Arte de leer | "Monte, trama y trepadeira, una poética de la migración

Entrevista a la escritora Livia Vargas González

16/05/2024.- Dicen que la poesía es un arte que permite abrir caminos a la vida. O pudiera ser que los caminos están dispuestos al tránsito de los versos y que ellos encuentren diversos destinos.

En este sentido, la faena literaria se muestra como un viaje al corazón de los sentimientos, donde lo vivido, lo palpado, aquello que nos marca la piel y el espíritu se vuelve canto.

Y así es la poesía de Livia Vargas, impregnada de una intensa llama, de ese ardor que nace de lo profundo del ser y que solo puede ser expresado en una composición de imágenes llenas de emoción:

la tierra se limpia
el cielo se desploma
el tiempo bebe la liquidez
de lo que habita en nosotros.

Esta suerte de melodía para recitar la encontramos en el libro Monte, trama y trepadeira, un poemario bilïngue que nos hechiza, diálogo que se despliega en rapsodia migrante. Editado bajo el sello Arfacto, de Brasil, la autora lo presentará en Caracas durante la presente fecha. Dispuesta a ser interpelada, su amabilidad y encanto coinciden con su creación artística.

—Monte, trama y trepadeira. ¿Por qué ese título en portuñol?

—Comenzando por lo más evidente, Monte, trama y trepadeira es el título de un poemario bilingüe, escrito en portugués, español y “espan-tugués”. Pero más allá de esta evidencia, Monte, trama y trepadeira es un título que anuncia los versos que emergen de la experiencia vital de esta Livia, cuya vida se teje y se cruza hoy entre dos lenguas: el español del caribe caraqueño en el que nací, crecí, me formé y me hice madre, y el portugués mineiro “caipira” (como le llaman los cariocas), ese que dice “¡nú!” para expresar sorpresa y con el cual transito un Brasil que se ha convertido en mi otro terruño. Que ese título esté en portuñol significa que la Livia que “existo”, hoy vive y se arroja en el mundo desde esta encrucijada que es al mismo tiempo lingüística, cultural, histórica y afectiva.

—¿Cuáles son los temas transversales en esta obra?

—Monte, trama y trepadeira es un libro que recoge poemas que hablan de mi experiencia como mujer-madre-latinoamericana-migrante-en-el-mundo. Esa experiencia es su telón de fondo. Desde allí, teje caminos que van desde mi relación con el mundo, con la calle, el lagarto, las casas, el bejuco, pasan por mi relación con el “nosotrxs” (el “é noix” carioca), donde los versos exorcizan mis saudades y mi terquedad por recrear las presencias con mi familia, mi hijo y mis afectos en la distancia, luego se cruzan por mi relación con mi cuerpo, mis miedos, mis alegrías y mis fantasmas, siguen los trayectos de mi experiencia erótica como mujer migrante y, finalmente, decantan en la experiencia de ser un cuerpo migrante. Es, especialmente y sobre todo, una experiencia poética de la migración.

—¿Escribiste originalmente en portugués o en castellano?

—Bueno. Depende. A veces en portugués, a veces en español. A veces, incluso, mis poemas brotan jugando entre las dos lenguas, y en estas ocasiones ellos se mantienen así, sin traducción, porque su forma es esa “encruza”. Pero en las otras dos situaciones, siempre hago la versión en el otro idioma. Es como una forma de explorar las potencialidades expresivas de una y otra lengua. Algunas veces escribir en español, en portugués, o en el cruce entre las dos, es una decisión, un ejercicio, un juego, pero la mayoría de las veces la potencia de la lengua me avasalla, como si me poseyera, y mis versos son solo vehículos expresivos que revelan lo que esa lengua puede en su capacidad para traducir mundos, sentimientos, sensaciones.

—¿En qué contribuye ser migrante a tu quehacer literario?

—¡En todo! La migración ha significado para mí la experiencia, en carne, huesos, piel y sangre, de reconocerme y vivir a partir de mi encuentro con el otro. Se trata de vivir en este coctel afectivo de sentirme ajena, común y propia al mismo tiempo, y esta experiencia recíproca de vivir siendo extranjera y perteneciente, tanto en Brasil como en Venezuela, ha sido el nutriente y el móvil para hacer del dolor, de la saudade, de la alegría y la distancia, pulsión poiética. Yo estoy más que convencida de que la vida se abre y se recrea en las “encruzas”, entramados y caminos que nos atraviesan como humanas y humanos.

