Cine para llevar | Margot Benacerraf: una mujer moderna

Margot Benacerraf dirigió Reverón (1952) y Araya (1959)

07/06/2024.- Margot Benacerraf estudió Filosofía y Letras en la Universidad Central de Venezuela. Quería ser dramaturga, sin embargo, el destino quiso que se convirtiera en cineasta.

En esta época de falso empoderamiento femenino, donde se llega a creer que ser independiente es vivir a expensas de una tercera persona, o ponerle precio al amor como si de un servicio se tratara, entender el rol de mujeres que realmente sí vivieron con absoluta libertad personal es sumamente importante.

Luego de licenciarse en la UCV y gracias a una beca que se ganó en la Universidad de Columbia (Estados Unidos), Margot Benacerraf pudo estudiar tres meses teatro. En esa temporada realizó un taller dirigido por Erwin Piscator, director y productor teatral alemán, quien le hizo notar las similitudes entre el cine y el arte dramático. En ese momento comenzó a pensar en el séptimo arte como una posibilidad.

Tiempo después, estudió en el Instituto de Altos Estudios de Cinematografía (IDHEC) de París, Francia. Para entrar tuvo que participar en un concurso donde ella y nueve estudiantes extranjeros (entre cien) se ganaron la oportunidad. Estos detalles de sus inicios en el mundo del cine se los contó a Leonardo Padrón en Los imposibles (Planeta, 2012).

Margot Benacerraf, que dejó este mundo hace unos días, tuvo la inteligencia y el valor de iniciar su carrera con el documental Reverón (1952). Para este trabajo, compartió mucho tiempo con el artista en su lugar de residencia en Macuto.

Para el momento en que comenzó a filmar el documental, Reverón tenía dos años que no pintaba, lo que representó un reto para la cineasta. Además, lo observó de cerca en su vida cotidiana. De hecho, llegó a vivir temporadas en su taller.

"La relación con Reverón fue muy bella. Fue primero de amistad, de mucha confianza", dijo años después en una entrevista.

La cineasta, nacida en 1926, estrenó su obra más famosa en 1959. Antes de filmar, se encontraba escribiendo un guion junto al escritor Miguel Otero Silva. El documental Araya, que narra la vida de los trabajadores de las salinas de aquel pueblo costero, ganó el Premio a la Crítica del Festival de Cannes de ese año, junto a la famosa Hiroshima, mon amour, del francés Alain Resnais.

A pesar de su éxito internacional, la cinta se exhibiría en Venezuela en los años setenta, muchos años después de aquella premiación. El documental está narrado por una voz en off que, en su versión en español, es la del escritor José Ignacio Cabrujas.

El audiovisual es un testimonio de la forma de vivir y el destino de una población. La poesía del documental describe las labores cotidianas de los habitantes de Araya desde una perspectiva artística y reflexiva: "Nunca hay una queja en Araya, porque esos hombres, esa gente lo que tenía, y es lo que más me impresionó, junto con el castillo, es dignidad. Todos los elementos adversos que ves en la película, ellos los volteaban", dijo la realizadora en una entrevista años después.

Su primer documental la llevó a ganar premios nacionales e internacionales. Araya le permitió viajar por el mundo, lo que la llevó a conocer artistas como Pablo Picasso o entablar amistad con Gabriel García Márquez. Con este último, escribió el guion de lo que sería una película que nunca existió y que terminó convirtiéndose en literatura: La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada, publicada por el autor colombiano posteriormente.

Benacerraf también fue promotora de la cultura y el amor por el cine en Venezuela. Inauguró la Sala de Arte y Ensayo del antiguo edificio sede del Ateneo de Caracas.

Aunque, al igual que el escritor Juan Rulfo, tuvo una obra breve. Solo filmó dos películas. Su legado permanece como testimonio de una mujer verdaderamente moderna, que cambió la historia del arte en el siglo pasado.

 

Luisa Ugueto Liendo

@cluisaugueto


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