Estoy almado | El pueblo que resiste en el Orinoco

16/03/2024.- En la inmensidad del río Orinoco están varadas más de 30 curiaras con madres, padres, niños y niñas. Las embarcaciones se bambolean de un lado a otro sin rumbo fijo, a merced de las bravías corrientes de agua. Una gran embarcación con motor llega al rescate: remolcan todos los peñeros, amarrados uno a uno, por una cuerda, tan larga como la solidaridad de los pescadores al frente del remolque.

Esa escena ocurre a diario justo en el bajo del Delta, hacia Barrancas del Orinoco, en el estado Monagas. Beltrán, uno de los pescadores, responsabiliza de la situación a las autoridades del municipio Sotillo en ese estado. “Ellos nos obligan a comprar combustible a un precio muy alto”, me comenta. 

No todos pueden pagar el combustible, incluyendo a los waraunos que viven en palafitos a las riberas del Orinoco. Es contradictorio que anden en canoas y no puedan desplazarse por falta de combustible, pues esta etnia es conocida como “gente en canoa”. En trayectos cortos reman sin problemas. Pero en recorridos largos, para trasladar a sus enfermos a un centro de salud, remar es un trabajo extenuante que puede durar entre tres y cuatro días.  

“Son días de penurias remando para poder llegar a sus destinos con sus familiares enfermos, y lamentablemente algunos hasta mueren en esas travesías”, dice Beltrán.

Cuando los waraunos dejan de remar y quedan varados por horas en el Orinoco, sin gasolina, en medio de la noche, significa que están descansando los brazos fatigados. Por eso, los pescadores no dudan un segundo en remolcarlos cuando se los consiguen en su recorrido fluvial.

La prensa de la región poco habla de esa situación. Los waraunos apenas son reseñados algunos días para provecho proselitista de los alcaldes de la región. Mientras tanto, en Internet la etnia aparece como una “atracción turística”.

Y mientras en Caracas el común anda quejándose de los apagones y bajones de luz (por cierto, muy recurrentes en año electoral); del aumento de los precios en dólares, de las malas organizaciones de conciertos, los waraunos reman, reman y reman a todo pulmón hasta donde les permita el río Orinoco; hasta donde den sus brazos extenuados.

Y pescadores como Beltrán, y los del colectivo del ingenio agro-pesquero-palital, seguirán remolcando a los waraunos con camaradería y fraternidad, tal vez esperando que con estas líneas alguien sepa que más allá en Caracas hay también un pueblo que resiste en el Orinoco.
 
Manuel Palma

Noticias Relacionadas