—Dicen que la palabra portuguesa saudade, presente en tu poemario no tiene traducción. ¿Has logrado comprenderla a plenitud? ¿Puedes darnos un acercamiento en nuestra lengua y tu discernimiento de ese concepto?

—Yo creo que una nunca comprende a plenitud la fuerza orgánica de una palabra como saudade. Creo que una aprende a vivirla, a encarnarla, pero siempre, en mi caso, a partir de la apropiación (en el buen sentido del término) de una extranjera. Saudade es esa palabra que me permite expresar la experiencia particular de un sentimiento en relación con la ausencia y que el español no me lo permite. Cuando estoy en Brasil, siento saudades todos los días al despertar y no tener a mi hijo cerca; siento saudades de las conversas con mis padres tomando café en el mesón de su cocina; siento saudades del amor-amante de ese hombre que se ha convertido en la compañía amorosa en cada una de mis venidas a Venezuela; siento saudades de mis amigos, mis estudiantes y mis afectos; siento saudades de mi caribe; siento saudades del desayuno en la calle con malta y empanada de queso; siento saudades del vuelo y del canto de las guacamayas, las ranitas y las chicharras. Pero hoy, por ejemplo, siento saudades de un samba de roda, de mi pueblito ouropretano con sus calles de piedra, del “café-da-manhã” de los miércoles con Kalila, de mis afectos brasileños. Hoy, en mi situación como migrante, la palabra saudade me constituye, así como el tuétano a mis huesos.

—¿Qué tanto nos parecemos los venezolanos a los brasileños?

—Bueno. Yo no podría sentirme más en casa que como en Brasil. En el Brasil que me abrió sus brazos, salvo por el idioma, yo no he tenido que hacer grandes adaptaciones ni me he sentido extranjera. ¡Somos tan próximos y tan diferentes al mismo tiempo! Si hay una cosa que tenemos en común nosotros y los brasileños es esa familiaridad, esa ligereza informal para tratarnos con el otro. Así como aquí, en Brasil uno se saluda y se relaciona con los otros como si lo conocieras de toda la vida. Nada de formalismos ni de composturas. La alegría, el ritmo y el abrazo siempre por delante; por eso nos acerca ese espíritu fiestero y bullero con el que vamos a cualquier lado. Eso de la balbúrdia y el alboroto son algo muy característico de nosotrxs (brasileños y venezolanos) y, por increíble que parezca, también el “miamorseo”, porque en Brasil también te reciben en las tiendas con un “mi amor”. Y si hablamos de características físicas, en Brasil hay tanta o mayor diversidad fenotípica como la que hay aquí en Venezuela, eso fue algo que me sorprendió mucho. Claro, cuando los dioses se reunieron para crear a los seres humanos y distribuirlos por el mundo, a uno de ellos se les escapó una gotita de amarillo que cayó en tierras venezolanas y le dio ese tono tan particular a nuestra piel.

—Filosofía, marxismo e historia son primordiales en tu formación académica. ¿Cómo lo conjugas con tu poesía?

—Creo que el marxismo, la filosofía, la historia, así como mi relación con la palabra son insumos constitutivos no solo de mi poesía, sino de mi andar por este mundo tejiéndome con los otros para producir la vida a cada instante. Así como la filosofía, el marxismo y la historia atraviesan mi poesía y mi andar en el mundo, así también hoy mi poesía atraviesa y afecta mi forma de pensar y expresar teórica, histórica y filosóficamente nuestras relaciones en y con este mundo que habitamos. A veces solo se accede al ser poéticamente.

—¿Sientes que la juventud contemporánea tiene poco interés por la poesía?

—Yo diría que todo lo contrario, aunque no lo parezca. Creo, más bien, que a nosotrxs, que venimos de otra generación, nos toca disponernos y estar más abiertos a otras formas de expresión poética con las que los y las jóvenes se manifiestan como, por ejemplo, el rap, el slam y algunas formas híbridas que circulan, sobre todo, por las redes sociales.

Hace más o menos dos años, en la ciudad de Mariana en Brasil, una amiga me invitó para leer poesía en el evento de cierre del Festeco, un festival de teatro estudiantil comunitario que ella organiza todos los años. Bueno, cuando ella me invitó lo primero que pensé fue en que eso de leer poesía en un evento de cierre iba a resultar aburrido para unxs chicxs adolescentes que estudian educación media y provienen de sectores populares.

