Retina | Humillados y fascistas
27/01/2025.- Estamos en tiempos de Revolución y las élites del mundo están preparadas, muy bien preparadas, para este momento. Tienen un relato que parece coherente y propuestas que parecieran responder a las inquietudes, los sueños y las angustias de toda la gente golpeada por la injusticia que esas mismas élites han impuesto.
El modelo de democracia creado después de la derrota del fascismo, el pacto social generado con el New Deal, basado en el bipartidismo como administrador del Estado de Bienestar, ha sido sistemáticamente desmontado desde 1989. Con toda razón, el periodista colombiano Antonio Caballero se preguntó ese año a quién iba a temer el capitalismo si se había terminado el comunismo.
Desaparecida la emulación entre sistemas, la competencia por generar más altos niveles de bienestar, el capitalismo se dedicó a desmontar todos los salvavidas creados a partir de la experiencia de las crisis económicas y del atractivo que proyectaba la vida en socialismo.
El malestar se ha hecho norma de vida y sus consecuencias políticas están a la vista. En Europa y en América Latina, el bipartidismo se ha roto. Es cada vez más frecuente que otros movimientos políticos se impongan frente a los dos partidos tradicionales de cada país. Incluso en la plutocracia de Estados Unidos, la victoria de Trump es una derrota de los demócratas y, también, una clara derrota de los republicanos.
Frente a las situaciones revolucionarias, el fascismo ha sido siempre la respuesta de los plutócratas. Hoy, cuando el centro del fascismo no está en Europa, sino en Estados Unidos, cuentan con una batería cultural tan venenosa que intenta poner de moda el machismo, la xenofobia, la homofobia, el racismo, la misoginia y el clasismo, entre otras lacras culturales que tanto daño han hecho a la humanidad.
La humillación y la marginación, la experiencia cotidiana de cientos de millones de personas, creada por disposición y acción de la élite plutocrática del mundo, es utilizada por esta misma élite como energía para distorsionar la política y obtener mayores niveles de ganancia a partir de la destrucción del Estado y de la responsabilidad social que ese Estado les impone.
Llegar a este punto ha requerido del desprestigio y desmontaje de las posibilidades colectivas de la clase trabajadora. Los sindicatos y los partidos de los trabajadores han sido vilipendiados, proscritos, silenciados y disminuidos. La posibilidad de evaluar y comprender la situación económica, política y social, desde una perspectiva propia como trabajadoras y trabajadores, prácticamente ha desaparecido en muchas sociedades.
Dice Jessé Souza, en su libro El pobre de derecha: la venganza de los bastardos, que “La victoria del capital no regulado se vuelve completa cuando su cosmovisión comienza a expresar la rebelión de los oprimidos que desconocen las verdaderas razones de su opresión”.
Freddy Fernández
@filoyborde
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