Retina | La reina de los chulos

18/03/2021.- Sabemos que se debe sobar al caballo si uno quiere montarlo. Unas palmaditas, una sobadita de lomo, vienen bien para que el animal, que va a ser explotado, sienta que está siendo protegido. Ya montado, le va a costar al pobre entender que el fuete y las espuelas no pueden formar parte de un buen trato y que las gríngolas sirven para mantenerlo en un rumbo fijo, sin poder apreciar contextos que le permitan comparar o cambiar. Es esta una técnica que le funciona muy bien a la derecha durante las campañas electorales y, si ganan, en las primeras etapas de su gobierno.

El esquema de propaganda es sencillo, por lo tanto, fácil de entender y, a la vez, muy potente. Es una narrativa en la que una supuesta mayoría de gente honesta, la que ha invertido o trabajado (esta es la parte de la sobada de ego), sufre carencias porque está siendo intensamente chuleada por un pequeño grupo improductivo, que actúa desde la política y que garantiza su poder mediante la compra del voto.

El problema, a pesar de todo el malestar que causa, es presentado de manera muy simple y consiste en que hay un “pequeño grupo de vagos” que vive sin hacer nada, de la protección del Estado pagada por los que sí trabajan. La solución también es sencilla: si se elimina la protección social que se brinda a “estos pocos”, los empresarios gastan menos, pueden pagar mejores salarios y generar más empleos, mientras que la gente “honesta” adquiere la posibilidad de crear nuevas empresas porque se abaratan los costos.

Esta propaganda funciona bien, porque se cuida de no revelar la dimensión ni las características del sector al que se considera “chulo”. Además, para ganar tiempo y reducir las posibilidades de protestas populares (las gríngolas), en esta narrativa de propaganda se establece que, supuestamente, se ha causado ya un profundo daño a la economía, debido a las prácticas de protección social. Para corregirlo, es necesario amputar el “gasto social” y vivir un tiempo de sacrificio colectivo que corrija la economía (el látigo y la espuela).

En términos prácticos, lo que resulta es que entre la “chulería” se encuentra el sistema de educación, el sistema de salud, las pensiones, jubilaciones y toda la inversión social. Cuando se aplica el esquema “sencillo”, son millones de personas afectadas que pasarán a peores condiciones de vida, mientras que lo único inmediato y real es que ganan más los empresarios.

Desde Betancourt hasta Caldera II, todos los presidentes de Venezuela iniciaron sus mandatos diciendo que había que apretarse los cinturones, refiriendo así al sacrificio que los ciudadanos deberían hacer para el mejoramiento del desempeño económico del país.

Ronald Reagan comenzó la demolición del Estado de bienestar de Estados Unidos. Durante su campaña en 1976, exagerando cifras, habló de la “Reina del Bienestar”, una mujer que habría estafado al Gobierno por un monto de 150 mil dólares al año, usando varios nombres para cobrar pensiones y subsidios. Decía que ella manejaba un Cadillac mientras que la gente honesta tenía que ir en autobús a su trabajo. Justificó, con el ejemplo de esta sola mujer, su decisión de recortar los “gastos” sociales a millones de ciudadanos. El periodismo de Estados Unidos dedicó un importante esfuerzo a ubicar a esta “reina”. Quince años después logró encontrar a la persona que sirvió de modelo para estigmatizar la protección social y posteriormente deteriorarla. Resulta que el sistema funcionaba bien y tenía sus mecanismos eficientes de protección. Reagan nunca dijo en su campaña de 1976 que la mujer que le sirvió modelo estaba en prisión, por menos cantidad de dinero, pero por ese hecho, desde 1974.

 

Freddy Fernández 

@filoyborde

 

 

 
 

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