¡Mira tú el prejuicio! Bueno, imagínate mi sorpresa cuando me encontré con chicos que no solo escribían poesía de altísima calidad, sino que, como además eran actores, la dramatizaban. Ese día hubo un chico, Pedro, que me sorprendió particularmente. Él recitó un poema de su autoría llamado Silla vacía en el que denunciaba la discriminación cotidiana que vivía por ser negro y de favela: cada vez que se montaba en el autobús y conseguía sentarse, el asiento al lado de él siempre quedaba vacío. Ese poema me jamaqueó y, desde entonces, Pedro Demanjá y yo somos amigos.

Yo creo que la poesía viene siendo un refugio importante para lxs jóvenes, y no solo como vehículo expresivo. Fíjate que, en estos tiempos de hiperinformación e hiperaceleración, la poesía representa ese momento-espacio de pausa que les permite a los y las jóvenes conectarse con ellxs mismos y con el mundo. Esto es algo que he percibido en las clases con mis estudiantes de la Escuela de Sociología. Cuando yo los invito a explorar reflexiones, lecturas y situaciones a partir de la dimensión poética, todo cambia para ellos, sus ojos comienzan a brillar y de pronto estalla de ellos una miríada de inquietudes, reflexiones e imágenes que, como profesora, te sorprenden gratamente.

¿Qué viene luego de Monte, trama y trepadeira?

Uy, bueno. Se vienen varias cosas, incluso con Monte, trama y trepadeira. En Brasil Artefato Edições, que es la editorial donde fue publicado mi libro, acaba de proponerme para postular Monte, trama y trepadeira al Prêmio Jabuti de Literatura, uno de los premios literarios más importantes en Brasil. Y bueno, viendo que los ejemplares que traje para el lanzamiento parecen no ser suficientes, estoy pensando en la idea de hacer una edición venezolana de Monte, trama y trepadeira.

Sabes que, aparte de la Livia que escribe poesía, hay también una Livia investigadora y académica, y entre una y otra van surgiendo proyectos. Por ejemplo, estoy conversando con la Editorial Trincheras para publicar con ellos un libro de filosofía que reflexiona sobre las irrupciones sociales contemporáneas, titulado Quiebres turbulentos para una coreografía de la historia. Ahora en Brasil la editorial Autografía está editando El día que el cerro bajó já não era Carnaval: contando contos do sacudón na Venezuela, un libro de crónicas sobre el Caracazo que es el resultado de mi tesis doctoral en Historia. Tengo como tarea y como deuda con la memoria histórica de nuestro país, traducir estas crónicas al español y publicarlas con alguna editorial venezolana.

Pero, en lo que respecta a la poesía, ando preparando un poemario dedicado a la ancestralidad, la espectralidad y la fantasmagoría, y en ese compendio de poemas, van incluidos algunos ejercicios a los que les he dado el nombre de “espan-tugués”. Igual que en Monte, trama y trepadeira, es un poemario pensado y escrito en portugués, español y “espan-tugués”.

Ricardo Romero Romero | @ItacaNaufrago | artedeleer@yahoo.com

Biografía mínima

Livia Vargas González (Caracas-Venezuela, 1977)

Mamá de Aquiles, escritora, traductora, investigadora, filósofa de formación y profesora universitaria en la Universidad Central de Venezuela (UCV), es doctora en Historia y doctoranda en Filosofía en la Universidad Federal de Ouro Preto (UFOP). Forma parte del Núcleo de Estudos em História da Historiografia e Modernidade (NEHM-UFOP), del Grupo de Pesquisa em História, Ética e Política (GHEP-UFOP) y del Núcleo de Pesquisa Encruzilhadas Filosóficas (UFRJ).

Como editora, formó parte del equipo de curadores de la Biblioteca Ayacucho, Fundación Editorial El perro y la rana y Amalivaca Editores. Fue galardonada con el 1ro Prêmio de Poesia Ameopoema (Ouro Preto-Br, 2021), y quedó entre los ganadores del Premio Desmadres de Literatura, escrita en Portuñol (Buenos Aires, 2023). Es autora de los libros Entre libertad e historicidad. Sartre y el compromiso literario (Caracas, 2008), Trânsitos cotidianos. Passagens de uma Venezuela convulsa (Río de Janeiro, 2020), Fantasmagorias da trama (Ouro Preto, 2021) y Monte, trama y trepadeira (Franca, 2024). Ha publicado artículos de investigación en revistas académicas en distintos países de América Latina y ha participado en varias antologías poéticas latinoamericanas. Forma parte del colectivo poético Querencias & Saudades.

 

 

 

 

 

 

 


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