Contraplano | Soñar en una sola toma

08/06/2024.-  “En los sueños todo es posible, y en sus dominios las cosas más incompatibles pueden coexistir e incluso llegar a confundirse. En el maleable universo onírico, puedo volar, pasar a través de las paredes, estar simultáneamente en varios lugares o participar en una acción mientras la veo desde fuera”, llegó a reflexionar el reconocido matemático y escritor italiano Carlo Frabetti.

Es esa ruptura onírica de lógica, tiempo y espacio la marca común en las películas del joven director Bi Gan (China, 1989).

Este artista, de apenas 35 años, ha realizado dos largometrajes bien recibidos en festivales como Locarno y Cannes: Kaili Blues (2015) y Largo viaje hacia la noche (2018). La atención la centraré en esta última película. 

Largo viaje hacia la noche —que nada tiene que ver con la obra de Eugene O’Neill— dura 138 minutos. En la primera parte, que consume la primera hora, Gan nos cuenta la laberíntica búsqueda que emprende el joven Lou Hongwu de una misteriosa mujer que no precisa si es real o un recuerdo. En escenas difíciles de entender, y que parecen piezas sueltas, sin sentido alguno, Hongwu termina implicado, junto a un amigo de la infancia, en un confuso entramado criminal. 

La segunda parte, la más interesante estéticamente hablando, está rodada en una sola toma secuencia de 59 minutos, aparentemente sin trucos de edición. En una perfecta sincronía —y en lo que parece ser un sueño muy lúcido—, la cámara acompaña al protagonista en un largo y extraño recorrido por una oficina abandonada en la que se consigue a un niño que le reta a jugar tenis de mesa. Tras la derrota del chico, Hongwu se gana una raqueta con la que podría volar.

Seguidamente, Hongwu toma una moto y luego una telesilla para llegar a un bar-karaoke rural en donde intenta dar con la mujer que busca desde el comienzo del filme. Tras una larga conversación con la encargada del bar de billar, Hongwun y la chica activan la mágica raqueta y toman vuelo por encima del lugar para aterrizar en el patio del karaoke en el que hay familias participando. Más adelante, ambos personajes se trasladan a una casa quemada que fue en algún momento un sitio hermoso. En medio de la soledad, y después de leer un poema mágico que hace girar al recinto, se besan.

Para rodar este perfecto plano secuencia, el director contó al sitio especializado en cine Indiewire que tuvo que hacer siete intentos. Además, confesó que recibió el apoyo de Wong Chi Ming, técnico de iluminación del director Kar-Wai Wong, reconocido por sus altos estándares estéticos en el cine chino.

“La gente tiende a decirme que normalmente cuando sueña es muy, muy fragmentado (...), pero para mí, la forma en que veo un sueño es todo lo contrario. Es esta secuencia continua”, dijo.

Considero que la experiencia visual y narrativa de Largo viaje hacia la noche es un regalo que cada amante del cine se debe hacer. Es mejor no centrarse en buscar el sentido sino, por el contrario, dejar que la película vaya fluyendo en medio de la incomprensión, porque con Bi Gan siempre seremos testigos de historias oníricas en las que la belleza sobresale. Esta cinta es una de las mejores y más exquisitas experiencias surrealistas recientes del celuloide.

Para intercambio de opiniones y conocer más sobre el cine de Gan Bi puede escribir a columnacontraplano@gmail.com

Carlos Alejandro Martín


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