Retina | Quién paga la orquesta

10/06/2024.- Ramos Allup no luce cómodo en esas reuniones de oposición a las que asiste bajo presión y por cortesía con los gringos, esos viejos socios con los que antes trabajaron bien en tantas cosas, pero que ahora se portan abiertamente como jefes. Antes los gringos saqueaban los recursos del país amparados por la legalidad y se comportaban con cierto decoro con sus subordinados en Venezuela.

Ahora no es así porque no tienen acceso directo al saqueo. No existe la legalidad ni el gobierno que les permitan sus viejas prácticas de extracción sistemática de recursos venezolanos.

En estas reuniones Allup sabe, o siente, que una serie de sifrinas y sifrinos quieren hacer política con una lógica de juegos de simulación en computadora. En esa lógica no tienen credibilidad ni pertinencia sus palabras. Se ve obligado a guardar para conversaciones más íntimas e inteligentes la sapiencia adquirida de los líderes históricos de Acción Democrática.

A Capriles tampoco le gustan estas reuniones. En su mente, nadie ha trabajado tanto como él ni ha corrido tanto riesgo. Siente que es total la injusticia que se comete en su contra al no reconocer su merecido liderazgo.

Peor es lo que siente Leopoldo, quien considera que nadie habría llegado hasta allí si él no hubiese puesto el dinero y la candela. En su visión, esa reunión es una colección de cobardías, hipocresías y traiciones. Sabe que en ese foro no goza del reconocimiento que merece y no le importa porque piensa que no hay una sola de esas personas que esté a su altura. Lo único que le agrada es el hecho de mover los hilos desde lejos, ahorrándose el mal rato de tan mala compañía.

El otro que se alegra de estar lejos es Borges. Él sí tiene claro que no hay vuelta atrás. Está plenamente dedicado a acumular dinero, a operar las pocas conexiones que le quedan en Venezuela y a ser lo más útil posible a los gringos. A esos reunidos a la fuerza no tiene nada que explicar, se asume como alguien que tiene mucho que aportar para causar el mayor daño posible a Venezuela.

Pero quizá no haya nadie que sufra tanto como la Machado. No entiende por qué raro designio le ha tocado lidiar con esa gente, una carga que resta empuje a sus anhelos de ser presidente para ejecutar la madre de todas las venganzas. En esas reuniones a veces se pierde porque imagina ya la forma en que tendrá que deshacerse de esas personas. No confía en nadie de ese grupo, por eso buscó a Corina y luego a Edmundo, dos figuras sin peso que no le hacen sombra.

Aunque nadie quiere ese cónclave, se reúnen porque los obligan. Juntos son la peor orquesta que se pueda conformar en la historia, pero esa orquesta la paga el Gobierno de Estados Unidos. Se reúnen porque la música la pone quien paga la orquesta.

 

Freddy Fernández

@filoyborde

 

 

 

 


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