Retina | Lo que hay en Cristo

No sorprende que el tema de Jesús sea recurrente

10/04/23.- Acaba de terminar la Semana Santa católica. Ayer fue Domingo de Resurrección. El Cristo asesinado revivió para mostrar a sus discípulos que la muerte no era suficiente para silenciar su predicado.

Decía Emil Cioran, filósofo rumano, que nadie está tan cerca de Dios como un ateo. Ser ateo requiere mirar la figura de Dios desde muchas perspectivas que obligan a indagar en aspectos culturales, históricos y hasta políticos. En consecuencia, probablemente uno deba mirar, desde cerca y con detalle, el concepto de Dios, pero con una cercanía ni afectiva ni personal. Con toda seguridad uno tiene vedada la posesión de un Dios cercano e íntimo, como el que, estoy seguro, siempre tuvo mi abuela.

Sin embargo, quienes crecemos en la cultura creada por el dominio europeo del mundo, la llamada cultura occidental, somos directamente formados en la asimilación de muchas variables del pensamiento cristiano y la figura de Cristo es un atractivo permanente para repensar el mundo.

No es casual que la vida de Jesús sea recreada de manera constante por estudiosos y artistas. Para mencionar nada más algunas muestras de lo que ocurre en el mundo de la literatura, podemos mencionar que José Saramago, Nikos Kazantzakis, Miguel Otero Silva y, más recientemente, Cristina Fallarás, han escrito novelas en las que apuestan por una mirada distinta de los evangelios que contienen los hechos de vida, pasión y muerte de Jesucristo.

No sorprende que el tema de Jesús sea recurrente. En nuestra forma de comprender su vida, estamos convencidos de que predicó para impulsar la redención de los pobres, pero nuestra experiencia nos dicta que las iglesias fundadas en su nombre se han convertido en centros de poder y riqueza y se muestran lejanas a sus raíces.

Muy a pesar de los valores de solidaridad, hermandad y comprensión a los demás que predicó Cristo y, con los cuales somos formados desde la niñez, nuestro mundo dista demasiado de ser la concreción de esos valores. Los pobres de hoy probablemente están en peores condiciones que hace dos mil años y no se ha hecho realidad un mundo de mayor justicia.

Con todo, estos valores están ahí. Nos resultan fundacionales. Son raíz profunda y resistente a la que debemos volver para proyectar cualquier forma de lograr mejores condiciones de vida. No solo le ocurre a los creyentes, también nos pasa a los ateos de esta cultura. Cristo es una revolución que todavía no ha sido posible.

 

Freddy Fernández

@filoyborde


Noticias Relacionadas