Mundo alerta | Crisis Rusia-EE. UU.-Ucrania

lealtades remuneradas y “pecadillos” mediáticos 

15/09/2024.- La vieja confrontación entre ucranianos prorusos y partidarios de la Unión Europea (UE), conocida como Euromaidán, está siendo redimensionada por el enfrentamiento entre Rusia, Estados Unidos y sus aliados. Aunque ambas potencias se disputan el liderazgo mundial, sería egoísta desconocer que solo una de ellas, Rusia, ha realizado esfuerzos personales francos y directos para encontrar una salida al conflicto. Las demás dependen de una dirección colectiva, circunstancial y dispersa: la Unión Europea (UE). En el 2000, al asumir la presidencia por primera vez, Vladimir Putin pretendió romper el asedio por parte de las potencias occidentales, iniciando la agenda diplomática más larga del siglo: 200 viajes a Europa, incluida Ucrania (25 veces) Asia 149 veces; América 21 veces (Estados Unidos 6 veces) y África 9 veces, en total más de 400 misiones de Estado, en las que conversó con Gobiernos y líderes mundiales de ideologías afines y adversas, entre otros Bill Clinton, George Bush, el papa Juan Pablo II y George Robertson, secretario general de la OTAN.

Los misiles mediáticos dan en el blanco 

Pese a las incesantes gestiones diplomáticas de Putin, sus tres períodos gubernamentales estuvieron signados por una agresiva confrontación política económica, militar e ideológica. Incluso, ya en 2013, los Gobiernos de ambos bandos tuvieron que invertir más recursos económicos para descalificar a sus enemigos que para defender su posición internacional, en ambos los montos fueron mil millonarios.

Los medios oficiales y privados se convirtieron en un gigantesco laboratorio de manipulación política y proselitismo ideológico, que alcanzó su máxima ebullición en la Operación  Militar Especial (término nunca aceptado por Occidente, lo llama invasión) de Ucrania en febrero de 2024. Cuatro meses después del ataque a Ucrania, la guerra desbordó los canales de disuasión diplomática y la Unión Europea (UE) lanzó una dura ronda de sanciones contra el Kremlin y sus aliados, en protesta por la muerte en prisión del opositor ruso Alexéi Navalni. Las medidas fueron aplicadas a varias “redes de propaganda” (Occidente no los cataloga como medios de comunicación), entre ellas la agencia de noticias RIA y los medios impresos Izvestia y Rossiskaya Gazeta, en el contexto de un juicio al periodista estadounidense Evan Gershkovich, amenazado por una sentencia a 20 años de prisión por divulgar noticias falsas, según el Gobierno ruso.  

Putin contraataca

Un mes después, Vladimir Putin también aplicó medidas contundentes contra Occidente: bloqueó 81 medios europeos, entre ellos la agencia de noticias AFP, los periódicos alemanes Der Spiegel y FAZ, la radiotelevisión pública italiana RAI, la agencia de noticias EFE, RTVE, El País y El Mundo. "Si se levantan las restricciones a los medios de comunicación rusos, la parte rusa también reconsiderará su decisión en relación con los operadores”, señaló un comunicado oficial del Kremlin. La advertencia se perdió en el vacío. La colisión entre potencias ha seguido intoxicando los espacios  mediáticos independientes hasta conformar una alianza  de fake news que elabora mentiras, verdades y medias verdades de alto impacto colectivo para masificar la solidaridad con los bloques en pugna.

Detrás –o peor aún, delante– de estas prácticas, se mueve una acelerada concentración de capitales en pocas manos, todas dispuestas a comprar grandes cadenas televisivas, radiales e impresas. Destacan gruesas inversiones como la de Jeff  Bezos, fundador de Amazon, que en 2013 compró el Washington Post en 250 millones de dólares, y John Henry, propietario del equipo de beisbol Red Sox, que adquirió el Boston Globe por 70 millones de dólares. 

El mundo chico y poderoso de los medios

Un informe de Reporteros sin Fronteras describió cómo la correlación de fuerzas mediáticas privadas que en la década de los 80 conformaban cincuenta grandes empresas de Estados Unidos que administraban el 90% de la industria, quedaron reducidas a seis, que manejan el 70% del negocio en todo el planeta. El sexteto mediático es propietario de 1.500 periódicos, 1.100 revistas, 2.400 publicaciones editoriales, 9.000 emisoras de radio y 1.500 cadenas de televisión y decide qué es y que no es noticia, condiciona la presentación de imágenes y supervisa el contenido político de las investigaciones y entrevistas.

Pero las alianzas con los medios no siempre son estables. A medida que pasa el tiempo, las lealtades remuneradas se van desgastando, decantando, recuperando su vocación comercial, independencia y autonomía operativa. Gracias a ello, algunos medios terminan haciendo confesiones no imaginadas, que favorecen al “enemigo común”. El New York Times reveló que la invasión rusa de Ucrania fue instigada por una campaña sistemática y generalizada de agresión por parte de las agencias militares y de inteligencia de Estados Unidos. El artículo detalla operaciones de larga data de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, sigla en inglés) en Ucrania, patrocinando y construyendo la agencia de inteligencia militar ucraniana HUR, para utilizarla como arma de espionaje, asesinatos y otras provocaciones, dirigidas contra Rusia durante más de una década. Añade el diario que hacia finales de 2021, según un alto funcionario europeo, Putin se reunió con el jefe de uno de los principales servicios de espionaje rusos, quien le dijo que la CIA, junto con el MI6 británico, controlaban Ucrania y la estaban convirtiendo en una cabeza de playa para operaciones contra Moscú. Tal vez faltan muchos pecadillos por confesar antes que estalle la tercera guerra mundial (¡más negocios!) que los medios pregonan.

 

La OTAN sin armas es más peligrosa.

 

Raúl Pineda


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