Historia viva | Pasado, presente y futuro

17/07/2024.- El desafío que significa escribir un libro sobre un hombre como Nicolás Maduro que expandió su personalidad política en un espectro social amplio para convertirse en sujeto- pueblo, tal cual lo caracterizó Hugo Chávez cuando dijo: “Chávez es el  pueblo”, significa un reto que afronta categorías conceptuales que hoy están en debate sobre asuntos epistémicos e historiográficos como el concepto de presente y futuro.

Ana Cristina Bracho, joven abogada y escritora, se atrevió a llevar el texto descriptivo en crónica hasta una instancia coyuntural que la obligó a una síntesis. Sin embargo, logró conciliar la razón histórica de un ser, que es la historia de todos, con un relato de afectos en el que nos autorreconocemos y asociamos con la personalidad política de Nicolás Maduro.

Ella misma nos alerta que “no se trata de un compendio”, sino de "un conjunto de fragmentos de la vida de un hombre”, pero cuando reflexionamos sobre el título Nicolás Maduro: presente y futuro, tenemos y debemos agregar que es en el pasado histórico donde se cimientan las experiencias vitales para construir la sociedad del futuro.

Nadie se imaginó que el presidente Hugo Chávez nombraría a Nicolás Maduro Moros como el líder que llevaría las riendas del país ante el desenlace fatal de la vida del Comandante y los desafíos de la Revolución Bolivariana aquel diciembre de 2012.

Tampoco el entonces vicepresidente Maduro Moros supuso que aquella decisión del Comandante Chávez lo llevaría por derroteros de luchas de una dimensión política gigantesca. Junto al pueblo venezolano, a Maduro le tocaría empujar el carro de la historia cuando él mismo extrajo de las enseñanzas populares las soluciones al dilema de las hostilidades del Gobierno estadounidense contra Venezuela. Así comenzó a transitar una bitácora de transformaciones, algunas pensadas desde mucho tiempo; otras, sobre la marcha y en la misma práctica política, pero siempre en la franja filosófica del pensamiento bolivariano y en la instituida Constitución de la República Bolivariana, derivada de la Constituyente de 1999, de hechura popular.

Muchos de aquellos sueños juveniles, románticos, rebeldes y contestatarios de los años 70, 80 y 90 del siglo pasado que describe el libro de Ana Cristina Bracho se estaban haciendo realidad; pero no desde la fantasía imaginada, sino desde la praxis política, desde la responsabilidad principal como primer mandatario chavista del siglo XXI.

Al presidente Maduro le tocó tomar el testigo del Comandante Chávez para continuar una titánica jornada de vida ante la abismal confrontación con uno de los imperios más salvajes, violentos y poderosos del mundo, aunque está en franco declive histórico.

El tiempo demostró que Chávez había sembrado cultura política. El presidente Nicolás Maduro aprendió como chavista, y el bagaje de su experiencia revolucionaria, desde niño hasta adulto, le proporcionó el equipaje para transitar el camino que el Comandante, junto a un equipo y su pueblo, había diseñado en el Plan Nacional de la Patria, sustentado en la arenga de la justicia social de aquel principio doctrinario expuesto por el Libertador Simón Bolívar en el discurso de Angostura en 1819: 

"El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política".

Han sido horas, días, meses y años sin descanso ni pausa. El demonio de mil cabezas salía por el sitio menos pensado. Solo un pueblo desplegado en inteligencia social con un liderazgo auténtico fue capaz de advertir donde se generaba una amenaza, la llegada de un equipo de comando asesino a una playa en La Guaira, la presencia de extraños en el barrio; hasta la mimetización de los negativos era detectada en sitios tan lejanos como en los cruces fronterizos hacia Colombia, bien en San Antonio del Táchira o en las vertientes del Arauca por el Alto Apure, en las selvas y ríos de Guayana o en los bosques de galería de Guárico, donde los delincuentes terroristas se daban la mano con los “políticos” delincuentes de la oposición. El terrorismo todavía es una amenaza al pueblo venezolano que con Maduro, el tejido social organizado y las fuerzas cívico-militares controlan el destino hacia la estabilidad y la paz.

La paciencia estratégica y el pulso político del presidente Maduro, conjugados con un pueblo organizado desde la comunidad y en combinación cívico-militar, fueron los aldabones para sostener las hostilidades desde que asumió la presidencia.


Bolívar, ante la dimensión geohistórica del proyecto político que fue Colombia como república continental, hizo una síntesis histórica donde nos podemos retratar hoy para redibujar la doctrina bolivariana y tener conciencia del papel actual que nos toca en la geopolítica suramericana y mundial, teniendo como conductor en Venezuela a Nicolás Maduro Moros:


Yo imagino que Venezuela es nuestra vanguardia, Cundinamarca nuestros cuerpos de batalla y Quito nuestra reserva. La filosofía de la guerra dicta que la vanguardia sufra, pero que exija refuerzos de los otros cuerpos, que el centro auxilie a la vanguardia con todo su poder y que la reserva, cuidando de su espalda, deposite en sí la salud y las esperanzas del ejército. Escucha y verás que esta reserva debe tener todos los elementos que ahora no tiene (Bolívar, 1823)


Gracias Ana Cristina por tu ímpetu juvenil y por entregarnos este libro en el que retrataste al pueblo venezolano, que dibujad en aproximación a Nicolás Maduro.


Aldemaro Barrios Romero
Canal YouTube @viajeeneeltiempo4348, TikTok @viaje_en_el_tiempo
 

 


Noticias Relacionadas