.

Todo era, desde el inicio, un fraude. Esa señora sabía que no podía ser candidata. Contra toda lógica, si hubo unas primarias y la ganadora no puede participar, lo que todos podríamos esperar es que el segundo en esa votación fuera el candidato, pero el fraude continuó con otra señora y luego con un muy señor. Ambas personas parecieran haber sido escogidas por la misma táctica del mal, gente sin ningún talento ni brillo político, incapaces de hacerle sombra a la reina del fraude.

Por otro lado, tienen a este señor exhibiendo sus carencias. Salido ya de su segundo gobierno, Rafael Caldera parecía un atleta al lado de este señor que parece no comprender en qué compromiso fue que lo metieron.

Así está en la campaña, incapaz e impedido de hablar, sin poder caminar y menos saltar. No sé si los radicales de derecha son honestos al decir que es un gran candidato. Tampoco sería honesto que dijeran que es medianamente bueno.

Deseo que esa afirmaciones sean íntimamente, al menos en soledad, reconocidas como deshonestas. Si no es así, el peligro es que son víctimas del otro gran fraude que comete su propia psicología enferma.

Freddy Fernández 

@filoyborde

 


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