Estoy almado | ¿Es posible la educación Steam en Venezuela? 

 
18/05/2024.- El acrónimo Steam suena mucho en la educación de otras latitudes. De hecho, es parte de la actualización en la malla curricular de los sistemas educativos públicos y privados, dirigida a revisar lo que sea necesario conforme a los nuevos tiempos. 

¿Y con qué se come la educación Steam? ¿De qué se trata? Steam son las iniciales en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas. La idea es que las nuevas generaciones (a partir de 11 años) aprendan de forma integrada todas esas áreas y no por separado una de la otra. 

Según los promotores de esta tendencia, el objetivo es preparar a los estudiantes de hoy con conocimientos pragmáticos y habilidades socioemocionales; algo así como un todo en uno para el futuro. Este planteamiento viene calando. Incluso, la Unesco afirma que para  lograr los objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 es “necesaria la educación Steam”. 

Ignoro si en nuestro modelo educativo aplican premisas del modelo Steam. Es sabido que Venezuela integra las naciones comprometidas con la agenda 2030, pero realmente ¿estamos preparados para implementar este nuevo enfoque educativo?

Los detractores del país argumentan que estamos lejos de un modelo educativo Steam, básicamente por las fallas en  educación digital, asociadas a conectividad, acceso y cobertura de internet. Sin embargo, tener acceso garantizado a internet no es clave para poner en práctica este nuevo modelo. Un trabajo sobre Educación Steam de Aquiles Medina Marín, investigador y docente de la Universidad Bolivariana de Venezuela, indica que de este enfoque es propicio utilizar en el contexto venezolano la “metodología de la indagación”, la cual —según explica— se podría aplicar en el currículo “de los distintos cursos de media y diversificada”. En dos platos: aplicar una enseñanza en ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas, orientada a lograr resultados por medio de la curiosidad, la exploración y la creatividad.

Lo interesante de este modelo es la praxis como proceso de creación y transformación de la realidad. En su trabajo, Medina Marín lo define así: “Se trataría de una estrategia que procuraría facilitar la construcción del aprendizaje a partir de la interacción del estudiante con los objetos del medio ambiente que le estimulan”. 

En esa arista sospecho que en el país hay bastante talentos desconocidos en el área de innovación y ciencia popular. Basta revisar, por ejemplo, el portal web La Inventadera para descubrir que Venezuela esconde mucho ingenio e inventiva. 

Lo que ocurre es que la desesperanza y la incredulidad conspira contra nuestras virtudes. No nos enseñan a autorreconocernos en nuestras potencialidades.  Y muchas veces nos ofuscamos por completo en nuestro propio laberinto de lamentos y quejas diarias. 

Claro, no todo el modelo Steam es una panacea educativa. La verdad, este enfoque surgió como una propuesta de empresarios que presagiaron para las próximas décadas la ausencia de personal calificado en tareas conexas a la ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas. 

Si revisamos los orígenes, en su esencia más purista, la tendencia STEAM está concebida para “competir” en el mercado, más que para solucionar o mejorar las condiciones de vida. 

También abarca dejar atrás trabajos tradicionales. Y lo más escalofriante: en la premisa original el modelo Steam apunta a desmemorizar los “hechos” de cada país, pues se considera que no hacen falta para el verdadero “desarrollo” de la sociedad. 

Afortunadamente, algunos países y organismos han tomado lo mejor del modelo Steam y lo han adaptado a sus propias necesidades, desechando aquellas premisas originales con las cuales fue implementando en países como Estados Unidos. Ahí está la clave, considerando los efectos perniciosos del bloqueo que padecemos y la crisis educativa que nos embarga.

En nuestro caso, del modelo Steam es rescatable el punto de crear y cambiar la realidad, ahí es donde precisamente debemos tomar algunos de sus elementos y revolucionar nuestro propio modelo, según nuestras necesidades particulares y capacidades productivas. De acuerdo a lo que somos como país. 

Manuel Palma

 
 

Noticias Relacionadas