Letra fría | ¿Secarse?

22/11/2024.- Cuando mi hermano querido el poeta Blas Perozo Naveda me dijo en 2020, en una de sus llamadas recurrentes a las 7 de la noche, que había decidido no escribir más, solo le dije, "para nosotros dejar de escribir es la muerte misma". Y se murió. Esta mañana sentí que uno comienza a morirse cuando se va secando y empiezas a sentir que hoy no había nada más que escribir. Recordé lo que me pasó en el Gato Tuerto en mi reciente viaje a La Habana, aquel templo de las grandes figuras del bolero se ha venido desfigurando y sentí que la buena onda se estaba acabando o por lo más cambiando. Luego en Barquisimeto la semana pasada, sentí también que la ausencia de Alvarito, Pichardo, Esaú Azparren, y otros cuantos muertos, me pegaba, pero que Tito, Fran Ortiz, Carlos Eduardo y un Duno que no recuerdo su nombre fallaran, también me preocupó. La historia real es que la vida misma se está yendo y no nos hemos dado ni cuenta.

Tengo una deuda pendiente con Pedro Chacín tío, que no he podido saldar porque no he terminado de leerlo, pero está en la tubería de mi libro “Más memoria serás tú”, hay historias que hoy no me provocaron, hubo un momento que llegué a pensar si será que me estoy secando, de pana que no creo, pero valga la duda para borronear estas cuartillas. De lo que sí estamos seguros es que esta vaina se va a acabar algún día, mientras tanto seguiré escribiendo hasta que la mecha aguante. Lo bueno de una Letra fría es que da para todo.

Cambiando el tercio, debo decir que me dolió mucho la muerte de Gerry Weil, y no escribí de aquellos tiempos de “La banda municipal”, porque mi hijo Marcel se adueñó de esa historia, y por ahí dijo que está buscando la hermosa entrevista que le hizo. De las muertes cercanas, me impresionó mucho la de un amigo de Andrés Salazar, marido de una gran amiga, no logro dejar de pensar en su desesperanza cuando lo apuñalaron. No era ni cercano, pero por una extraña razón, no dejo de pensar en eso. El caso es que la muerte sigue rondando este huerto. Yo sigo pensando lo mismo, ¡cuando te dé la gana vente que estoy listo!

Con la muerte de mi madre Ana Lucía Mujica se abrió otro ciclo de mi vida, el mismo que estaba cantado desde el día que nací, su inminente desaparición física a la que todos estamos condenados. Sin embargo, no es fácil aceptar la llegada de la muerte, la suya me vino a revolver la de mi padre Efraín Márquez que murió en mis brazos hace 46 años. Ella me abrazó un par de horas antes y me besaba con el mayor amor de su vida, presintiendo tal vez que su fin ya estaba cerca. Ambos episodios me dan la serenidad de ser un huérfano de la tercera edad con esos recuerdos hermosos que me acompañarán lo que me queda de vida. Con ambos pasé sus últimos días y dentro de lo malo de la muerte, hoy me siento sereno, muy triste, pero alegre de saber que estén donde estén, si es que están, deben tener consigo el mismo amor que yo siento en este instante.

Sigo pensando en lo que me decía Ramón Paz Ipuana, mi hermano fabulador de la cultura guajira, en la cual nacer es comenzar a morir. Aquí les dejo entonces estas líneas secas, en mis obituarios dirán: ¡Él cómo que sabía que lo andaban buscando! Con ver a Alvarito, Pichardo, Soto, Rodrigo, Ricardo Domínguez, Laurencio Zambrano, Los Chinos Valera Mora, el Vidal y el Paco Hung, mi hermano querido, Cheo y La Chicha, papá y mamá, me conformo.

La muerte es el último recoveco de la vida. ¿Será que está tocando a mi puerta la “mardita”?

Hoy cuando vi a mi nieta Isabella en sus shows de acción de gracias, entendí que esa vaina no es conmigo! jajaja

 

Humberto Márquez 

 


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