Crónicas y delirios | Canciones con historia

30/08/2024.-

El amor ideal de Édith Piaf

Édith Piaf, llamada por el eco de los tiempos "el Gorrión de París", es quizás la cantante francesa de mayor trascendencia desde que pisó los escenarios en 1930. Su vida fue un tumulto de avatares, triunfos, desaciertos, adicción al alcohol y a las drogas, éxitos y apegos/desapegos dentro de un cuerpo frágil y una sola voluntad: cantar.

Hija de dos artistas callejeros que deambulaban por el barrio parisino de Ménilmontant, pronto fue abandonada por su madre drogadicta; y luego el padre, por razones del servicio militar durante la Segunda Guerra Mundial, debió confiarla a prostitutas y dueñas de burdeles hasta que la niña cumplió seis años. En ese momento la recobró para llevársela y presentarla como "genio del canto" en su espectáculo de acróbata-saltimbanqui por los arrabales de la ciudad.

Casi toda la adolescencia y primera juventud las gastó Édith en esas andanzas, hasta que se asoció con Simone Berteaut, quien sería su alter ego e inseparable compañera, para cantar a dúo en las catacumbas nocturnas de un París desenfrenado y libertino. Luego, de manera individual y con el símbolo de la eterna bufanda y el traje negro, empezó su ascenso indetenible: el club Gerny's, las grabaciones en Pathé y el sello Polydor, la amistad con Maurice Chevalier y Jean Cocteau, las rotundas giras por el interior del país, exclusivas presentaciones en el Salón ABC y el Moulin Rouge, tournées dentro de los Estados Unidos (alternando con Orson Welles, Judy Garland y Marlene Dietrich), la aclamación mundial, los premios del orbe entero. Finalmente, surgieron su cáncer y el apego a las inyecciones de morfina con cortisona.

Édith Piaf coleccionaba amantes como si formasen piezas de un delirio de existencia; entre ellos Marlon Brando, Yves Montand, Charles Aznavour, Théo Sarapo, Georges Moustaki, Gilbert Bécaud y el boxeador argelino Marcel Cerdan, llamado "el Bombardero Marroquí" por la eficacia de sus puños y su crianza en Marruecos.

Quizás fue Cerdan quien más conmovió íntimamente a la Piaf. Tal vez resultó su amor perenne y su ideal centro de añoranzas. El Gorrión de París amó al boxeador con inusitada pasión y no en vano quería retenerlo. Por ello adquirió una mansión por la zona de los Campos Elíseos de París, dotada hasta con gimnasio para que el púgil se sintiese a sus anchas, lejos de la esposa e hijos.

En 1948, cuando los amantes acordaron verse en la ciudad de Nueva York, el avión donde viajaba Marcel Cerdan cayó al océano. La Piaf entró en la más desmesurada de sus crisis, aunque luego tuvo la íntima fortaleza de escribir la letra del Hymne a l'amour, única vez que se atrevería a enfrentarse a la página en blanco:

El cielo azul sobre nosotros puede colapsar
y la tierra desmenuzarse.
No me importa si me amas.                                                       
Tampoco me importa el mundo entero
mientras el amor flote en mis mañanas.
 
Si tú me amas, iría al fin del mundo,
me teñiría el cabello como una rubia,
iría a apoderarme de la fortuna de la luna,
renunciaría a mi patria y a mis amigos,
si tú me amas.
 
Si mueres, tampoco me importa,
porque yo también moriría
y tendríamos toda la eternidad para nosotros.
 
Dios reúne a los que se aman.

Cuando Édith Piaf murió el 11 de octubre de 1963, un rumor corrió por todo París: La Piaf est morte, y a su entierro asistieron cerca de cuarenta mil personas, más que al sepelio de Victor Hugo. Tal vez, dijo un sollozante admirador, en su tumba debieron escribirle como dice la canción: "Je ne regrette rien" ("No me arrepiento de nada").

 

Famosas canciones de película

Aunque los críticos aún no se ponen de acuerdo, la canción más difundida en los anales del cine mundial es quizás Over the rainbow, que entonó por primera vez a los 17 años Judy Garland en El mago de Oz. A pesar de no ser su compositora, la pieza la marcó para toda la vida, pues nadie hablaba de la actriz sin referirse a dicha melodía.

Cuentan que la apariencia física de Judy Garland representaba un dilema para la Metro-Goldwyn-Mayer porque, con una estatura de solo 1.51 m, no llenaba los cánones glamorosos que se requerían en ese momento para las principales artistas femeninas. Judy se sentía cohibida y ansiosa por su apariencia frente a las otras compañeras en la escuela de actuación (Ava Gardner, Lana Turner y Elizabeth Taylor); y aunque era una actriz de éxito, generadora de altos ingresos, se juzgaba a sí misma como "el patito feo" del grupo. Además, la inseguridad se le exacerbó cuando uno de los ejecutivos cinematográficos la denominó "mi pequeña jorobada".

Como se preguntaba su personaje en El mago de Oz ("Si los pájaros azules pueden volar más allá del arcoíris, ¿por qué yo no puedo?"), la propia Garland inquirió en una ocasión: "Si soy una leyenda, ¿por qué estoy tan sola?".

Obtuvo destacados galardones (el premio Óscar Especial al Intérprete Juvenil, el Grammy al Álbum del año 1961, el premio Cecil B. DeMille por su trayectoria), ganó fortunas y las dilapidó, e igual que Édith Piaf también abusó de la droga y el alcohol, falleciendo a los 47 años por una sobredosis de barbitúricos.

En esta competencia de las canciones de película con mayor difusión, se eleva como pieza icónica A medida que el tiempo pasa (As time goes by), compuesta por Herman Hupfeld en el año 1931 para una comedia musical de Broadway y cantada por Dooley Wilson en el filme Casablanca (1942).

Casablanca también se convirtió en una referencia obligada para los cinéfilos, por su trama que vinculaba a dicha ciudad marroquí con el problema de pasiones amorosas entre Ilsa Lund (Ingrid Bergman) y Rick Blaine (Humphrey Bogart), durante la persecución nazi en la Segunda Guerra Mundial, y la imperiosa necesidad de que Rick ayudase a Ilsa y su reciente marido, Victor Laszlo, para que se fueran de Marruecos sin ser apresados por la Gestapo.

Tanto Rick como Ilsa, en nostalgia de sus amores pretéritos, se instalaban por separado frente al piano del Café Rick para que Sam (Dooley Wilson) volviese a tocarles As time goes by. Sin embargo, ningún espectador fílmico advirtió que el baterista y cantante Dooley Wilson no sabía tocar el piano, porque las tomas se realizaban desde un ángulo que le tapaba las manos. ¡Así son, amigos, las prodigiosas estratagemas del séptimo arte!

 

Igor Delgado Senior

 

Addendum: En reconocimiento a nuestros asiduos lectores, copiamos el link del Himno al amor interpretado por el brillo inigualable de Édith Piaf: https://www.youtube.com/watch?v=jPjRR7LoE5o, y también el enlace de A medida que el tiempo pasa, cantado por Dooley Wilson en el film Casablanca: https://www.youtube.com/watch?v=4TK6oRC_HtE ¡Buen provecho musical!


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