Pluma acústica | “El Negrito Calavén”

Un sonero venezolano con estilo rocanrolero

17/10/2024.- Cuentan los abuelos, que en sus años mozos, existía en Caracas, un exponente del género salsero que cuando interpretaba sus canciones daba la impresión de estar viendo y escuchando a uno de esos estrafalarios cantantes de rock & roll. Tanto por su forma de cantar como por su forma de fluir en el escenario: estridente y a la vez afinado, tambaleante pero con ritmo. Algunos lo definen como inusual y radical, y otros como innovador y genuino. Entre esas dos aguas navegaremos hoy en el barco de la historia. Una historia injustamente poco difundida, que es precisamente lo que la pone en nuestra mira, la de Carlos Rafael Perdomo Yáñez, mejor conocido como “El Negrito Calavén”.

Calavén nació en Chirimena, región norte costera de Barlovento, el 29 de febrero de 1940. Criado en Caracas, en el barrio Tiro al Blanco, zona donde algunos años después el Banco Obrero desarrollaría la Urbanización Simón Rodríguez de Sarría. Desde niño demostró gran talento para el canto. En las calles del barrio solía cantar, a capela, boleros y, había dos temas que casi siempre le pedían sus amigos que interpretara: Parece mentira, de Julio Jaramillo y Olimpo Cárdenas, y, No vendrás, compuesta por Alicia Rivera e interpretada por Vicentico Valdés, siendo este último artista una de las más grandes influencias musicales de Calavén.

Realizó su primera grabación con Anguera y sus Muchachos, trabajo este que pasó casi desapercibido y del cual no tenemos mayor información. Lo cierto es que para 1967 es cuando arranca en forma la carrera musical profesional de Calavén con la agrupación Los Calvos, dirigida por el maestro Ray Pérez y con la participación de músicos de primer orden como “El Pavo” Frank Henández en la batería; y aquí cabe destacar que Los Calvos fue la primera agrupación venezolana salsera que utilizó la batería. Esta agrupación grabó dos discos: Estos Son Los Calvos, en 1967, además de, Y Qué Clavos, en 1968. Este grupo tenía algo de jazz y de boogaloo.

El mismo año de 1968 el propio Ray Pérez crea Los Kenya con, prácticamente, los mismos músicos a excepción de “El Pavo” Frank, que fue sustituido por Alberto Naranjo en la batería. Además se integran otras voces como la de “Carlín” Rodríguez, quien ya había interpretado algunos temas en el segundo disco de Los Calvos, y Larry Francia.

Con estas dos agrupaciones ya el Negrito Calavén se había hecho de cierta fama, sobre todo por su singularidad a la hora de interpretar. Ese mismo año de 1968 graba su primer disco con Federico y su Combo Latino: Psicodélico con Salsa. Podríamos decir que es en ese momento cuando realmente se consolida como un showman con todos los hierros, apareciendo en programas de televisión, no solo en Venezuela, también en Colombia y Curazao. Haciendo que su espectáculo llegase a una gran cantidad de personas.

Calavén: el primer showman de la salsa en Venezuela

Ese estilo “rocanrolero” que mencionan los abuelos tiene que ver más con el jazz que con el rock & roll. Calavén realmente cantaba utilizando una técnica jazzística llamada scat singing, en la cual el o la cantante ejerce una vocalización armónica al utilizar sonidos onomatopéyicos o sílabas sin sentido lingüísticos sobre una melodía improvisada, estos generan elementos de sorpresa, animación y travesura en el tema. Estos sonidos guturales y/o alaridos pueden imitar otros instrumentos musicales, animales, elementos naturales y un sinnúmero de ruidos. Calavén se caracterizó por utilizar esta técnica en vez del clásico soneo cubano, aun así ningún melómano puede negar que era un sonero, con un estilo propio y muy diferente, sí, pero un gran sonero a todas luces.

Comentábamos en un capitulo anterior de Pluma acústica que Perucho Torcat fue el primer frontman de la salsa en Venezuela y en esta oportunidad decimos que Calavén fue el primer showman de nuestra música. Existen diferencias entre estos dos estilos. El frontman tiene capacidades para el canto, el baile y la interacción con el público; entre tanto el showman es más espectacular, histriónico y divertido.

El caso de Calavén era fuera de serie. Al subir al escenario y empezar su show parecía estar poseído. Sufría una especie de trance espiritual, un desdoblamiento astral. Comenzaba a bailar de forma singular, excéntrica y algo aparatosa; se le engarrotaban una pierna y un brazo, a la vez que comenzaba a pronunciar las palabras o sonidos antes mencionados. Todo esto con buen sentido de ritmo y afinación.

Corría el rumor de que este comportamiento tan particular se debía a una caída que sufrió de un escenario en la que se golpeó violentamente la cabeza. Un día conversando con unos admiradores, estos le preguntaron si su conducta en escena se debía a ese accidente, a lo cual respondió: “Lo que me sucedió en el accidente no tiene nada que ver. Lo que pasa es que cuando se me mete la salsa en el corazón, mis tatarabuelos de la República de Kenia hacen lo mismo, ellos son los que hablan, gritan y cantan mi salsa. Yo para agradarlos les grito… ¡Barlovento, Barlovento…!”.

El Negrito Calavén dejó este plano el 3 de mayo de 2003, a causa de un aneurisma cerebral. Su legado es único, inigualable y contundente. Participó en varias agrupaciones como Los Calvos, Los Kenya, Federico y su Combo Latino, como mencionamos antes, así como también con Los Dementes, Pipo y sus Estrellas, Los Caciques, Las Estrellas Latinas; y grabó su último disco en 1981 con el destacado pianista Jesús “Chuíto” Narváez, que lleva por título Calavén y Yo, donde destaca el emblemático tema El Carbonero.

Kike Gavilán

 

 

 

 

 

 

 


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